Perdiendo el centro

Últimamente en Castilla y León hay más sentimiento andaluz que en el propio sur. No son pocas las festividades y los eventos que se organizan con aire flamenco recordando a tierras andaluzas, pero el sur siempre será el sur, y el centro será el centro.

Feria de Abril en cualquier época del año, romerías, palmeros y flamencos, todo ello en un ambiente austero, más castellano, menos desparpajo y más árido. Y no es que por estas tierras seamos unos rancios empedernidos, si acaso un poco estrechos, pero ancha es Castilla. Y hay sitio para todos.

La mezcla de dos culturas da lugar a una fusión de historia, arte y cultura digna de asombro, pero la superposición en muchas ocasiones llega a molestar, desplazando lo propio por lo ajeno. En Salamanca, el Presidente de la Junta de Cofradías, ha enviado una circular a todas las hermandades para reclamar esta Semana Santa un estilo más castellano y menos andaluz. El debate está servido.

He visto muchas procesiones de diferentes lugares, todas ellas con su encanto y sus peculiaridades, sus detalles y su forma de sentir. Pero nunca había visto que en determinados momentos de la Semana Santa de Salamanca se utilice el acento andaluz entre los cofrades. He llegado a ver por el levante capuchones con más de una cerveza, incluso quien lleva auriculares debajo del capirote, que el fútbol vaya por delante.

La Semana Santa es uno de los mayores reclamos turísticos –y fuente de ingresos– que puede tener Andalucía y Castilla y León, pero si algo las hace únicas, iguales, y a la vez tan diferentes, son sus sentimientos, su personalidad y sus tradiciones.