
Naturaleza
El secreto mejor guardado de España: cuando el Teide y el cielo se encienden
La plataforma natural que lo rodea permite entender por qué esta cumbre ha sido fotografiada hasta la saciedad

Quien haya esperado la caída del sol frente al perfil oscuro del Roque Nublo sabe que, en la isla redonda, la “hora dorada” tiene nombre propio. Este monolito volcánico -símbolo sentimental y geográfico de Gran Canaria- se eleva como un centinela sobre las cumbres de Tejeda y regala una foto que compite con las puestas de sol más célebres del país. La silueta del Teide, en la vecina Tenerife, suele asomar a contraluz cuando el cielo se enciende en naranja, rosa y violeta.
Un icono geológico y cultural de las montañas sagradas
El Roque Nublo es un resto erosivo de una colada piroclástica de bloques y cenizas soldadas, producto de una erupción explosiva asociada a un antiguo estratovolcán. Mide en torno a 80 metros desde su base y se sitúa a 1.813 metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en una referencia visible desde numerosos puntos de la isla. Para los antiguos canarios fue lugar de culto; hoy, además de emblema identitario, es un Monumento Natural integrado en el Parque Rural del Nublo, protegido desde 1987 y reclasificado en 1994 bajo la Ley de Espacios Naturales de Canarias. Desde 2019 forma parte del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria.
En su entorno, quien lo visita descubre otras siluetas singulares, como La Rana o el Roque del Fraile, y un mosaico de pinares y escarpes que explican la fuerza de los volcánes que un día sacudieron el Archipiélago. La plataforma natural que lo rodea -un mirador en sí misma- permite entender por qué esta cumbre fragmentada ha sido cantada y fotografiada hasta la saciedad.
El mejor plano para la "hora dorada"
Aunque coronar la base del Nublo impone, quienes buscan un atardecer de película suelen reservar un hueco en el Pico de las Nieves y su área de miradores. Desde allí, la perspectiva amplía la escena, y es que en primer término, el perfil del Nublo; al fondo, el Teide dibujando una pirámide perfecta sobre un mar de nubes. En días ventosos, el fenómeno del mar de nubes cubre los valles y deja cumbres a flote.
Cómo llegar y qué esperar de la ruta
El acceso más popular parte de la Degollada de La Goleta. La caminata clásica ronda los 3–5 kilómetros (ida y vuelta, según variante), con desnivel suave y señalización evidente. La mayoría de senderistas completa el recorrido en torno a 90 minutos, aunque conviene sumar margen si se pretende ver la puesta: la roca, el cielo y el propio flujo de visitantes invitan a quedarse un rato largo. En los últimos tiempos, las autoridades insulares han implantado medidas de regulación horaria en el sendero más corto y restricciones puntuales de acceso a vehículos en los puntos más sensibles, por lo que es recomendable informarse antes de subir y considerar aparcamientos alternativos y lanzaderas.
Para quien prefiera una visión más amplia sin adentrarse en la vereda, varios miradores del entorno, como los de Llanos de la Pez o los cercanos al Pico de las Nieves, ofrecen encuadres espectaculares con comodidad y, sobre todo, con esa distancia justa que multiplica el efecto de los colores sobre el paisaje.
Consejos prácticos
Las cumbres grancanarias cambian de carácter al caer el sol. Aunque sea Canarias, arriba refresca rápido incluso en verano. Lleva una capa extra, frontal o linterna para el regreso y calzado con suela marcada. Si el viento arrecía o se forma bruma, mantén especial precaución en los bordes rocosos. En temporada alta y fines de semana es habitual encontrar afluencia; llega con tiempo o escoge días laborables para una experiencia más tranquila.
Respeta siempre las señales y las áreas acotadas, no te subas a la base del monolito y evita dejar rastro. El Parque Rural del Nublo es Red Natura 2000, ZEPA y ZEC, y vive de un equilibrio delicado entre conservación y uso público.
Más allá del cielo
El municipio de Tejeda, al que pertenece el monumento, es uno de los pueblos más bellos de España, y la visita combina bien con un paseo por su casco, una parada en sus dulcerías tradicionales o una ruta más amplia hacia el vecino Roque Bentayga. El conjunto ayuda a entender por qué esta parte de la isla es, para muchos, la auténtica “postal interior” de Gran Canaria.
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