Hollywood
«Carrie»: Una venganza más
Dirección: Kimberly Peirce. Guión: Lawrence D. Cohen y Roberto Aguirre-Sacasa. Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Julianne Moore, Gabriella Wilde. EE.UU, 2013. Duración: 100 minutos. Terror.
Muy probablemente, durante aquel 1974 en que fue publicada «Carrie» y con independencia de los asuntos paranormales que describía y el verdadero terror que produce la historia de esa pobre, vengativa adolescente telequinética, la novela consiguió tamaño revuelo (que conste que se trata, todavía hoy, de uno de los libros más censurados en las escuelas estadounidenses) por tratar otros temas reales peliagudos, como el fanatismo religioso, la represión de la mujer en una cerrada localidad de la América profunda durante una década que, paradojas, consolidaría de manera incontestable ya la liberación sexual de ésta, y el «bullying» o acoso escolar, una plaga que, aún hoy, aseguran sufrir casi un 75% de los estudiantes en ese país. En efecto, tienen también razón: al igual que otras obras del autor nacido en Maine (tal «El resplandor»), la primera novela publicada por Stephen King chorrea sangre real y metafórica por casi todas las páginas: la de la protagonista, a la que en el arranque le sobreviene la primera menstruación aunque ella lo ignora; la que se produce con delectación de la madre de Carrie cuando flagela sus carnes para expiar pecados pretéritos; y la de cerdo que en la escena clímax empapará de nuevo a la chica antes de que comience el violento desenlace de la trama. Dos años después de la aparición de «Carrie», otro genio de colmillo retorcido, Brian de Palma, decidió adaptarla al cine a partir de una lectura bastante personal y tortuosa de la misma que obtuvo un éxito de público y crítica inmediato, de ahí la gratuidad para muchos, no sólo de ciertos subproductos aparecidos desde entonces hasta ahora, sino también del «remake» dirigido por Peirce («Boys Don't Cry»), quien cree que con incluir unas escenas de alumnos enredando con el ordenador o mientras graban por el móvil la humillación a la que es sometida Carrie el pretexto de la revisión está asegurado. Quizá, y aun cuando se trate de una cinta interesante (y que curiosamente posee una mayor carga de natural y extraña tristeza que la anterior), el simple motivo por el que la película fue realizada estriba en que algún productor de Hollywood decidió aprovechar el tirón de la primigenia en tiempos de un género de capa semicaída. Sobre las protagonistas, Julianne Moore aporta la suficiente carga de inquietante presencia al siniestro personaje materno, mientras la deliciosa Chloë Grace Moretz reviste a Carrie de una humanidad y un desamparo hasta ahora inauditos. Pero, aunque para algunos Sissy Spacek se pasase de la raya por la sobrenaturalidad que le confirió, Carrie sólo tiene un rostro, imperfecto, y unos fríos ojos azules que poseen la rara cualidad de arder en ocasiones como carbones encendidos. Rojos otra vez, igual que el fuego y el plasma.
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