Cultura popular

¿Cuáles son las mascaradas de invierno más tradicionales y antiguas de la Península Ibérica?

Con el inicio del Año Nuevo numerosos municipios de Castilla y León, sobre todo de Zamora, Soria, León, Palencia, Burgos y Ávila, recrean singulares episodios relacionados con creencias mágicas

El Zangarrón por las calles zamoranas de Sanzoles
El Zangarrón por las calles zamoranas de Sanzoleslarazon

Castilla y León es una Comunidad con mucha historia, con un patrimonio artístico, cultural, monumental y medioambiental sin igual, pero también es un territorio de tradiciones y costumbres arraigadas, de creencias mágicas y de una extensa cultura popular, religiosa y pagana, que va desde romerías hasta creencias mágicas de todo tipo, que han ido pasando de generación en generación a través de los siglos.

Y prueba de ello son las mascaradas que, aunque muchas de ellas se amontonan al inicio de la Cuaresma, tras el Carnaval, con la llegada del invierno cobran también protagonismo, sobre todo ahora en el inicio del nuevo año, y en los pueblos más pequeños de la Comunidad, sobre todo de las provincias de Zamora, Soria, León, Palencia, Burgos y Ávila, que es donde se encuentran las mascaradas más antiguas de cuantas se conocen en la Península Ibérica, por cuanto en tierras lusas son también habituales.

Se suelen celebrar entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera y se trata de carnavales atávicos están poblados de personajes a caballo entre lo animal y lo humano. Estas festividades son de origen prerromano o céltico y se adaptaron bien a la cultura romana, dispuesta a adoptar costumbres, dioses y fiestas. Además, encarnan un rito en el que el portador del personaje pasa de la juventud a la madurez adulta.

Con la denominación de Mascaradas en Castilla y León, se agrupan un conjunto excepcional, diverso y complejo de manifestaciones festivas que se celebran en pequeñas comunidades rurales de la Comunidad, en las que la máscara o careta se configura como elemento definidor del personaje ritual que interviene e interactúa con otros personajes o espectadores en diversas escenificaciones o representaciones de carácter teatral.

Diablos, zangarrones, tafarrones, madamas, visparros y todo tipo de personajes recorren las calles de distintos municipios en los que el desorden, el caos, los gritos, los saltos y las cerraras son habituales en estas celebraciones que en el inicio del cristianismo fueron vistas como representaciones paganas y por ello fueron desaparecieron poco a poco debido a las multas y sanciones que se imponían a quienes las practicaban, pero no del todo, y muchas aprendieron a convivir con la religión y se refugiaron en tiempo de Cuaresma y Carnaval.

Lo que sí hizo daño fue el éxodo rural de los años sesenta del pasado siglo, que dejó a los pueblos sin juventud provocando que no hubiera gente para seguir con las recreaciones de las mascaradas. Pero aún hoy se conservan alrededor de medio centenar de mascaradas de invierno en Castilla y León, que los vecinos de cada población recrean con entusiasmo y devoción para mantenerlas y difundirlas y que se han convertido a su vez en foco de atractivo turístico y, por ende, como revulsivo económico en esas zonas.

Estas son algunas de las más antiguas que se celebran con el Año Nuevo y en la primeta mitad del mes de enero:

El Zangarrón (Sanzoles, Zamora)

Desde primera hora de la mañana el Zangarrón, ataviado con tres cencerros al cinto y la espalda además de un tridente en la mano, se dedica a ir casa por casa del municipio zamorano de Sanzoles para felicitar el año a sus vecinos y desearles lo mejor, pero también para pedirles un aguinaldo. Hasta el mediodía, cuando llega a la ermita de Nuestra Señora del Castillo, donde hace una reverencia a la entrada de las autoridades municipales en señal de sumisión.

Durante la misa, el personaje espera a la entrada de la ermita hasta que el sacerdote da la bendición, momento en el que entra, hace tres reverencias, se acerca hasta el altar donde pincha con el tridente dos hogazas de pan, se las lleva y vuelve a saludar con tres reverencias al marcharse de vuelta al pueblo, donde se despide de los vecinos persiguiéndolos y azuzándoles en la plaza y las calles con su tridente.

El zangarrón en la fiesta de la mascarada de invierno en Sanzoles, a 26 de diciembre de 2021, en Zamora, Castilla y León (España)
El zangarrón en la fiesta de la mascarada de invierno en Sanzoles, a 26 de diciembre de 2021, en Zamora, Castilla y León (España)Emilio FraileEuropa Press

Los Carochos (Riofrío de Aliste, Zamora)

Esta localidad zamorana de Riofrío de Aliste acoge el primer día del año la mascarada de Los Carochos, una de las más ancestrales que se mantienen hoy, declarada de Interés Turístico Regional, y en la que participan nada más y nada menos que hasta once personajes, en donde cada uno de ellos tiene una indumentaria y utensilios propios (máscaras, tenazas, polainas, cencerros, capa, corcho…) y que, divididos en tres grupos, irrumpen en el espacio público al mediodía.

Primero los dos protagonistas, envueltos en humo, seguidos por el grupo de Los Guapos. A continuación, les sigue El del Lino para, después, hacerlo Los Filandorros, carro tirado por dos burros incluido, y El Gitano que cierra la comitiva, según reza en la web que habla de este rito (https://loscarochos.es/el-rito-de-los-carochos/.)

La careta del diablo grande, el personaje más conocido, es una máscara plana de corcho, pintada de color negro y con los ojos ribeteados de rojo, una nariz alargada y colmillos. Va vestido con una piel de oveja, chaqueta negra, pantalón, botas y polainas y su indumentaria se completa con media docena de cencerros sujetos a la cintura y unas tenazas extensibles de color rojo con las que amenaza a quien se cruza en su camino.

Los Carochos visitan las casas de los paisanos y piden el aguinaldo, en tanto que los Guapos hacen lo mismo, pero detrás de los protagonistas, utilizando la siguiente fórmula al entrar en cada casa: ‘Buenos días de Años Nuevos, en salida de Años Viejos, en vida de (cita los moradores de la casa)”. Y al salir, los personajes lo hacen con un ‘Que de hoy en un Año.

Los Carochos de Riofrío de Aliste (Zamora) durante su recorrido tradicional de Año Nuevo.
Los Carochos de Riofrío de Aliste (Zamora) durante su recorrido tradicional de Año Nuevo.Servicio Ilustrado (Automático)ASOCIACIÓN CULTURAL DE RIOFRÍO

Talanqueira o Visparra (San Martín de Castañeda, Zamora)

En la víspera de Reyes, el 5 de enero, se celebra en la localidad sanabresa de San Martín de Castañeda la “Talanqueira o Visparra”, una de las mascaradas de invierno de la provincia de Zamora más peculiares.

Una colorida vaca de tela, es el personaje principal de esta mascarada en la que tienen cabida otros personajes singulares como los visparros, el ciego y el cernadeiro, que no tienen otra misión que lanzar puñados de ceniza al público.

Todos ellos recorren las calles de la localidad y persiguen a la gente cantando y bailando para pedir el aguinaldo en forma, sobre todo, de embutidos y frutas.

Los Tafarrones (Rodiezmo, León)

También en el primer día del año, la localidad leonesa de Rodiezmo acoge otra festividad muy arraigada conocida como Los tafarrones, en la que participan el tafarrón grande, la güela, el güelo, el barbero, la barbera y el mariquita, quienes, desde casi el alba, desfilan por las calles del pueblo y hacen la ronda por las casas del municipio hasta que llega el momento culminante, que es la representación del parto de la güela, el afeitado de los paisanos por parte del barbero o el inventario de las propinas recibidas, que luego que sirven para fiestas y cenas posteriores.

Estos güelos son corrientes en otras mascaradas y representan a la madre naturaleza. Muchas hilan y otras paren algo muerto, como gran madre de todos. Antiguamente la güela tenía una gran chepa y el güelo golpeaba con una gran maza.

Los Tafarrones de Rodiezmo (León)
Los Tafarrones de Rodiezmo (León)Rodiezmo de la terciaLa Razón

El Guirrio (Santa Olaja de Eslonza, León)

En este pequeño pueblo leonés de Santa Olaja de Eslonza, se celebra cada 6 de enero, Día de Reyes, sale a la calle un peculiar personaje: El Guirrio, ataviado con retales y cintas de colores, con esquilas tintineantes colgadas a la cintura pero lo que más destaca de su apariencia son las orejas de burro, los crines de caballo y el pelo de jabalí que revisten su máscara, conservada con gran mimo desde el siglo XIX. A este singular personaje le acompañan otras tres no menos peculiares: el criao (portador de una horca donde se van colgando los chorizos), el andador (con una cesta para recoger los regalos) y el hombre del tambor.

Cuenta la tradición que el guirrio sale de una casa sin que nadie sepa quien es. Y mientras iba haciendo bailes y rodeaba las casas sin meterse dentro acompañado del resto de mozos que disfrutaban de la tradición de la alborada, hasta la hora de la misa. Después de la eucarstía sale y pide el aguinaldo acompañados de los andadores. El primero que daba el aguinaldo era el cura que daba un garrafón de vino. Mientras el guirrio corría a los rapaces y a las mozas por las calles, provocando estruendo con los campanas atados a la cintura. A continuación el guirrio entraba por las casas buscando a los más pequeños para asustarlos y para realizar la petición de aguinaldo. De esta forma se recorre todas las casas del pueblo para hacer acopio de enseres con los que los mozos preparan una suculenta comida. Cada uno aporta lo que puede en función de sus posibilidades. Tocino, huevos, patatas y hasta chocolate.

El Guirrio
El Guirriohttp://solangrey.blogspot.com/La Razón

La Bufa de San Antón (Aldeadávila de la Ribera, Salamanca)

La Bufa de Aldeadávila de la Ribera se celebra la víspera del Santo, el 16 de enero. Es la primera Mascarada de Invierno de la provincia de Salamanca y uno de los tesoros etnográficos que fue recuperado en el municipio. Este rito ancestral de origen prerromano e influencia pagana se mantiene fiel a sus orígenes: ahuyentar a los malos espíritus a través del sonido ensordecedor de cencerros, cazuelas y carracas, según cuenta el Ayuntamiento en su web.

La bufa sale al exterior para espantar a los malos espíritus recorriendo las calles del pueblo. Los asistentes al evento cogen paja de un carro y corren detrás del Judas y de la Urga (bruja) para ahuyentarlos. Al llegar a la plaza, quien sea cogido por uno de estos dos personajes, tiene que agarrase de la mano hasta ir formando una cadena con todos los que han sido atrapados.

Finaliza la fiesta con un convite popular, compuesto principalmente de empanadas y dulces típicos: perrunillas, mantecados y hojaldres, para el público que ha participado en la fiesta.

La indumentaria está inspirada en la burla que hacían los vecinos al obispo de Salamanca y a los franciscanos de Santa Marina que veían en las mascaradas un subterfugio para el demonio.

La Bufa de Aldeadávila de la Ribera
La Bufa de Aldeadávila de la RiberaAldeadávilaLa Razón

Las señales de está burla se revelan en los capirotes en forma de mitra y en las vestimentas realizadas con arpillera, simbolizando las ropas que vestían los monjes que habitaban el Convento de La Verde. El vestuario era adornado con cencerros a la cintura, vejigas hinchadas, cintas de colores y cualquier instrumento que sirviera para hacer ruido y, de esta forma, espantar al Judas y la Urga con el objetivo de evitar la esterilidad de sus animales y campos, papeles que representan a los malos espíritus y que cobran forma en un ser abominable, con aspecto de animal, y una bruja de poderes malignos.