Sociedad

Un banco de imágenes para preservar el patrimonio rural del Burgos del siglo XX

Con el éxodo rural, “la cadena de conocimiento se ha roto”, y este proyecto quiere volver a unir esos eslabones y rescatar del olvido los oficios tradicionales, destaca el profesor Óscar Melgosa

Cartel anunciador con el que promueven este banco de imágenes entre los burgaleses
Cartel anunciador con el que promueven este banco de imágenes entre los burgalesesUBULa Razón

Alrededor de 800 fotografías lleva recabadas la Universidad de Burgos (UBU) dentro de un proyecto para preservar el patrimonio etnográfico de la provincia, que busca crear un banco de imágenes en el que se muestren modos de vida, tradiciones y oficios de la España rural del siglo XX, explicados y contextualizados, como testimonio de una realidad que está prácticamente desaparecida.

La propuesta nació en junio de 2022 en el marco de la Cátedra de Etnografía y Estudios del Medio Rural, impulsada por la Universidad y la Diputación de Burgos, para que sirviese como “testimonio colectivo” de las formas de vida tradicionales pero también como material de consulta y estudio para investigadores y curiosos.

“La primera labor es rescatar ese patrimonio rural para preservarlo y difundirlo”, ante el riesgo de que se acaba perdiendo o malinterpretando, explica Óscar Melgosa, profesor del Área de Historia Moderna y responsable del proyecto.

Melgosa ha insistido en que se está ante una realidad “tremendamente ajena” para los más jóvenes, que “desconocen completamente este mundo”; y, además, los testimonios directos van desapareciendo y, con ellos, el contexto.

De ahí la importancia de aprovechar, mientras se pueda, esa fuente directa que explica, por ejemplo, para que sé usaba un apero de labranza o cómo se trabajaba en el campo, pues sin nociones previas y viendo solo lo que aparece reflejado en una imagen “se pueden cometer errores en la interpretación”.

El proyecto del banco de imágenes del medio rural parte de la idea de que sean los burgaleses (aunque se cuenta también con fotografías de otras provincias, como Soria o Palencia) los que rebusquen entre sus álbumes y remitan una copia escaneada de imágenes antiguas, con los datos básicos sobre lugar, fecha y descripción.

Luego, desde la Cátedra se encargan de completar esa información con los datos más científicos y académicos, con las referencias etnográficas, los apuntes patrimoniales y todo aquello que se pueda sumar, como la toponimia, que también está en vías de desaparición, ha lamenta Melgosa.

Óscar Melgosa ha explicado que, con el éxodo rural, “la cadena de conocimiento se ha roto”, y el banco de imágenes quiere volver a unir esos eslabones.

“No se pretende que volvamos a trillar con vacas ni a segar con la hoz”, ha matizado, pero sí que se conserve ese conocimiento, que los oficios, tradiciones y modos de vida que eran habituales hasta hace unas pocas décadas no se pierdan en el olvido.

El profesor de la UBU ha insistido en que son pocas las zonas de Castilla y León en las que todavía se pueden contemplar las tradiciones del medio rural; ese pastor con su rebaño de ovejas o cabras, sus perros (mastines y carea) y el burro, en cuyas alforjas llevar la merienda, el paraguas y cargar a los corderos recién nacidos.

Y casi ninguna en la que se pueda ver una yunta de bueyes o vacas arando una pequeña parcela, un huerto, casi a modo de resistencia, pero nunca de subsistencia porque el trabajo en el campo cambió hace décadas.

Imágenes de la “otra” transición

Desde que lanzaron el proyecto, e hicieron un llamamiento a través de las redes y de los ayuntamientos, han recibido alrededor de 800 imágenes, de las cuales, solo la mitad tendrían ficha de descripción completa.

La mayoría de las fotografías corresponden a los años ‘50 y ‘60 del pasado siglo, cuando los hijos salieron de los pueblos en busca de un futuro que la agricultura y la ganadería ya no garantizaba y, al volver en vacaciones, lo hacían cargados con una cámara de fotos.

Con ella retrataron esa otra transición, el paso del mundo rural clásico al contemporáneo, y solo con un análisis superficial de las imágenes se puede ver cómo cada comarca evolucionó a un ritmo diferente; cuáles eran los pueblos más ricos; y qué familias tenían más posibles, pues una imagen a veces sí vale más que mil palabras.

También cuentan con muchas fotografías sobre celebraciones familiares, fiestas de los pueblos, la vida cotidiana o los oficios tradicionales, y “todas tienen su encanto”, todas aportan información si se miran con la visión adecuada.

Óscar Melgosa ha insistido en que todos aquellos que han cedido sus imágenes “tienen que estar tranquilos”, pues aunque se tarde el banco de imágenes se creará y, a través de él, se podrá acceder a todas la imágenes donadas.

Mientras, tienen previsto organizar una exposición con las fotografías que ya se han sumado al proyecto, para “animar” a la gente, y para febrero programarán también una serie de conferencias sobre oficios antiguos, con el objetivo de destacar la importancia de conservar este patrimonio etnográfico antes de que se pierda para siempre.