Historia

La ciudad española donde se encuentran los restos del Cid Campeador (o al menos, eso dicen)

La leyenda de Rodrigo Díaz de Vivar también sacudió a su muerte y entierro y, siglos después, el misterio ha generado múltiples teorías e hipótesis

Rodrígo Díaz de Vivar, conocido como el El Cid Campeador, es sinónimo de lealtad, lucha y honor, un emblema de la Reconquista y parte de la historia de España
Rodrígo Díaz de Vivar, conocido como el El Cid Campeador, es sinónimo de lealtad, lucha y honor, un emblema de la Reconquista y parte de la historia de EspañaDreamstime

Entre la historia y la leyenda, el Cid Campeador es una figura fascinante que refleja la identidad cultural de España y el espíritu de la época Medieval. Este símbolo de la Reconquista refleja valores universales como el honor, la lealtad y el coraje, convirtiéndolo en un héroe intemporal. Gracias al Cantar de Mío Cid, una de las obras de la literatura española más conocida, se pueden descubrir sus hazañas. Así, diversos estudios afirman que sus restos se encuentra en una famosa catedral española, propia de la provincia que le vio nacer.

Rodrigo Díaz de Vivar nació en la localidad que lleva su apellido (Vivar, Burgos), sobre 1043. Fue un caballero castellano al servicio de distintos reyes cristianos y, posteriormente, independiente, llegado a conquistar Valencia. Su apodo "Cid" proviene del árabe sidi ("señor"), reflejando su respeto tanto entre musulmanes como cristianos. "Campeador" significa "guerrero que sobresale en el campo de batalla".

Su historia está profundamente influida por el Cantar del mío Cid, una obra literaria medieval, que aunque basada en hechos históricos, incluye elementos legendarios y ficticios. Es el primer gran poema épico en lengua castellana y una de las obras más importantes de la literatura española. En él, el Cid es retratado como un modelo de virtud, lealtad y honor.

En la realidad, sirvió tanto a cristianos como a musulmanes, siendo un líder pragmático en una época de alianzas cambiantes. Junto a su caballo, Babieca (que según la leyenda lo recibió de un monje y es uno de los equinos más legendarios de la literatura) y Tizona (su espada) protagonizó cientos de historias y leyendas.

Una de las más conocidas fue la conquista de Valencia (posterior a su destierro), lograda en 1094 y logrando establecer su propio señorío. En la ciudad viviría hasta su muerte en 1099, logrando la convivencia entre cristianos y musulmanes. También destaca las bodas de sus hijas (según la obra, Doña Elvira y Doña Sol), en relación al casamiento con los infantes de Carrión pero tras varios maltratos y humillaciones, finalmente se casan con los príncipes de Navarra y Aragón, sellando la alianza entre Castilla y otros reinos cristianos.

Catedral de Burgos, una hermosa iglesia gótica que guarda los restos de Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador)

Según diversos estudios, sus restos se encuentran en la española Catedral de Burgos, pues aquí estarían enterrados tanto él como su esposa, Doña Jimena. Los que se dicen que sus restos fueron enterrados en la mañana del 21 de julio de 1921 en esta prestigiosa catedral burgalesa, un lugar de privilegio con el que se intentó honrar los restos del que fue uno de los mayores héroes de la Edad Media.

Su sepultura había estado hasta entonces en San Pedro de Cardeña, un monasterio a las afueras de Burgos. Según la leyenda, el Cid fue atado a su caballo Babieca y enviado a batalla para inspirar miedo al enemigo, y los musulmanes creyeron que estaba vivo y huyeron aterrorizados. Su entierro había sido principalmente en Valencia, en la plaza en la que él murió, y luego fueron trasladados a este monasterio.

No obstante, aunque un cenobio que se ligó al poema y al exilio del caballero lo confirmaba, la historia demostró después que no fue así. Ni el Cid dejó allí a sus hijas ni a su mujer, ni él pasó por ese lugar con la pretensión de entregarlas a su cobijo. Asimismo, tras la invasión francesa, las tropas de Napoleón saquearon el cenobio, como solía suceder, y profanaron entonces las tumbas. Los restos no sobrevivieron al asalto, y lo que quedó de ellos, o supuestamente quedó de ellos, descansa ahora en la Catedral de Burgos.