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Historia

La espectacular ciudad española considerada como una de las bonitas villas medievales de Europa

Destaca su muralla y su rico patrimonio monumental

Vista exterior de la ciudad de Ávila JcylJcyl

Muchas veces los españoles no somos conscientes de lo bello que es nuestro país. Y muchas veces nuestras ciudades son valoradas más allá de nuestras fronteras. Es el caso de una coqueta capital que está considerada como una de las tres ciudades medievales más impresionantes de Europa, por su muralla, su espectacular patrimonio monumental y por su belleza.

Durante la Edad Media, el país experimentó un importante crecimiento cultural y arquitectónico que ha dejado un legado excepcional. Cada ciudad tiene su propia personalidad y su propio encanto, lo que las hace únicas y especiales. Pasear por sus murallas, callejuelas y plazas es como un viaje en el tiempo.

Ávila

Es el caso de Ávila, que es una ciudad que te transporta a la época medieval en cada esquina. Tras la fundación romana y la asimilación de la población autóctona vetona de la zona —pues no existen indicios claros de un asentamiento prerromano en el casco histórico— la ciudad pasaría al poder visigodo. Ávila, al igual que la mayor parte del territorio peninsular, cayó bajo dominio musulmán a comienzos del siglo VIII, y no sería reconquistada de forma definitiva por las tropas cristianas hasta el siglo XI. Experimentó un notable auge durante el siglo XVI, para verse posteriormente sumida en una prolongada crisis y declive hasta el siglo XIX, en el cual la construcción del ferrocarril consiguió dar cierto empuje al desarrollo económico.

Ha sido considerada tradicionalmente como «ciudad de cantos y de santos» y su casco histórico medieval, en excelente estado de conservación, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985.

Joyas patrimoniales

Muralla

La seña de identidad de Ávila es su muralla medieval. Constituye una de las mejores representaciones de arquitectura defensiva conservada íntegramente en el mundo. Con 2000 años de existencia ha pervivido a todos los avatares de la historia.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en la muralla ponen de manifiesto la construcción de la muralla en el siglo I d. C., con el mismo trazado y superficie que la actual. Todos los indicios permiten hablar de la continuidad de la muralla a lo largo de 2.000 años, en mejor o peor estado. Destacando su presencia en los momentos más convulsos de nuestra historia como puede ser la época tardoantigua o su momento más representativo, porque es el que nos ha llegado integro, que es la plena Edad Media.

Mandada reconstruir por Alfonso VI (1048-1109) tras la conquista de Toledo, tiene una nueva intervención con Alfonso VIII (1155-1214) que es la que ha llegado a nuestros días. Son momentos en los que la defensa era necesaria, pero también de gran esplendor de la ciudad.

En el siglo XVI las antiguas casonas que se encontraban junto a la muralla se transforman en los palacios que se adosan a ella, configurando un doble sistema defensivo, que además contribuyó al mantenimiento de la misma, ya que cada palacio cuidaba de su espacio de muralla.

Cimentada sobre roca, supone una potente cerca de mampostería granítica, macizada con piedra y mortero de cal. Tiene una forma de cuadrilátero irregular, casi de rectángulo, orientado longitudinalmente E-O. Se inicia su construcción por los frentes más vulnerables, el Este y el Oeste, por donde se carece de defensa natural.

El lienzoEste, al ser más difícil de defender por encontrarse en la parte amesetada del cerroen que se encuentra construida, es el más robusto y grandioso. Con muros de 3 metros de espesor y una media de 12 metros de altura, aproximadamente cada 20 metros se dispone una torre, por lo general semicircular, que sobresale 8 metros, disponiendo este lienzo de las puertas mayores y más sólidas de todo el trazado, con influencias islámicas en su configuración.

La muralla tiene unas dimensiones de33 hectáreas. en su interior, 2.516 metros de longitud desde su origen. En origen tuvo 88 cubos o torreones, desapareciendo uno en el siglo XVI para construir la Capilla de San Segundo junto a la Catedral, por lo que en la actualidad cuenta con 87.

En el lienzo septentrional y el poniente las puertas pierden en majestuosidad, observándose en sus torres las huellas de los obreros mudéjares (empleo del ladrillo). El lienzo meridional, quizás por ser el más agreste, presenta torres de menor tamaño, tendiendo a circulares y más espaciadas en la zona más próxima al río.

Destacable es observar en el lienzo Este la gran cantidad de materiales de cronología romana reutilizados (estelas, aras, cápsulas de cenizas, cupae, cornisas, verracos, columnas, …) y que procederían del desmantelamiento de una necrópolis altoimperial que se extendería por las inmediaciones.

En el siglo XVI siguió cumpliendo funciones de seguridad sanitaria y control económico, llevándose a cabo reformas encaminadas a su reparación, pero, desaparecido el peligro de enfrentamiento bélico, se decide desmontar algunas defensas complementarias (barbacana, foso, …), que, en realidad, se mostraban ineficaces ante la maquinaria militar de la época.

Las reparaciones y restauraciones realizadas con anterioridad a la declaración de Monumento Nacional (24 de marzo de 1884), se caracterizaron por su carácter puntual. Dos acontecimientos provocarán la continuidad de su función defensiva: la ocupación francesa (1809-1812) y las guerras carlistas (1833-1840).

A finales del siglo XIX algunos círculos intelectuales abogaron por la demolición de la muralla, tal y como se estaba haciendo en otras ciudades europeas al considerarse que eran un freno para el desarrollo urbano. El empeño del Ayuntamiento en su conservación se plasmo en 1884 en la solicitud de declaración de Monumento Nacional y de conservación y restauración. El Ayuntamiento después de la catalogación se la cedió al Estado, que envió A E. M. Repullés y Vargas para que hiciese un levantamiento completo de su estado y se procediese a su restauración. A partir de ese momento las intervenciones que se han llevado a cabo en ella han ido encaminadas a su conservación y conocimiento mediante acciones como la apertura del adarve a la visita pública.

En 1982 la parte antigua de la ciudad es declarada B.I.C, en la categoría de Conjunto Histórico, por Real Decreto 3940/1982, y en 1985 la Unesco declaró a la ciudad antigua de Ávila y sus iglesias extramurosPatrimonio Mundial, siendo la muralla uno de los valores más destacados de la designación.

Visitable en buena parte de su trazado, y accesible a todos los ciudadanos, se puede entrar a ella por la Casa de las Carnicerías, la Puerta del Alcázar y la Puerta del Puente, según destaca el Ayuntamiento en su página web.

Catedral

La catedral de Ávila se proyecta como templo y fortaleza, siendo su ábside, conocido como cimorro y entestado en la muralla, el cubo más robusto del lienzo oriental. Considerada la primera catedral gótica de España, se erige sobre los restos de un primitivo edificio dedicado a El Salvador, siendo en el año 1172 cuando Alfonso VIII decide la ampliación de la fábrica anterior, encargando los trabajos al maestro de obras francés Fruchel. Éste será el encargado de comenzar la consolidación del actual edificio, en estilo románico de transición al gótico, interviniendo en la realización del ábside o cimorro, construido en granito “caleño” sangrante, de la girola (que conserva los primitivos ventanales románicos), del primer cuerpo del crucero y del cimiento de los muros en piedra “caleña”. Tras su muerte, una segunda fase constructiva muestra el cambio de materiales con la utilización de sillares de granito, continuándose la obra en estilo gótico.

La construcción, de claro estilo borgoñón, se inscribe en planta de cruz latina formada por tres naves, crucero y cabecera semicircular de doble girola, con capillas entre sus contrafuertes, flanqueado a los pies por dos torres de planta cuadrada (la de la derecha inacabada y la izquierda rematada en merlones con saeteras) y cubiertas mediante bóveda de crucería, cuyos nervios descansan sobre semicolumnas adosadas a los pilares de separación de las naves, y refuerzo de arcos fajones apuntados. En la diferencia de altura de las naves se abre un doble cuerpo de ventanas formado por paños de vidrieras, las cuales resultaron dañadas en el terremoto de Lisboa del año 1755 y tuvieron que ser repuestas posteriormente.

Del siglo XIII son el primer cuerpo de las torres y las naves, y del XIV el segundo cuerpo de las torres, el claustro (rematado en el XVI), las bóvedas y los arbotantes. En la segunda mitad del XV la portada de acceso –puerta de los Apóstoles del siglo XIII- fue desmontada y trasladada al muro norte; Juan Guas será el autor de la nueva portada occidental. En 1578, sobre el original tejado de piedra berroqueña, se levanta, previo alzamiento de los muros laterales en ladrillo, la actual cubierta. A finales del XVI- principios del XVII se concluyen las obras, con la anexión de algunas capillas.

En el interior del templo, de indispensable disfrute es:

-Trascoro. Obra de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo. Encargado en 1531, suponen unos bajorrelieves platerescos, con escenas bíblicas, de gran calidad artística.

- Girola. Sobresale el sepulcro de El Tostado, de Vasco de la zarza (primer tercio del Siglo XVI), obra esencial del renacimiento español.

- Coro. Realizado por varios autores (1536-1547), es pieza fundamental.

- Retablo del Altar Mayor (1499-1512). Obra de Pedro Berruguete, Santa Cruz y Borgoña, con influencias del Cuattrochento italiano y de la escuela flamenca.

- Altar de San Segundo. Con bajorrelieves, de Isidro Villoldo (1547), de gran simbolismo.

- Altar de Santa Catalina. Bajorrelieves concluidos en 1529, es obra de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo.

Declarada Monumento Nacional en 1914.

Plaza del Mercado Chico

Presidiendo la plaza del Mercado Chico, la historia de la Casa Consistorial irá unida a este espacio público. La plaza comenzará a formarse en los albores de la Repoblación de Ávila, a finales del siglo XI, fechas por las que también nace la Plaza del Mercado Grande, siendo, junto con la Plaza de San Vicente, los centros neurálgicos de la ciudad.

Se remonta el ayuntamiento a los Reyes Católicos cuando, preocupados porque el Concejo carecía de un lugar para celebrar reuniones (lo venían haciendo a la puerta de la iglesia de San Juan, también integrada en la plaza), ordenan la construcción de un consistorio. En la Edad Media la plaza estaría porticada, con pilares de ladrillo y dinteles, sustituidos en 1518 por otros de piedra.

El estado de la plaza y consistorio es ruinoso a mediados del siglo XVIII, hecho que obligará al Concejo a iniciar un proyecto para mejorar su aspecto y conformar una plaza regular con soportales.

Entre 1839 y 1845 se construye el actual edificio del consistorio, que será modificado y ampliado entre 1862 y 1868. De estilo Isabelino y ejecutada en sillería de granito, la fachada, con una composición geométrica, se divide en tres cuerpos horizontales: soportales con pillares de sillería de base cuadrangular donde apoyan los arcos de medio punto; cuerpo intermedio, dividido en tres calles verticales, en cada una de las cuales se abre una puerta a una balconada; cuerpo superior coronado en torres laterales gemelas.

Basílica de San Vicente

Extramuros, la basílica de San Vicente, construida en granito “caleño”, se levanta, muy condicionada por la orografía, en el lugar donde la tradición señala fueron martirizados y enterrados Vicente, Sabina y Cristeta. Es el gran modelo del románico en Ávila y sus cuidadas proporciones le convierten en un ejemplo único del románico hispano; receptor de las influencias foráneas y de la fábrica de la catedral, es al mismo tiempo difusor del estilo en la ciudad.

Su planta es de cruz latina con tres naves de seis tramos y un brazo de crucero, presentando la singularidad de contar con un triforio gótico sobre las naves laterales. La esbelta cabecera triabsidiada se levanta sobre una cripta funeraria de carácter litúrgico.

Su construcción se inicia hacia 1120, ejecutándose la caja general, hasta alcanzar la puerta Oeste; hacia mediados de la centuria (1150-1170), se alzaron las torres y el nártex de entrada, cerrándose las naves laterales con bóvedas de cuarto de cañón deprimido y bóvedas nervadas para la central, que ya anuncian el gótico. A mediados del siglo XIII se cubre el cimborrio con bóveda ochavada.

Los capiteles historiados de la capilla mayor, el cenotafio de los santos (obra de Fruchel de mediados del siglo XII), en el que se relata la detención, condena y martirio de los santos Vicente, Cristeta y Sabina, la portada occidental y la cornisa meridional, constituyen lo mejor de la escultura románica del templo y de la ciudad. La galería porticada, adosada al mediodía, se construye en el siglo XV.

San Vicente será el primer edificio español restaurado de acuerdo a criterios historicistas, donde Hernández Callejo, Vicente Miranda y, sobre todo, Repullés y Vargas intervinieron desde mediados del siglo XIX hasta el primer cuarto del XX.

En la cripta se encuentra la imagen de la virgen de la Soterraña (siglo XV), venerada por Santa Teresa de Jesús. Declarada Monumento Nacional en 1923.

Monasterio de Santo Tomás

El monasterio dominico de Santo Tomás fue construido bajo el mecenazgo de Hernando Núñez de Arnalte -tesorero de los Reyes Católicos-, su mujer María Dávila, el inquisidor fray Tomás de Torquemada y los Reyes Católicos. Los trabajos comenzaron en el año 1482 y en 1493 concluyen, aunque posteriormente, por iniciativa de los Reyes Católicos, se construirá un palacio en torno al claustro oriental o “de los Reyes”, y el sepulcro del Infante Don Juan en la iglesia, fallecido en 1497.

Sede inquisitorial, en el siglo XVI se establece la Universidad de Santo Tomás, que perdurará hasta el XIX. El monasterio ha sufrido multitud de agresiones a lo largo de la historia: saqueado durante la invasión francesa, abandonado tras la desamortización de Mendizábal y afectado por incendios en 1699 y 1936.

Cuenta el complejo con tres claustros:

- Del Noviciado. De estilo toscano y 20 arcadas, está marcado por su sobriedad, con ausencia absoluta de ornamentación.

- Del Silencio o de los Difuntos. Lugar donde se enterraban los frailes, con 18 arcos en su planta inferior y 38 arcos polilobulados en la superior, con decoración abundante en los tramos intermedios.

- De los Reyes. Distribuyendo las estancias del palacio real, dispone de 40 arcos en la planta inferior y 56 en la superior, decorados con el prototípico perlado abulense.

La fachada de la iglesia se organiza a partir de un arco escarzano y dos contrafuertes que la recorren verticalmente. La esbeltez se ve rota por la existencia de un enorme rosetón y el no menos imponente escudo de los Reyes Católicos. El ritmo decorativo lo completan 10 esculturas de Gil de Siloé.

Del interior impresiona la esbeltez de la nave principal y la ramificación de los nervios que conforman la bóveda del crucero, delimitando el área dedicada al sepulcro del Infante Don Juan.

El palacio alberga un Museo de Arte oriental y otro de Ciencias Naturales. En 1931 es declarado Monumento Nacional.

Basílica de Santa Teresa

La iglesia, levantada sobre la casa natal de Teresa de Cepeda y Ahumada, forma conjunto con el convento carmelitano. Por debajo, la gran cripta abovedada de enterramientos, actual museo teresiano y única dentro de la arquitectura religiosa española. Dirigidas las obras por el arquitecto carmelita Fray Alonso de San José, se inician en 1629, inaugurándose el 15 de octubre de 1636.

En el más puro estilo Barroco Carmelitano, la iglesia tiene planta de cruz latina con nave central y capillas laterales, cuatro por banda. El alta mayor no sigue la orientación litúrgica establecida, alteración que responde al hecho de hacer coincidir el presbiterio con los aposentos donde nacería Teresa de Jesús. En el brazo derecho del crucero se abre el acceso a la capilla de Santa Teresa, coincidente con estancias de la residencia paterna, y, enfrente, la “huertecilla donde la Santa hacía sus ermitas”.

La fachada, planteada a manera de retablo, se organiza en tres cuerpos, destacando la imagen de la Santa, en mármol, y los escudos de los Cepeda y Ahumada, la Orden de los Carmelitas descalzos, el del Conde Duque de Olivares, el de Intendencia y el de Doctora de la Iglesia.

En el interior, notorio es el conjunto escultórico, obra de Gregorio Fernández (siglo XVII) y de su taller.

En la misma plaza, se encuentra la Sala de las Reliquias y una pequeña tienda de recuerdos. En 1886, iglesia y convento son declarados Monumento Histórico.

Las otras dos ciudades europeas que forman este magnífico pódium son:

Bamberg (Alemania)

Esta ciudad parece sacada de un cuento. Su casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se extiende sobre siete colinas y combina la arquitectura medieval con el Renacimiento. El icónico ayuntamiento, construido en una isla artificial sobre el río Regnitz, es un símbolo de la ciudad y representa la lucha de poderes entre la iglesia y los ciudadanos.

A esto se suma su impresionante catedral románica, que alberga el único sepulcro papal fuera de Italia.

El casco antiguo, con sus casas medievales perfectamente conservadas, ofrece un ambiente único, especialmente en el barrio de pescadores conocido como "Pequeña Venecia", donde las viviendas de entramado de madera parecen flotar sobre el agua.

En Bamberg también se encuentra la Residencia Antigua, un imponente palacio barroco que refleja la opulencia de los príncipes-obispos que gobernaron la ciudad hasta el siglo XIX.

Berna (Suiza)

La ciudad es famosa por su casco histórico rodeado por el río Aare y sus seis kilómetros de arcadas medievales. La catedral gótica, con una torre de más de 100 metros, es uno de los puntos más destacados.

Pero la verdadera magia de esta ciudad está en sus más de 100 fuentes adornadas, que cuentan historias alegóricas y añaden un carácter especial a las calles empedradas. Otro de sus atractivos es la famosa Torre del Reloj (Zytglogge), que no solo marca las horas, sino que alberga un complejo mecanismo astronómico del siglo XVI. Este reloj es uno de los grandes símbolos de Berna y representa el ingenio medieval, con figuras animadas que deleitan a los visitantes cada vez que se pone en marcha. No muy lejos, el Jardín de las Rosas ofrece vistas panorámicas del casco antiguo, convirtiéndose en un rincón ideal para disfrutar del encanto de la capital suiza.