Turismo

Estos son los mágicos pueblos medievales ideales para visitar en enero

Historia, patrimonio y gastronomía inundan sus calles

Castillo de Turégano
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España es muy grande por la historia que atesora. Durante su mayor época de esplendor, la Edad Media, muchos fueron los pueblos que crecieron, lo que permitió que sus calles se inundaran de grandes murallas, emblemáticas fortalezas, callejuelas encantadoras y una belleza fuera de lo normal.

Hoy en día, estos bonitos pueblos son mucho más que patrimonio. Son conjuntos históricos que presumen de contar con plazas empedradas, iglesias antiquísimas y unos baluartes y muros que dan fe de su importancia siglos atrás. Pequeñas joyas medievales de España que merece la pena conocer, sobre todo, por su patrimonio, aunque muchas de ellas también presumen de poseer una gran gastronomía.

Uno de los recorridos actuales que destacan por la espectacularidad de estos municipios es la Gran Ruta de Ciudades Mágicas y Villas de los Antiguos Reinos. Un fabuloso trayecto, desde Castilla-La Mancha hasta Asturias, cruzando por la Comunidad de Madrid y Castilla y León, trazado por Pueblos Mágicos para dar a conocer algunos de los secretos mejor guardados de nuestro país, que han dejado como herencia castillos, fortalezas y palacios regados con maravillas naturales.

La ruta puede arrancar en Campo de Criptana, en Ciudad Real, mundialmente conocido, por sus molinos de viento, que evocan las historias de Don Quijote y Sancho Panza, narradas por Miguel de Cervantes, ofreciendo una de las imágenes icónicas del corazón de tierras manchegas.

Por los restos arqueológicos encontrados se puede afirmar que el término municipal de Campo de Criptana ha sido un área poblada desde el neolítico. Tras la caída del Imperio Romano, el término municipal inicialmente formó parte del efímero reino alano para pasar después al dominio visigodo. Durante esta época, la población parece centrarse en el poblado de Villajos y en torno al puesto fortificado existente en el Cerro de la Virgen, lugares donde se mantuvo ya en época musulmana, en la cual, el término municipal quedó bajo la esfera de la ciudad de Toledo, tanto durante el califato como durante la Taifa de Toledo a la cual perteneció.

Durante el proceso de reconquista, iniciado en la región por Alfonso VI con la toma de Toledo, las poblaciones del término pasaron de manos musulmanas a cristianas y viceversa en varias ocasiones no quedando consolidada la pertenencia al territorio castellano hasta la victoria cristiana en Las Navas de Tolosa.

La villa experimentó un notable crecimiento en el siglo XVI durante el que se construyeron buena parte de los monumentos hoy existentes. También fue escenario de la actuación de las guerrillas en la Guerra de la Independencia durante la cual, se dieron varios combates en la población entre fuerzas españolas y napoleónicas.

Pasado el reinado de Isabel II, la localidad experimentó un notable desarrollo ayudado por la pronta llegada del ferrocarril que la conectó con Madrid y con el puerto de Alicante. Durante la segunda mitad del siglo XIX, sufrió la crisis cerealística europea de la que salió reconvirtiendo gran parte de sus cultivos de cereal hacia el viñedo. Este hecho la marcó de manera importante ya que la mayor necesidad de jornales para el cultivo de la viña ayudó a fijar e incrementar la población a la vez que también se desarrolló un importante tejido empresarial -bodegas y fábricas de alcohol- en torno al procesamiento de la uva y en el que participaron inversores llegados de otras regiones de España.

El primer tercio del siglo XX significó para Campo de Criptana una época de notable crecimiento durante la cual duplicó su número de habitantes. El continuo desarrollo del sector vitivinícola permitió una buena situación económica y el surgimiento de una importante actividad cultural con mejora de la escolaridad, actividades en el teatro municipal, publicaciones de prensa local o la fundación de su equipo de fútbol en 1925. La evolución de este periodo se truncó en los años 30 en los que el sector del vino sufrió una importante crisis y la población no fue ajena a los conflictos sociales que surgieron a nivel nacional y que desembocaron en la Guerra Civil, contienda durante la cual, la villa permaneció en todo tiempo dentro del territorio republicano.

Tras la difícil recuperación de la Guerra Civil, la localidad sufrió durante los años 50 una importante crisis demográfica debido a la mecanización agrícola que dejó sin ocupación a buena parte de su población. Esta crisis se agravó en décadas siguientes. No sería hasta bien entrado el periodo democrático, en los años 80, cuando la población pudo recuperarse y aumentar su número de habitantes a lo que finalmente contribuyó de manera importante el boom constructor del siglo XXI.

Dejamos tierras manchegas y el visitante se adentra en la provincia de Ávila, más concretamente en la maravillosa Sierra de Gredos, con numerosos pueblos llenos de impresionantes castillos, iglesias, ermitas y monasterios, en los municipios de Mombeltrán, Piedralaves, La Adrada o El Tiemblo, hasta llegar a Arévalo, una zona poblada desde tiempos remotos, habiéndose hallado yacimientos prehistóricos cercanos a la población. Se fundó hacia 1085-1090, en el contexto de la Reconquista cristiana, simultáneamente a las poblaciones de Olmedo y Medina del Campo. El 2 de julio de 1494 se ratificó en Arévalo el Tratado de Tordesillas. Este acuerdo sería también ratificado en Setúbal por el monarca portugués Juan II el 7 de septiembre de 1494.

El comienzo del siglo XIX trajo sin embargo una importante crisis de subsistencia durante la cual se duplicó de la tasa de mortalidad. La villa adquirió el título de ciudad el 19 de julio de 1894, concedido por María Cristina de Habsburgo-Lorena, regente de Alfonso XIII. Arévalo y Ávila fueron las dos localidades de la provincia en las que a finales del siglo XIX empezaron a aparecer los primeros colegios privados de enseñanza primaria.

En la actualidad es una de las ciudades de Castilla con mayor cantidad de monumentos mudéjares. Se trata de una ciudad con declaración de conjunto histórico-artístico, en la que cabe destacar su castillo, su muralla, numerosas iglesias y espectaculares puentes.

El recorrido en tierras castellanas continúa por la impresionante villa segoviana de Turégano, en la que hay constancia de la llegada de los romanos a la comarca y de la ocupación musulmana en el siglo VIII. Destaca por su riqueza patrimonial, y cuenta con la peculiaridad de tener un Castillo de color rosa. Se trata de una fortaleza del siglo XII, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1931. En este castillo estuvo preso en 1585 Antonio Pérez, secretario del rey Felipe II. Antonio Pérez planeó su fuga y sus partidarios se establecieron en el cercano pueblo de Muñoveros. Consiguieron entrar en el castillo los asaltantes pero la astucia de los alguaciles les convenció para que desistieran de su intento.

Una singularidad de este castillo es que integrada en su construcción se encuentra la iglesia de San Miguel, que se construiría en la segunda mitad del siglo XII, presentando una planta basilical de tres ábsides y tres naves, toda ella abovedada en piedra, lo que le aporta una monumentalidad excepcional en el románico segoviano, a lo que hay que añadir la ubicación de la torre campanario en la zona del crucero.

El "Castillo Rosa" no es el único atractivo turístico de esta villa segoviana. La localidad cuenta con numerosos monumentos destacables como:

- La Plaza de España: Todos los acontecimientos de Turégano giran en torno a este espacio, que a principios del siglo XX se llamó Plaza de Alfonso XIII, más tarde de la República y ahora de España. También denominada "De los Cien postes" por el Cronista oficial de la villa, Victoriano Borreguero, según explica la web terranostrum.es. Con usos diversos, desde antiguamente, la Plaza España ha servido de escenario para la celebración de ferias y mercados que tanta importancia adquirieron en la villa; igualmente y desde finales del mes de agosto se puede contemplar, ya montado, su coso taurino listo para festejar las célebres corridas medievales del municipio.

- La Iglesia de Santiago Actual: Parroquia de la villa y monumento nacional, es una verdadera joya artística, no sólo por su ábside románico del siglo XII, sus retablos barrocos y el primitivo retablo románico en piedra, sino por el increíble tesoro escultórico, de orfebrería y de elementos religiosos acumulados en ella como consecuencia de haber heredado algunas piezas únicas.

- Palacio Episcopal: Fue mandado construir por el prelado D. Manuel Murillo Argaiz para residencia de los obispos durante sus estancias en la villa. Se encuentra situado en el lado sur de la Plaza España y actualmente tiene su entrada principal por la carretera general, frente al ábside románico de la iglesia de Santiago.

Tras recorrer varias provincias de la meseta castellana, la localidad vallisoletana de Peñafiel merece una para obligatoria en el camino.Villa histórica repoblada en el año 912 y reconquistada en 1013, se encuentra estratégicamente situada en el centro de su comarca. A principios del siglo X Penna Fidele se erige como plaza fuerte del Condado de Monzón frente a Al-Ándalus, pasando a depender a finales de siglo del condado de Castilla. Con Sancho García, adquiere una posición privilegiada al albergar un castillo de frontera.

El gran señor de la villa fue Don Juan Manuel (1282-1348), señor, duque y príncipe de Villena, hijo del infante Don Manuel y sobrino del rey Alfonso X el Sabio, eligió Peñafiel como el lugar preferido de todos sus estados repartidos por varios lugares de la geografía española.

La ilustre villa de Peñafiel contó —desde su fundación en 1013— con una verdadera historia, vinculada al proceso artístico y social. Albergó un gran número de edificios civiles y religiosos de gran importancia. Desde la etapa medieval, Peñafiel llegó a reunir un total de 18 Iglesias, así como los tres Conventos (Dos de frailes y Uno de Monjas). Aparte, también de las seis Ermitas documentadas, dos de ellas conservadas.

Entre sus atractivos destaca su Castillo, considerado como una de las fortificaciones más bellas del medievo español, caso típico de los castillos roqueros. Fue edificado, en una primera parte, entre los siglos IX y X, siendo pieza importante durante la conquista definitiva de la plaza por el conde castellano Sancho García en el año 1013. Posteriormente, fue reedificado en la época del infante don Juan Manuel, señor de la villa. La fisonomía actual del castillo corresponde a las obras realizadas hasta la tercera cuarta parte del siglo XV.

En la actualidad, en el castillo se encuentra ubicado el Museo Provincial del Vino de Valladolid después de una rehabilitación del mismo. Recibe más de 140.000 visitas al año. Hay visitas guiadas en varios idiomas y degustación de los célebres vinos de la Ribera del Duero y del resto de denominaciones de la provincia.

También cabe resaltar su Plaza del Coso (siglos XIV-XVIII), en la que anualmente se celebran fiestas y festejos con motivo de las Fiestas de Nuestra Señora y San Roque del 14 al 18 de agosto, con grandes festejos taurinos y encierros de reses por la zona urbana. La suelta de toros en esta plaza está documentada a partir del año de 1433, siendo una de las plazas medievales de toros más antiguas de España.

Actualmente se atribuye a esta plaza el ser "Una de las primeras plazas mayores de España", dada por su singularidad. Su emplazamiento no constituye un espacio en el que preside un Ayuntamiento o Concejo o la plaza que se organiza en torno a una Iglesia Parroquial. Por ello su construcción se realizó desde antiguo para fines lúdicos, entre los que destacaban las justas y torneos medievales y posteriormente las sueltas y corridas de toros.

También son muy famosas las bodegas subterráneas ubicadas en la falda del Castillo. Algunas son muy antiguas, de finales del siglo XV.

El recorrido continúa por tierras palentinas, con pueblos de singular belleza como Becerril de Campos, Frómista o Sahagún, pero en esta zona tiene especial relevancia Brañosera, por ser el pueblo más antiguo de España. Está situado en la comarca de la Montaña Palentina en la vertiente sur de la Sierra de Híjar.

Está considerado el primer ayuntamiento de España al serle concedida en el año 824, siendo por entonces parte del Reino de Asturias, la primera carta puebla. Es una de las localidades de la Ruta de Besaya, perteneciente al Camino de Santiago del Norte.

El primer pueblo de España es un rincón especial, una puerta a la riqueza de la Montaña Palentina y una forma de ser y vivir que ha perdurado a través del tiempo. No ha perdido su condición ganadera, pero hoy muchos de sus vecinos han apostado también por el turismo rural.

Brañosera también es muy reconocido por su patrimonio histórico, y más concretamente por su Románico. El municipio cuenta entre otros monumentos con la Ermita de San Roque, que es de nave única, orientado y rematado al este por ábside semicircular. Hay un ventanal aspillerado hacia la cabecera del muro sur. Del templo original, resta su perímetro parte de sus muros y cilindro absidal. El resto es rehecho; y se puede advertir bien a las claras al interior, donde la estructura de las cubiertas recuerda más a la de un refugio de montaña que a bóvedas apuntadas.

Cambiamos de Comunidad Autónoma y nos adentramos en Asturias, hasta llegar al final del viaje en Cangas de Onís, que fue capital del Reino de Asturias hasta el año 774. En esta población se estableció el rey Don Pelayo, y desde aquí emprendió con sus gentes acciones sobre los territorios del norte de España, como único foco de resistencia al poder musulmán, una vez desaparecido el Reino visigodo.

En este término municipal tuvo lugar en el año 722 la batalla de Covadonga, donde Don Pelayo venció a las fuerzas musulmanas y consolidó un poder y prestigio que le permitió permanecer independiente y fundar el primer reino cristiano posterior a la derrota de los visigodos en la batalla de Guadalete. Próximo a la ciudad de Cangas de Onís, se encuentra el Santuario de la Virgen de Covadonga, que alberga la tumba del Rey Don Pelayo.

Hay que destacar que Cangas de Onís por ser el lugar elegido por la nueva monarquía asturiana tiene una serie de construcciones regias que comienzan en el siglo VIII, y en el que resaltan: - La iglesia de la Santa Cruz, construida en el 733. Su estado actual es una reconstrucción hecha por Luis Menéndez-Pidal y Álvarez, en la posguerra, ya que fue destruida para dejar al descubierto el dolmen, consta de un pórtico con una columna toscana sobre un alto pedestal, son importantes los relieves de este pedestal y una escalera de acceso que se cierra en el lateral con un muro liso rematado por un campanario. El interior es una capilla rectangular con la cabecera plana y cubierta abovedada, en su cripta está el dolmen. Es Monumento Histórico Artístico.

- El palacio de Cortés (Cangas de Onís), del siglo XVIII, de planta rectangular con capilla adosada a un extremo. Su puerta es de arco de medio punto sobre pilastras. El palacio es de dos plantas y una tercera abuhardillada. Su entrada se hace a través de un gran portalón, rematado en arco carpanel que da acceso a un gran zaguán de donde sale una escalera en dos tramos.

- El puente, que aunque es conocido como el puente romano, su construcción fue durante el reinado de Alfonso XI con su famoso arco peraltado y otros dos arcos menores que son desiguales, este puente bien pudiera ser una reconstrucción de otro anterior, ya que esta zona sufrió una gran romanización. Esta construcción es conocida como el puentón. Es Monumento Histórico Artístico.