Curiosidades

La obra maestra de la ingeniería del siglo XX que cumple cuatro décadas y sigue asombrando al mundo

En su momento, este viaducto llegó a ostentar varios récords que elevaron su categoría y conocimiento a nivel internacional

Estado del embalse de Barrios de Luna, que se encuentra al 77,2 por ciento de su capacidad
Estado del embalse de Barrios de Luna, que se encuentra al 77,2 por ciento de su capacidadJ. CasaresAgencia EFE

Castilla y León es, además de una de las regiones más extensas de Europa, una Comunidad histórica y cultural. Rica y variada en patrimonio artístico y monumental, con unos paisajes y una naturaleza casi inigualables, pero también es un territorio en el que destacan sus obras de ingeniería civil.

Ahí está el caso del Canal de Castilla, una de las obras de ingeniería hidráulica más importantes de las realizadas entre mediados del siglo XVIII y el primer tercio del XIX en España o los numerosospuentes ferroviarios que salvan al río Duero en su recorrido por la Comunidad hasta Portugal, joyas del patrimonio industrial, aunque algunos de ellos abandonados y en el olvido tras el cierre de numerosas líneas ferroviarias, si bien hay otros que se han recuperado para el turismo y que forman parte de rutas de senderismo verde e incluso otros en los que se está estudiando aprovecharles como paso de peatones para darles un nuevo uso civil.

Castilla y León puede presumir también de contar con otras obras maestras de ingeniería que pueden disfrutarse con el coche en un paseo durante un día cualquiera. Es el caso del Puente Ingeniero Fernández Casado de León, que permite sortear las aguas del pantano de Luna en la provincia de León, y por eso también se le conoce como el puente de Luna, que este 2023 cumple 40 años y en un estado inmejorable.

Una infraestructura que, además, se ubica en un entorno natural espectacular, en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna, en tierras leonesas, cuya singular estampa atirantada en la autopista del Huerna le ha hecho acreedor de ser considerado como un icono o emblema del pasado pero reciente siglo XX. Forma parte de la autopista AP-66 que sigue el trazado de la Ruta de la Plata, que une Sevilla y Gijón, y que en su punto kilométrico 96 cruza el embalse de Barrios de Luna a la altura del antiguo pueblo de San Pedro de Luna, una de las dieciséis localidades que quedaron anegadas por las aguas del embalse junto a Arévalo, Campo de Luna, Casasola, Cosera de Luna, La Canela, Lagüelles, Láncara de Luna, Miñera, Mirantes de Luna, El Molinón, Oblanca, San Pedro de Luna, Santa Eulalia de las Manzanas, Trabanco, Truva y Ventas de Mallo.

En su momento, este viaducto llegó a ostentar varios récords que elevaron su categoría y conocimiento en todo el mundo. Así, por ejemplo, tuvo el título del ‘Mayor Puente Atirantado del Mundo’ durante tres años, desde 1983 hasta 1986, hasta que le arrebató el puesto el Puente Alex Fraser, que conecta Richmond y New Westminster con North Delta en Greater Vancouver en Columbia Británica. Fue el puente de mayor vano de España, con 440 metros hasta que se inauguró el Puente de La Constitución de 1812 "La Pepa" sobre la bahía de Cádiz, que con sus más de tres kilómetros de longitud es uno de los mayores de Europa.; así como el de longitud de puentes atirantados de hormigón pretensado, con 643 metros.

La construcción de esta obra de ingeniería mediante el sistema de avance por voladizo, cuyas torres tienen una altura de 123 metros, comenzó en el año 1979 y no estuvo exenta de dificultades y no solo por la climatología o la financiación, que obligó incluso a parar as obras en varias ocasiones. Pero no fue hasta cuatro años más tarde, en 1983, cuando se terminó.

Fue en proyecto casi faraónico, o más, en el que trabajaron más de 135 personas y en el que llegaron a realizarse hasta tres sondeos en el fondo del pantano para comprobar a la perfección su viabilidad debido a las enormes dificultades por el tipo de terreno donde se debían ubicar los pilares, que finalmente se colocaron fuera del embalse obligando a construir un dilatado vano central de 440 metros de luz y otros dos vanos laterales de 66 metros cada uno, en un reto sin precedentes en el mundo de la ingeniería.

El conjunto de la torre con esas pilas quebradas mantiene su vigencia a pesar de los años y su sublime estructura parece flotar sobre la suave y azulada lámina de agua. Una maravilla arquitectónica contemporánea que se puede considerar y clasificar como uno de los mejores puentes en activo de nuestro país y que si se ve de costado y por abajo, a través de la carretera CL-626 ofrece una imagen sin igual que no dejará indiferente a nadie.

El padre del proyecto fue el prestigioso ingeniero navarro Javier Manterola, Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos, que en realidad fue discípulo de Carlos Fernández Casado, y posteriormente su socio. En su momento, y con el beneplácito del propio Manterola, se consideró que en reconocimiento a la labor docente, a la trayectoria profesional y a las numerosas aportaciones innovadoras de Fernández Casado al mundo de la ingeniería, el puente fuera bautizado con su nombre.