Patrimonio

Depósitos de agua: De arquitectura funcional e industrial a atractivo turístico

Integrados en los paisajes de ciudades y pueblos, muchos de ellos se encuentran en pésimo estado de conservación aunque siguen llamando la atención por sus formas y estilos

Depósito de agua en la localidad zamorana de Villalpando, de forma de cono invertido
Depósito de agua en la localidad zamorana de Villalpando, de forma de cono invertidoManuel EzíaLa Razón

El agua, ese líquido elemento necesario para que haya vida en el planeta y los seres humanos puedan subsistir, y conseguir su almacenamiento y que no se pierda ni una sola gota de lo que cae del cielo, ha estado desde tiempos inmemoriales en la mente del hombre. Acueductos, aljibes, en la Antigüedad, embalses, presas y depósitos de agua elevados, más recientes, estos últimos fruto del desarrollo industrial de finales del siglo XIX y principios del XX en nuestro país y que proliferaron por pueblos y ciudades de toda la geografía española como una de las grandes obras hidráulicas de carácter público.

Sorprendentes estructuras que se elevan sobre el asfalto o el campo y que forman parte del paisaje de nuestro país, reflejo del crecimiento económico de España de la época, la mayoría desprovistas de decoración y o de elementos artísticos, por cuanto su misión era otra, almacenar, canalizar y tratar el agua para las actividades domésticas, aunque no exentos de una belleza, que hoy en día se aprecia y se valora más, sobre todo por los amantes del patrimonio y los turistas que buscan nuevos retos.

Una arquitectura popular que comenzó a construirse mucho antes en los pueblos que en las ciudades, que se ubican en distintos lugares, casi siempre elevados por la necesidad de que agua llegue con fuerza a las casas; junto a iglesias, como el de Remondo, en Segovia; murallas o castillos; en los viñedos para dar servicio a las bodegas; o cerca de los ríos e incluso en el centro de las ciudades y pueblos.

Los depósitos de agua, además, son de numerosas formas. Les hay cuadrados, que suelen ser los de mayor antigüedad, pero también circulares y con forma de cono invertido, aunque con predominio del hormigón, más consistente y que evita fugas, o de ladrillo y etsilo mudéjar, como el de Aldea de San Miguel, en la provincia de Valladolid.

Depósito de agua de forma circular en el municipio leonés de Valderas
Depósito de agua de forma circular en el municipio leonés de ValderasManuel EzíaLa Razón

De hecho, hoy en día, en las grandes ciudades estos depósitos de agua se han ido sustituyendo por otros más modernos, pero en el medio rural, y especialmente en los pueblos más pequeños, todavía se mantienen firmes muchos de ellos, cumpliendo su función principal, que es que no les falte agua a los vecinos, pero también como reclamo turístico e incluso cultural.

Ahí está, por ejemplo, la Torre de las Aguas del Besós, de 63 metros de altura realizada en ladrillo por el arquitecto Pere Falqués en 1882 en Barcelona, concretamente en el barrio de PobleNou, que constituye un hito referencial de este barrio de especialización industrial.

En Madrid son muy visitados y respetados los depósitos históricos de Canal de Isabel II, la empresa pública dependiente de la Comunidad madrileña, que ya forman parte del paisaje de la capital de España, y entre los que destaca el de Bravo Murillo, el más antiguo, y que actualmente alberga al archivo histórico de la empresa

Ya en Castilla y León, en la provincia de León, y más en concreto en el municipio de San Millán de los Caballeros, hay un antiguo depósito que se ha transformado en un espacio cultural del municipio de la mano del Ayuntamiento y del artista David Esteban. Y es que, estampadas en sus paredes, pueden verse imágenes antiguas que tienen que ver con la historia de la localidad y de la vida en ella para que los vecinos actuales y las siguientes generaciones sepan de donde vienen sus antepasados.

Depósito de agua de ladrillo en la localidad vallisoletana de Montealegre
Depósito de agua de ladrillo en la localidad vallisoletana de MontealegreManuel EzíaLa Razón

Y es que Castilla y León, la región más extensa de Europa, está plagada de estos depósitos de agua a lo largo y ancho de su vasto medio rural, donde son paisaje habitual. Pinilla de Toro, Castroverde de Campos, Benavente, Quintanilla del Olmo, Tapioles, Villalpando, Arquilinos, Villamayor de Campos, Barcial del Barco, Quiruelas de Vidriales, Santa Cristina de la Polvorosa, en la provincia de Zamora; Palazuelo de Vedija, Laguna de Duero, Pozuelo de la Orden, Ciguñuela, Montelagre, en la provincia de Valladolid; Crespos, Arévalo, Viñegra de Moraña, en tierras abulenses; Villamrtín de Campos, Capillas, Villarrramiel, Villamuriel de Campos, en la provincia de Palencia; Valderas o Toralino de la Vega, en tierras leonesas; Remondo, Sanchonuño, Navas de Oro, en Segovia... y así hasta cientos de ellos por toda la Comunidad que no cabrían casi en estas líneas y miles en España.

Estos depósitos de agua son fiel reflejo de un tiempo pasado, muchos de ellos se encuentran abandonados o en mal estado de conservación, pero siguen luciendo en lo alto, orgullosos como reflejo de lo que fueron y santo y seña del lugar en el que se ubican.

Les hay que se han transformado en hoteles, centros culturales o espacios municipales multiservicios, mientras que otros más han sido sustituidos por nuevos depósitos,más modernos, y con más capacidad, e incluso hay lugares en los que lo viejo y lo vanguardista se complementan.

Depósito de agua de hormigón, más pequeño, en la localidad abulense de Crespos
Depósito de agua de hormigón, más pequeño, en la localidad abulense de CresposManuel EzíaLa Razón

En cualquier caso, todos ellos tienen un denominador común: son arquitectura tradicional de nuestro país, parte de la historia de España y testigos protagonistas de un periodo de revolución industrial además de que son dignos de admirar y contemplar hasta aburrirse, ya sea por su estilo, su lugar o altura, como el de Benavente, en Zamora.