Patrimonio
El paisaje de otro planeta que está considerado como "La Capadocia Española"
En 1997 la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad
Mucha gente quiere descubrir y visitar nuevos planetas. Pero fuera de lo que muchos creen hay mucho más cerca de lo que parece este tipo de parajes y no hace falta coger un cohete espacial. Es tan especial este lugar que incluso los expertos la consideran como "La Capadocia Española", por la curiosidad y la belleza de su paisaje.
Y es qu ela Capadocia, la de Turquia, es un lugar único. Es una región histórica de Anatolia Central, en Turquía, que abarca partes de las provincias de Kayseri, Aksaray, Niğde y Nevşehir. Capadocia se caracteriza por tener una formación geológica única en el mundo y por su patrimonio histórico y cultural. En 1985 fue incluida por la Unesco en la lista del Patrimonio de la Humanidad, con una zona protegida de 9.576 hectáreas.
El nombre de Capadocia aparece en fuentes persas en el siglo VI a. C. como "Katpatuka". El origen del nombre es incierto. Algunos expertos han sugerido que significa "país bajo" en lengua luvita. Pero investigaciones posteriores muestran que el adverbio "katta" que significa "abajo" es hitita, y el equivalente luvita es "zanta". Aunque se dice que significa "la tierra de los caballos buenos" en persa.
La región de Capadocia puede considerarse un círculo de 50 kilómetros de diámetro donde se encuentran, entre otras, las ciudades de Indolash y Sabiar, así como numerosas poblaciones. La población en el área no llega al millón de habitantes, pero los asentamientos están tan cercanos unos de otros que dan la impresión de tratarse de una sola ciudad extendida por una región muy vasta. En muchos mapas, el nombre de Capadocia no se menciona, ya que no se trata de una demarcación política como tal. Más bien se trata de una región histórica que abarca porciones de varias provincias.
El paisaje único de Capadocia es el resultado de la acción de fuerzas naturales durante milenios. Hace 60 millones de años se formó la cadena montañosa del Tauro, en Anatolia meridional, al mismo tiempo que se formaba la cadena alpina en Europa. La formación de la cordillera del Tauro creó numerosas barrancas y depresiones en Anatolia central.
Hace diez millones de años, estas depresiones fueron rellenadas por el magma y otros elementos volcánicos provistos por los numerosos volcanes en erupción de Anatolia central, especialmente los volcanes Erciyes, Keciboyduran, Develi, Göllü dağı y Melendiz.
Paulatinamente, las depresiones fueron desapareciendo, transformando la región en un altiplano. Sin embargo, el mineral que las rellenó no es muy resistente a la acción de vientos, lluvias, ríos y diferencias de temperatura, por lo que la erosión fue esculpiendo los numerosos valles por los cuales Capadocia es famosa.
Algunas de las poblaciones más importantes son Aksaray, Nevşehir, Kayseri, Ürgüp, Uçhisar, Niğde, Gülşehir y Gülağaç, mientras que algunos lugares sobresalientes son el Museo al aire abierto de Göreme, la ciudad subterránea de Kaymaklı, la ciudad subterránea de Derinkuyu, el valle de Zelve, Gomeda, Peribacalar vadisi (valle de las Chimeneas de las Hadas), Soğanlı vadisi, las ciudades subterráneas de Özkonak, Tatlarin, Mazı y Acıgöl, e iglesias como las de El Nazar y Aynalı.
Capadocia siempre ha sido una zona de atractivo turístico importante, con afluencia de visitantes de la región y de países vecinos. La región llamó la atención de Europa y del resto del mundo en las décadas de 1930 y 1940, con la difusión de la obra del sacerdote francés Guillaume de Jerphanion, quien publicó los estudios que había hecho de las iglesias en Capadocia. Estos hechos llevaron a un drástico crecimiento en la demanda turística en la segunda mitad del siglo XX.
Durante las décadas de 1970 y 1980, Capadocia afrontó una explosión de turistas que no podía ser satisfecha con la veintena de hoteles existente en la región. Los pobladores comenzaron a rentar cuartos y transformar sus propiedades para poder acoger a los visitantes, mientras nuevas instalaciones eran construidas, respetando a los paisajes y la naturaleza, y sin contradecir al folclore local. Según las cifras oficiales, en 2005 visitaron la región 850.000 turistas extranjeros y un millón de turistas nacionales. Esta demanda ha revitalizado la actividad económica en la región, pues no solo la industria del turismo y la gastronomía se benefician, sino que además los productores locales de cerámica, textiles y artesanías encuentran un mercado amplio y receptivo.
Las Médulas
Pues lo más parecido a La Capadocia turca se encuentra más cerca de lo que uno se cree, ya que está en España. Se trata de “Las Médulas”, un impresionante entorno paisajístico español formado como resultado de las explotaciones auríferas romanas, situadas en la comarca leonesa de El Bierzo, al noroeste de los Montes Aquilanos y al lado del Valle del río Sil.
Considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio Romano, el trabajo de ingeniería que se realizó para extraer el oro alteró considerablemente el medio ambiente de la zona, dando como resultado un inusual paisaje de arenas rojizas cubierto de castaños y robles.
Las Médulas fueron en su origen una exploración romana de oro a cielo abierto. A pesar de que los pueblos indígenas prerromanos ya habían explotado el yacimiento, se calcula que empezaron a trabajar en esa zona en la época del emperador Octavio Augusto al ser el que dirigió personalmente gran parte de las acciones de conquista de los pueblos del norte que tuvieron lugar entre los años 26 y 19 a.C.
Plinio el Viejo fue en su juventud administrador de las minas y es él el que aseguraba que se extraían al año de allí cerca de 20.000 libras de oro, aproximadamente 1.635.000 kilos. El número de obreros que se pusieron a trabajar en Las Médulas son de acuerdo con las cuentas de Plinio más de 60.000 pero los últimos estudios aseguran que basándose en la tierra removida allí serían en torno a los 10.000 o 20.000 hombres.
El origen del nombre de la zona, “Las Médulas”, no está del todo claro aunque entre los expertos en la materia se habla de que ése es el nombre que se le daba a los amontonamientos de paja, tremendamente comunes en esa zona. Otros autores lo relacionan con el latín metalla, metales. También hay muchos partidarios de que el nombre proviene del Mons Medulius (Monte Medulio), según asegura la página web de Patrimonio Castilla y León.
Las Médulas no fueron una zona escogida al azar por los romanos para comenzar a buscar oro, eran tierras de aluvión con polvo de agua donde había abundante agua y suficiente pendiente como para utilizar esa agua de fuerza hidráulica, además de existir suaves pendientes hacia el Sil que se podían utilizar como desagües. La elección por lo tanto fue muy estudiada antes de ponerse en marcha toda la maquinaría. El sistema que utilizaron para la extracción del oro fue el “Ruina Montium”. Con él, el agua de los riachuelos de la montaña se canalizaba y embalsaba en la parte superior de la explotación, la fuerza del agua deshacía la montaña y arrastraba las tierras auríferas hasta los lavaderos. Teniendo en cuenta la cantidad de agua utilizada, la longitud y el número de ramificaciones de sus canales, podemos considerar el sistema hidráulico de Las Médulas el más espectacular de los conocidos.
El monte Teleno jugaba un importante papel aquí ya que desde él se realizaban algunas de las captaciones. A una altitud de 2.000 metros se acumulaba la nieve que después, convertida ya en agua llegaba al río Cabo y alimentaba los siete canales que bordeaban la montaña y llegaban a los estanques de explotación.
Abandonada la explotación en el siglo III, la vegetación autóctona fue de nuevo adueñándose del lugar: robles, escobas, Carquesa, encinas y carrascas. A la vez se expandió el cultivo del castaño, del que hoy pueden verse numerosos ejemplares en el parque, algunos de ellos catalogados como árboles centenarios. Todo esto dio como resultado el surgimiento de un entorno espectacular caracterizado por las caprichosas formas del terreno, formado por arenas rojizas perfectamente integradas con la vegetación.
Las gentes del noroeste zona siguieron buscando oro en los ríos hasta el siglo XX. Sin embargo, la proliferación de embalses en las cuencas fluviales acabó dañando la búsqueda precipitando las pepitas al fondo de los pantanos.
Todo esto dio como resultado un entorno espectacular en el que destacan las caprichosas formas del terreno, cubierto de arenas rojizas que ya están más que integradas en la vegetación.
Entre su fauna actual destacan el jabalí, el corzo o el gato montés. En cuanto a las aves, existen más de cien especies, especialmente localizadas la mayoría de ellas en la vertiente del río Cabrera. En las proximidades del lago de Carucedo crece una variedad de orquídea cuya flor simula un abejorro con el objetivo de atraer a los insectos y facilitar la polinización.
En 1997 la Unesco declaró las Médulas como Patrimonio de la Humanidad, incluyendo la zona principal de la mina de oro y los Estériles de la Balouta, Valdebría y Yeres. Además este entorno fue declarado Bien de Interés Cultural en 1996, en atención a su interés arqueológico, y fue reconocido como Monumento Natural en 2002, y en el año 2010 “Espacio Cultural”.
Lugares más destacados
Para visitar este paisaje conviene acceder primero a Orellán y su mirador. A este lugar de Las Médulas se llega desde el aparcamiento, tras 700 metros de caminata. Arriba puede visitarse una de las galerías excavadas en la roca y observar restos de los canales empleados para desplazar el agua desde los Montes Aquilianos y La Cabrera, a espaldas del mirador.
Otro buen punto de partida para esta visita es el Aula Arqueológica ya que allí se explica tanto cómo funcionó la extracción de oro como las complejas obras de ingeniería que se acometieron para la canalización del agua y cómo todo esto cambió su paisaje y la vida de las poblaciones cercanas.
Desde allí surgen una serie de rutas que permiten realizar distintas combinaciones de mayor o menor distancia según el interés de sus visitantes, es decir, el tiempo del que dispongan y la distancia que deseen recorrer aunque lo recomendado para que la visita sea completa son dos días.
Senda Perimetral
La ruta más larga y por tanto la más completa. Exige un mayor esfuerzo pero tampoco se trata de una distancia excesiva a recorrer. Esta senda ofrece información sobre todos los aspectos de la minería romana del oro. Es un recorrido con el que resulta más sencillo comprender la importancia del agua en el proceso minero, y también cómo se han formado los humedales y los lagos de la zona.
Senda de las Valiñas
Es la más utilizada por los visitantes al ser muy sencilla y conducir a puntos del interior de “Las Médulas” como La fuente de la tía Viviana, o las cuevas de La Cuevona y La Encantada. Es un itinerario circular que empieza en el pueblo de “Las Médulas” y cuyo camino discurre por el interior de uno de los sectores de explotación de la mina. El recorrido permite comprender los elementos del espacio-tiempo, desde las huellas de la actividad minera romana hasta el cultivo mantenimiento de los castaños.
Senda del Lago Sumido
Paseo sencillo y corto. Llega hasta el lago y también ofrece la posibilidad de llegar al Mirador de Chao de Maseiros, que cuenta con unas impresionantes vistas. A lo largo del recorrido se ven los lagos que se han ido formando gracias al drenaje natural del entorno, así como canales de evacuación y de lavado del conglomerado aurífero. El lago Somido fue durante un tiempo un canal de lavado.
Senda de los Conventos
Se puede acceder desde la carretera o desde el pueblo de Orellán. Complementaria a la Senda Perimetral, la Senda de los Conventos permite conocer técnicas mineras romanas menos conocidas que la “ruina montium” como son los surcos convergentes. Se pueden también observar con mayor detalle elementos de la red hidráulica.
Ruta de los poblados
Esta ruta permite entender qué papel tuvo la explotación minera en la integración de las estructuras sociales y territoriales locales en el Imperio Romano.