El puente "de película" prodigio de la ingeniería que desafió a Eiffel

Castilla y León es una Comunidad conocida en el mundo por su historia, su espectacular gastronomía -es la despensa de España-, o por su amplio y variado patrimonio artístico y monumental. También por su turismo rural, líder en España, y por sus paisajes y una naturaleza casi incomparable. Pero esta Región, la más extensa de España y una de las mayores de Europa, también de las más despobladas por desgracia, puede presumir y de hecho lo hace de otra de sus singularidades, que quizás es menos conocida por el gran público: su extensa y variada ingeniería civil.

Desde el Canal de Castilla, la obra romántica de ingeniería hidráulica por excelencia del siglo XVIII y XIX, pasando por los puentes ferroviarios que salvan al río Duero en su recorrido por la Comunidad hasta Portugal, joyas del patrimonio industrial, aunque algunos de ellos abandonados y en el olvido tras el cierre de numerosas líneas ferroviarias, o por las presas y embalses emblemáticos como el de Riaño, en León, o el de Aldeadávila, en Salamanca, gran atractivo turístico de esta provincia y emblema de la España de Franco, conocido popularmente por ser escenario de cine en películas tan importantes como Doctor Zhivago, La Cabina o la sexta entrega de Terminator, que han popularizado a esta presa, hasta llegar a algunos puentes o viaductos que marcaron época y siguen asombrando al mundo. Como por ejemplo el Puente Ingeniero Fernández Casado de León, que permite sortear las aguas del pantano de Luna en la provincia de León, que este 2023 cumple 40 años y en un estado inmejorable, o como es el caso de otro viaducto, situado en tierras zamoranas, que es el nos ocupa en estas líneas: El Puente de Requejo o Puente Pino.

Se trata de una de las grandes obras de la ingeniería civil en España de principios de siglo XX sobre el Río Duero, que está a punto de cumplir 110 años, que forma parte del Plan Nacional de Patrimonio Industrial, y que en su momento deslumbró al mundo por su espectacularidad, pero también por su ingenio y porque, además, desafió al mismísimo ingeniero francés Gustave Eiffel.

De hecho, en un año como el 1914 tan convulso en el mundo porque, entre otras cosas, un anarquista llamado Gavrilo Principasesinó en Sarajevo al archiduque Francisco Fernando y a su esposa, Sofía Chotek, en el llamado Atentado de Sarajevo que originará la Primera Guerra Mundial, mientras que en España el rey Alfonso XIII disolvió el Congreso y se llevaron a cabo elecciones de diputados, pródigas en protestas, motines, muertos y heridos, se empezó a construir esta maravilla de la ingeniería civil para poder comunicar a dos comarcas zamoranas como Aliste y Sayago en los Arribes del Duero, separadas por el gran río que nos une con Portugal.

Un viaducto, ante todo, necesario para poner fin a un problema crónico de comunicación entre Pino del Oro y Villadepera, que fue una obra maestra de la época -de hecho llegó a ser el más alto y con más luz de España del momento- aunque no exenta de dificultades por la complejidad del montaje. No en vano, la adjudicación de la misma pasó de manos en varias ocasiones hasta recaer en la inicial, la asturiana Duro Felguera, la entonces mayor empresa metalúrgica de España.

Entre las peculiaridades de este puente metálico impulsado por el diputado por Zamora Práxedes Mateo Sagasta -aunque no fue hasta la llegada del sayagües de Bermillo Federico Requejo a la dirección general de Obras Públicas cuando tomó forma el proyecto al conseguir que se estudiara la puesta en marcha de una carretera que incluía este viaducto-, está que fue la primera construcción de este tipo en la que se usó un arco de acero de 120 metros, aunque rebajado en lugar de completo, a diferencia del estilo de Eiffel, logrando así conseguir el puente de acero más ligero del momento, aunque se emplearon 450 toneladas de este material

El autor de esta gran obra fue el ingeniero José Eugenio Ribera, que fue quien se decantó por esta solución ya que consideraba que el arco tipo Eiffel de gran flecha no resultaba aconsejable pues era más pesada e impedí ala construcción del tablero por partes por medio de voladizos sucesivos, además que era una opción más cara.

Así, en 1897 se aprobó el novedoso proyecto que presentó Ribero y que ascendió a la cantidad de 348.000 pesetas de la época, aunque al final costó 599.000 pesetas.

El viaducto, al que se llega por la carretera ZA-321 que une Molina de Sayago con la Nacional 122 con unas vistas incomparables, tiene una longitud de 190 metros y su altura sobre el Duero es de 90 metros.