Turismo

Una ruta teresiana por caminos y posadas abulenses

Nuestro recorrido arranca en Sotillo de la Adrada para finalizar en la capital abulense

Sotillo de la Adrada (Ávila)
Sotillo de la Adrada (Ávila)La RazónLa Razón

Hoy nuestra ruta de los viernes nos lleva hasta tierras abulenses, siguiendo los pasos de la mística Santa Teresa de Jesús. Una visita que nos lleva al Alto Tiétar y Alberche y los Piantes adentrándonos por el Camino de Santiago del Levante y llegando hasta la capital, Ávila.

El recorrido se hace en cinco etapas. La primera de ellas, de 22 kilómetros, discurre entre Sotillo y El Tiemblo, pasando por Casillas, donde se dan cita naturaleza, cultura y gastronomía. En Sotillo destaca la iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad y uno puede disfrutar de las balconadas, en su casco antiguo. Para los golosos, no debe dejar de probar la morcilla y los mantecados.

Bosque de El Castañar en el Tiemblo (Ávila)
Bosque de El Castañar en el Tiemblo (Ávila)JcylJcyl

En Casillas nos encontramos con la ermita de San Isidro y el Museo Etnográfico La Resina. Y debemos atravesar el primer puerto en la Sierra de Gredos, para acceder hasta el Valle de Iruelas, donde hay numerosas rutas para los senderistas antes de llegar al Tiemblo, donde arranca nuestra segunda etapa, esta más corta de 18 kilómetros para llegar hasta Cebreros.

En El Tiemblo nos topamos con varios sitios de interés, tales como El Castañar, el embalse de Burguillo, la propia reserva natural de Iruelas y hasta un morador estelar. Y para los amantes de la historia, una buena visita para conocer los Toros de Guisando. Los platos típicos son las sopas de ajo, los callos picantes, las judías con chorizo, las truchas del Alberche, la liebre con patatas y las perdices escabechadas.

Valle de Iruelas
Valle de IruelasDiputación Ávila

En Cebreros nos topamos con la Calzada Romana, una de las mejor conservadas de España. Posteriormente fue usada por la Mesta para la trashumancia de ganados. Aquí destacan el Puente de Valsordo, la Ermita de Valsorda, o La Picota o Rollo de Justicia. Y un buen vino de Cebreros para preparar una tercera etapa.

La tercera etapa, también más corta, de 15,9 kilómetros nos lleva hasta San Bartolomé de Pinares. Empezamos escalando el puerto de Arrebatacapas, donde se celebran cada año competiciones relevantes de índole nacional y ha sido testigo del paso de personajes históricos destacando las conquista musulmanas.

Por la Dehesa el Boyal y Monte El Quintanar llegamos a la localidad que cuenta con varios puntos de interés como la Iglesia de San Bartolomé, la ermita de Visitación o del Santísimo Cristo de Vera Cruz, Para golosear, sus dulces con gran variedad: Rosquillas, huesecillos, retorcidos, mantecados, flores, magdalenas, sequillos, bollos de coco, El Bodigo y bolla.

Cuarta etapa: San Bartolomé de Pinares-Naturávila, 18 kilómetros. Llegamos a El Herradón donde destacan la Ermita de San Pedro de Alcántara, la de Santa María la Mayor o su Puente Romano. Y atravesando el Puerto del Boquerón llegamos a Tornadizos de Ávila con su Iglesia de San Miguel y sus Verracos.

Y finalizamos en la capital abulense, seis kilómetros de distancia desde Naturávila, centro turístico y de ocio.

Imagen de la muralla de Ávila
Imagen de la muralla de ÁvilaIcal

Ávila, ciudad donde se funden el patrimonio, la historia y el arte, la gastronomía, la fiesta y la mística, la cultura y la naturaleza. Murallas, casas, palacios, templos, conventos, configuran el rico

patrimonio artístico de la ciudad, fruto de un enriquecedor pasado histórico protagonizado por las culturas que en ella convivieron. Historia, arte, mística, tradiciones, gastronomía, naturaleza, se aúnan para ofrecer al visitante una enriquecedora estancia en Ávila.

La imagen de la ciudad medieval viene configurada por sus murallas, que en el caso de Ávila son mucho más que una representación simbólica, es el monumento que la explica y la configura.

En el siglo XVI la ciudad conoce su máximo esplendor, es la ciudad de la mística y de la espiritualidad, su mejor exponente es Teresa de Cepeda y Ahumada.

Y aquí pecado no comer sus carnes, sus patatas revolconas con torreznillos y, por supuesto, las yemas de Santa Teresa.