Cataluña
«Los individuos expuestos a más ruido tienen un 30% más de riesgo de sufrir ictus más graves»
Entrevista con Rosa Mª Vivanco, investigadora del IMIM
Investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y médicos del Hospital del Mar, de forma conjunta con investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona, del CIBER en Epidemiología y Salud Pública y de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, han analizado por primera vez la relación entre la gravedad del ictus y los niveles de ruido, la contaminación atmosférica y la exposición en zonas verdas. .
-¿Cómo se ha llevado a cabo este estudio? ¿Qué datos han usado?
-Hemos utilizado datos del Registro de Enfermedades Cerebrovasculares del Hospital del Mar, que empezó en el 2005 y hemos hecho el periodo de estudio desde el 2005 hasta el 2014. Éste es un registro de los pacientes que ingresan por un ictus isquémico y lo que hemos hecho es evaluar la asociación que hay entre la exposición crónica a espacios verdes, con contaminación atmosférica y ruido y la gravedad del episodio. Hay que tener en cuenta que el ictus isquémico es la enfermedad cardiovascular más frecuente y es la que se origina tras obstruirse un vaso cerebral y eso no permite que circule la sangre y se muere el tejido cerebral porque no le llega la sangre. Todo ello genera déficits neurológicos severos e incluso puede ocasionar la muerte. Y dado que el ictus es la primera causa de discapacidad en adultos en nuesto entorno, es importante valorar cuáles son los factores de nuestro entorno, más allá de los clínicos, que pueden tener una influencia en la gravedad del inctus
–¿Cuál es la principal conclusión del estudio?
–Lo que hemos visto es que los individuos que estaban expuestos en sus residencias a altos niveles de ruido, especialmente de tráfico, tenían hasta un 30% más de riesgo de sufrir ictus más graves y, por el contrario, los que estaban expuestos o vivían cerca de espacios verdes, este riesgo de sufrir un ictus más grave era menor, se reducía un 25%.
–¿Qué gran novedad aporta?
–Hasta ahora se habían hecho estudios sobre el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, así como también respiratorias y estudios sobre mortalidad todos ellos relacionados con el ruido, la contaminación atmosférica y los espacios verdes. Se habían realizado estudios respecto a la incidencia del ictus, pero este es el primero en el que se mira la gravedad. En otros estudios, pues ya se ha visto que el ruido y la contaminación aumentan el riesgo de sufrir un ictus, pero además nosotros hemos visto que si aparece la enfermedad en estas circunstancias, aparece más grave.
–¿Cómo se mide la gravedad del ictus?
–La gravedad del espisodio está relacionada con la discapacidad. La gravedad la hemos valorado partiendo de la escala NIHSS, que es una escala que usamos los neurólogos habitualmente para valorar la gravedad inicial del ictus y también ir mirando cómo han evolucionado esos pacientes durante el ingreso y posteriormente para valorar las secuelas. La escala mide ítems como la función motor, la función sensitiva y el habla y a más puntuación en esa escala, más gravedad del ictus.
-¿Cómo se explica esa relación entre los espacios verdes y el ruido con el ictus?
-A partir de nuestro estudio y de otros estudios, tanto con pacientes como con animales se pone de evidencia que esa exposición al ruido se relaciona con una alteración del sueño, con malestar y esto lo que hace es provocar que se activen una serie de mecanismos, de casacadas inflamatorias en nuestro cuerpo y todo ello hace que, por ejemplo, la capa interna de los vasos, que favorece que la sangre circule de forma normal, tenga más tendenia a coagularse y formar esos trombos más grandes. Por lo tanto, el ruido podría incidir en la formación y tamaño de ese trombo. En cuanto a espacios verdes, éstos se han relacionado con mejor salud mental, más sociabilidad y más práctica de actividad física, la cual está relacionada con mejor estado de salud. La propia exposición a espacios verdes hace que nuestros mecanismos fisiológicos actuen mejor delante de una respuesta a un insulto, como el infarto cerebral.
–¿Hay establecido un nivel de ruido a partir del cual se considera que se puede incrementar la gravedad del ictus?
-–El punto en el cual, en el caso del ruido, se empiezan a describir efectos nocivos en la salud, la Organización Mundial de la Salud lo ha marcado en 53 decibelios el ruido diurno y en 45 el ruido nocturno, pero son cortes que se basan en pocos estudios y necesitaríamos más estudios al respecto. Sobre espacios verdes, todavía necesitamos saber la calidad, la cantidad, cuánto tiempo es necesario estar expuestos a espos espacios verdes... de manera que necesitamos también más estudios, pero eso no quita que no haya que empezar ya a tomar medidas.
–Entonces, ¿los datos del estudio nos indican alguna línea de actuación en cuanto a la prevención y tratamiento del ictus?
–No solo del ictus, sino de la discapacidad que puede ocasionar el ictus. Con este estudio aportamos evidencia sobre cómo influye el entorno urbano en la carga de la enfermedad, que es tanto el riesgo de sufrir el episodio como la gravedad de ese episodio. Por lo tanto, las personas que se dedican a desarrollar políticas de salud y de urbanismo no pueden basarse solo en indicadores económicos, sino también en indicadores de salud. Aportamos evidencia al respecto pero es necesario que se incluya todo ello en las políticas y que la población lo entienda. Si el entorno juega un papel fundamental en la gravedad de estos episodios y en la consecuente discapacidad, es muy importante tenerlo en cuenta.
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