Sucesos

Los charmil: la ostentación del crimen

Son grupos de jóvenes magrebíes que atacan a la gente mayor y lucen sus "trofeos de caza" en las redes sociales

A los charmil les gusta robar y vestir ropa cara
A los charmil les gusta robar y vestir ropa caraLa Razón

Es un fenómeno delictivo que no es nuevo, ni mucho menos, hace meses que existe, pero en estos tiempos de pandemia, confinamiento y desescalada ha salido a la luz con más fuerza que nunca. Se trata de una rama más dentro de las bandas juveniles que se dedican a la delincuencia y que, en gran parte, son captadas por grupos mafiosos.

Las últimas pruebas de la creciente presencia de esta rama en Cataluña ha sucedido estas semanas en localidades como Barcelona, Tarragona, Santa Coloma de Gramenet, Badalona, Mataró, El Masnou y Premià de Mar, entre otras. Algunos de estos sucesos han sido grabados por testigos presenciales, con fuerte repercusión en las redes sociales.

El más reciente ocurrió en Tarragona, concretamente en uno de sus barrios más degradados, los Serrallos. Dos jóvenes han ingresado en prisión, acusados de robar cuatro relojes de oro en un breve periodo de tiempo. El método fue el habitual últimamente, personas mayores como objetivo y arrancar directamente el preciado botín.

Lo mismo sucedió en el Raval barcelonés, con otro video que se hizo viral. Unos jóvenes intentaron robar otro reloj de oro a una pareja de turistas, con reacción vecinal y posterior detención también. En Mataró, otro chico se coló en una tienda para reventar la caja, y al salir fue interceptado y capturado por un grupo de ciudadanos.

Siguiendo en el Maresme, en junio se produjo el asalto de un centenar de vecinos a una vivienda “okupada” de Premià de Mar, acusando a los inquilinos de haber cometido numerosos robos y hurtos en la zona. En El Masnou, una veintena de jóvenes asaltaron a una chica y casi la agredieron sexualmente.

Una serie de delitos con varios elementos en común: están perpetrados por personas muy jóvenes, en municipios costeros y cuyos protagonistas son de origen magrebí, en muchos casos menores extranjeros no acompañados (MENA).

Se conocen ahora como charmil, jóvenes magrebíes que se dedican a la delincuencia y casi siempre al servicio de grupos mafiosos más instalados en España.

Fuentes de los Mossos d’Esquadra explican que los charmil han tomado el relevo de Latin Kings y Mara Salvatruchas, que entre otras muchas otras bandas latinas causaron un importante revuelo hace años, incluyendo más de un asesinato y altas condenas carcelarias.

Los charmiles están llamando la atención por su protagonismo cada vez mayor en los hechos delictivos, a plena luz del día y con testigos presenciales. No les importa. En muchos casos son menores y casi siempre pasan a manos de la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia (Dgaia).

Charmil es un plato marroquí de carne que se sirve con largos cuchillos. En 2014, grupos de jóvenes violentos atacaron diversos locales de Casablanca armados con machetes, y de ahí viene el nombre por el que son conocidos. Hacen ostentación de sus “trofeos de caza”, y a menudo han sorprendido a los cuerpos policiales luciendo en las redes sociales con joyas, relojes, ropa y zapatos carísimos. También se graban a ellos mismos empotrando cajeros automáticos, por ejemplo. Lo hicieron a menudo al inicio del estado de alarma, una especie de “orgullo de personas venidas a más”, huyendo de sus orígenes, siempre marginales. Es una estética que recuerda a los pioneros del hip-hop de los años 80.

Son captados por bandas mafiosas de mucho más calado, y normalmente actúan en grupos reducidos. La presión policial ha aumentado, pese a los citados sucesos, y por ejemplo los ladrones de Tarragona han ingresado en la cárcel.

La llegada de miles de menores extranjeros no acompañados entre 2017 y 2018, principalmente de Marruecos, tensionó enormemente la capacidad y los recursos que la Generalitat dispone para su acogida e integración. En algunos barrios que registran inseguridad, los vecinos denuncian la presencia de chicos que son o han sido tutelados por el Govern hasta que cumplen los 18 años. Este hecho fue aprovechado por las mafias, que comenzaron a captar a charmiles, casi siempre en barrios humildes del área metropolitana.