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La crónica negra del hip-hop (I): guerra, tiroteos y muerte en los años 90

Dos leyendas del estilo, Tupac Shakur y Notorious B.I.G., fallecieron dentro de la rivalidad entre raperos de Nueva York y Los Angeles

Notorious B.I.G. y Tupac Shakur
Notorious B.I.G. y Tupac ShakurLa Razón

Es posible que en España, y en buena parte de Europa, parte de la ciudadanía desconoe por completo la historia negra del rap, el hip-hop, o tenga una imagen muy diferente a la que existe en Estados Unidos. Este estilo musical es mucho más que las bobadas que suelta Kanye West, la insustancial carrera de Drake, coches y ropa de lujo y fiestas sin parar.

A nivel musical la época dorada va desde 1985 hasta 1995, más o menos, pero lo que es el asunto económico, de éxito, es otra cosa. En lo que llevamos de siglo es habitual ver a los citados raperos y a muchos otros en las listas de personas más ricas, al menos en el mundo del ocio. Sin embargo, se trata de artistas multimillonarios pero inofensivos. Los discos de este estilo que realmente valen la pena de este siglo se pueden contar con los dedos de una mano. En 1988 se publicaban maravillas casi cada mes.

Dejando a un lado el aspecto más musical, la leyenda del rap está salpicada de episodios muy oscuros y violentos, que por momentos nos traen a la cabeza muchas escenas rodadas por Martin Scorsese y Francis Ford Coppola. No en vano, en las últimas tres décadas han fallecido asesinados 65 raperos. Además, han habido agresiones sexuales, muertes por sida, numerosos tiroteos, historias mafiosas etc. El que es seguramente el mejor rapper de la historia, Chuck D de Public Enemy, dijo en su momento que el hip-hop era “la CNN de la cultura negra”. Cita acertada, pero con el problema de que más bien parece a menudo la sección de sucesos de dicha cadena.

La historia que nos ocupa es de los años 90, justo cuando el nivel artístico empezaba a declinar, pero al económico le pasaba lo contrario. Poco a poco, aunque venía de lejos, se consolidó la rivalidad entre los raperos de la Costa Este y Oeste de Estados Unidos. Es decir, básicamente entre las áreas de Nueva York y Los Ángeles.

El rap nació en el Nueva York de los años 70, por lo que desde la ciudad se veía con aires de superioridad el entonces imparable crecimiento del conocido como rap gangster -que merecerá capítulo aparte- de California, con los temibles N.W.A. (Niggers With Attitude) a la cabeza. Este hecho derivó en una disputa que acabó con los asesinatos de iconos de la escena como Tupac Shakur (neoyorkino afincado en California) y Notorious B.I.G. (de Nueva York).

 

Como muchos rappers, su vida daría para una serie, o incluso aparecer directamente en “The Wire” al lado de Omar y compañía.

Cuando Tupac murió, en 1996, tenía 25 años y ya era todopoderoso. En realidad se llamaba Lesane Parish Crooks, y era hijo de miembros del Black Panther Party. Creció sin padre y, cuando su madre se aficionó al crack, fue cuidado en California por simpatizantes de la causa. Escribía poesía y, según sus compañeros de colegio, parecía un hippy. Estudió ballet y fue como bailarín que se acercó al universo del rap.

Presumía de ser camello y era muy fibroso. Comenzó a escribir temas, a grabarlos, a realizar cameos en películas del gueto. El ascenso al estrellato fue muy rápido, demostrado en el videoclip de “California love”. Con ello, los líos e incidentes.

ad negra. Así, en Brenda’s Got a Baby reflexionaba sobre la niña de Brooklyn que, con 12 años, dio a luz y tiró al bebé a la basura. Aunque también facturaba canciones descaradamente comerciales, como California Love, con un costoso videoclip en onda Mad Max.

En una tangana de 1992, una bala disparada por un Colt registrado a nombre de Tupac mató a un niño de seis años. Nadie quiso hablar y, tras compensar a los apesadumbrados padres, el asunto se cerró. Al año siguiente, hirió a dos policías blancos de Atlanta que estaban de juerga y bastante borrachos.

Tupac, el supuesto feminista, permitió que sus amigos en su hotel a una groupie de 19 años. Fue condenado a un mínimo de año y medio en prisión. Confiaba en salir bajo fianza, pero tuvo que ser otro rapero, Suge Knight, quien le prestara el dinero. Muy poderoso, dirigía la compañía Death Row Records. Contaba con la protección de policías que trabajaban allí cuando estaban fuera de servicio. Suge pagó la fianza, le puso un avión privado y le acogió en Los Ángeles.

En Death Row, Tupac aumentó su belicosidad, dentro y fuera del estudio. Todo gran rapero es un bocazas, y no era una excepción. Se quejó de que el prestigioso productor Quincy Jones saliera con mujeres blancas, pero acabó enamorado de su hijastra Kidada, por lo que tuvo que disculparse. Fue uno de sus muchos patinazos.

Tras publicar una serie de discos correctos, pero a años luz de las obras maestras del género, llegamos al 7 de septiembre de 1996. Tupac acudió con Kidada a un combate de Mike Tyson en Las Vegas. Tras la pelea, sugirió a Kidada quedarse en el hotel: el rapero había iniciado una paliza contra un miembro de una pandilla rival y, como es habitual en estos casos, podría haber represalias.

Subido en un BMW hacía sonar su nueva música e invitaba a las chicas que le reconocían a seguirle hasta el Club 662, una discoteca propiedad de Suge Knight. Iba dando el cante y llamó la atención de sus enemigos: un Cadillac blanco se puso a la altura del BMW y llovieron balas. Murió al acto. Poco más tarde, su guardaespaldas explicó que en ese momento no llevaba pistola.

Han pasado 24 años y aún se desconoce quien disparó u ordenó el asesinato, pese a que se ha reabierto el caso en más de una ocasión. Pero muchas miradas se volvieron hacia Nueva York. Tal era la inquina reinante entre los dos grandes polos del rap que, automáticamente, se responsabilizó a Notorious B.I.G. y al fundador de su discográfica, Sean Combs, que grababa como Puff Daddy.

Christopher Wallace, alias Biggie o Notorious B.I.G., era hijo de jamaicanos y también creció en una familia monoparental. La madre, estricta testigo de Jehová, no toleró que su chico se dedicara a despachar crack. En las calles, tenía una desventaja: con un peso cercano a los 150 kilos, no pasaba inadvertido. Detenido en Carolina del Norte, estuvo nueve meses en un reformatorio.

 

El rap parecía un negocio más seguro y mejor retribuido. Poseía una grata voz pastosa y una extraordinaria capacidad narrativa. Fichó por Bad Boy Records, sello de Puff Daddy pensado para facturar rap de amplio espectro, aunque la temática fuera cruda.

Fascinado por Tupac (le pidió incluso que fuera su mánager), que ya había triunfado, debutó en 1994, un año antes de su muerte. Shakur le aconsejó tener paciencia para ser una estrella.

La relación maestro-discípulo se torció cuando, de visita en Nueva York, Tupac acudió a grabar en el disco de un amigo de ­Big. Antes de entrar en el estudio, el rapero y su séquito fueron asaltados por tres ladrones que les exigieron la entrega de sus joyas. Shakur se disparó a sí mismo, pero sobrevivió, y pensó que Notorious había preparado la emboscada. Se equivocó, porque era la advertencia de un narco, que había participado en la citada violación.

Toda la malevolencia de Tupac se volvió contra su protegido, y en un tema rapeó que se había acostado con la mujer de Notorious. Creció la rivalidad entre ambas costas, que alcanzó su cénit en la sangrienta noche de Las Vegas.

En marzo de 1997, a seis meses de la muerte de Tupac, Big y Puff ­Daddy aterrizaron en Los Ángeles. Buscaban contactos en Hollywood para ampliar su territorio profesional. El día 9 acudieron a una fiesta de la revista Vibe, en el Museo Petersen de Automoción.

Cuando Notorious B.I.G. y compañía se alejaban rumbo al hotel, se repitió la jugada de Las Vegas. Un coche que estaba al acecho se puso paralelo a la furgoneta que transportaba a Biggie. Sonaron seis tiros, y uno le hirió mortalmente.

Aparte de estas dos muertes, hubo muchas otras por culpa de esta rivalidad, generalmente debido al narcotráfico. Finalmente, firmaron la paz, que aún dura.