Opinión
El acoso lingüístico en Cataluña
Uno de los grandes tópicos de aquel supuesto “oasis catalán” que se extiende hasta nuestros días es que en Cataluña no hay ningún problema con las lenguas y que hay un enorme consenso a favor de la mal llamada “inmersión lingüística”. A esta afirmación le falta añadir que para conseguir esta unanimidad se atacó de manera brutal a los firmantes de “El Manifiesto de los dos mil trescientos”, que denunciaba el propósito de convertir el catalán en la única lengua de la educación. Al periodista Jiménez Losantos, lo secuestraron dos miembros de Terra Lliure y le dispararon un tiro en una pierna tras atarlo y amordazarlo. Después de aquello, muchos de los profesores firmantes del manifiesto pidieron el traslado a otros lugares de España y durante mucho tiempo se acalló cualquier tipo de discrepancia.
Y durante todos estos años, las familias que han acudido a los tribunales para conseguir el legítimo derecho de sus hijos a recibir una asignatura en español, se han encontrado con el acoso hacia ellos y hacia sus hijos. Cuando se dice que en Cataluña no hay ningún problema con las lenguas, ¿se quiere decir que no es en absoluto problemático el hecho de que las familias tengan que recurrir a la justicia para conseguir una asignatura en catalán?
Y si la enseñanza solo en catalán es tan buena, ¿por qué las escuelas privadas de Cataluña no optan por ese modelo? Pedir que los centros públicos y concertados tengan tres lenguas vehiculares como los privados sería, en cualquier país del mundo, una propuesta progresista y de justicia social y, sin embargo, en Cataluña si lo haces, te acusan de “facha” y -tócate los pies- de querer imponer el monolingüismo.
Desgraciadamente, las últimas semanas han estado llenas de casos de terribles acosos por tema lingüísticos. Por un lado, tenemos el acoso en redes al periodista argentino Bruno Bimbi por explicar en un artículo que en la UB no puede estudiar algunas asignaturas en español porque todos los grupos se imparten en catalán y, por otro, el acoso a la también periodista Anna Grau por explicar que en Cataluña se ha espiado a los niños en los patios de los colegios. En ambos casos, los ataques han sido devastadores. A los que defienden que en Cataluña no hay ningún problema con las lenguas, ¿les parecen normales estos ataques?
Y luego están las campañas de acoso y boicot por no hablar en catalán en comercios y restaurantes. Alguien puede pensar que se trata de ataques esporádicos de personas exaltadas, pero la realidad es que detrás está Plataforma per la Llengua, una entidad que recibe subvenciones millonarias a dedo por parte de los partidos separatistas, de los socialistas y de Podemos.
A todos los que consideran que en Cataluña no hay ningún problema con las lenguas les invito a hacer un pequeño juego: escriban en sus redes sociales que están en contra de la “inmersión lingüística” y luego me cuentan qué tal les ha ido.
Sonia Sierra es diputada de Ciudadanos en el Parlament
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