La otra cabalgata
Todo el mundo adora a Papá Noel y a los Reyes Magos. ¡Cómo no vas a adorar a unos seres capaces de hacer cosas extraordinarias! Y no hay nada más extraordinario que hacer feliz a un niño. Mentira, hay una cosa: conseguir que un niño sea tan inmensamente feliz que es capaz de contagiar su entusiasmo a un adulto con solo mirarlo.
Aunque juegan con la ventaja de sobornar a las criaturas con regalos, quien diga que hacer feliz a un ser de cuatro, seis o diez años es coser y cantar es que no recuerda su infancia y ha olvidado que un niño puede convertirse en una fiera, más rápido de lo que el doctor Robert Bruce Banner se transforma en «El increíble Hulk».
La mejor arma para evitar estas metamorfosis es la educación. Pero mientras aprenden qué es la paciencia o la empatía, los padres tienen que lidiar con personitas de cuatro, seis o siete años que tienen las ideas muy claras y mucho ímpetu para conseguir lo que quieren. Que se lo digan a Melchor, Gaspar y Baltasar. ¡Menuda sorpresa se han encontrado esta noche!
Tras atracar con el paquebote Santa Eulàlia en el Puerto del Fòrum de Barcelona, han cumplido con el ritual de recoger el pan y la sal, como símbolo de hospitalidad, y la llave que abre todas las casas de la ciudad, de las manos de la alcaldesa Ada Colau. Este año, el virus ha anulado las cabalgatas, así que los Reyes Magos han reinventado el formato. Han entregado a Barcelona tres regalos de Oriente: una semilla, símbolo de esperanza; un mineral; símbolo de la ciencia y la sabiduría que ayudarán a superar la pandemia, y una pluma de un pájaro del paraíso para animar a proteger el medio ambiente. “Ha sido un año difícil, pero no hay que perder la esperanza. Seguid fuertes. Todo esto pasará y llegarán días alegres”, ha reconocido Melchor, que ha hablado en nombre de los Reyes de Oriente. En nombre de Barcelona, la alcaldesa les ha dado las gracias por traer esperanza y conocimiento para vencer al virus. Colau también ha agradecido el ejemplo que han dado los niños este año de pandemia. Con la voz entrecortada por la emoción, después de recordar a las personas que se ha llevado el nuevo coronavirus, ha pedido a los Reyes que a nadie le falta un hogar con luz ni calefacción. Pero, sobre todo, les ha pedido salud, mucha salud.
Tras los parlamentos, ha llegado la hora de la fiesta. Melchor, Gaspar y Baltasar han convertido los almacenes reales del Fòrum en un alucinante plató de televisión desde el que han transmitido un espectáculo de danza, circo y juegos de magia. Sólo unos 300 niños lo han visto en directo. Eran los hijos del personal sanitario que este año ha lidiado en la trinchera de la pandemia. El resto lo ha visto a través de televisión, pero pese a la distancia, los Reyes Magos han logrado el objetivo de que niños y no tan niños les enviaran, a través de las pantallas, la ilusión que necesitan para hacer magia la noche del 5 de enero y cargar las baterías de sus carrozas.
Tras el espectáculo, se han puesto manos a la obra. Pero mientras cargaban regalos y carbón en sus carrozas han visto un paquete que se movía. Melchor se ha acercado y ha dado un brinco cuando ha oído una voz que decía: «¡Socorrooooo!».
«¿Pero quién diantres hay ahí dentro?», ha preguntado el rey blanco. «Soy Bruna de cuatro años», ha respondido una niña. «No temas, llevo mascarilla y me acabo de lavar las manos con gel hidroalcohólico», ha asegurado. ¿Cómo había llegado ahí? Resulta que estas fiestas, después de haber visto decenas de películas sobre la Navidad en las plataformas de televisión, Marc, Bruna y Nico, de seis, cuatro y siete años, sabían que para llegar a todos los hogares del mundo, Papá Noel, además de magia, cuenta con la ayuda de miles de elfos y unos renos capaces de galopar más rápido que la velocidad de la luz. Pero, ¿qué pasa con los Reyes Magos?, ¿cómo consiguen repartir regalos a todos los niños en una sola noche? En Netflix, Disney o HBO no hay ninguna película que lo cuente. Así que han ido a buscar la respuesta en los almacenes reales que este año, con motivo de la pandemia, han abierto en el Fòrum de Barcelona. Allí han llegado estos días los regalos de 1,7 millones de barceloneses. Y allí se han dividido esta mañana para buscar la respuesta.
El Parc de la Màgia dels Reis ha cerrado a mediodía tras haber recibido la visita de 40.000 personas. Pero Bruna, que se había escondido dentro de una de las máquinas que empaquetan los regalos, ha acabado en una caja con un lazo verde. Su hermano y su primo, Marc y Nico, han corrido otras aventuras. Al primero, lo ha pillado el gigante carbonero cogiendo carbón. «Me gusta el azúcar», se ha excusado Marc. «¿Y qué más?», ha preguntado el gigante. «Y quiero saber cuál es el secreto de los Reyes Magos para llegar a todas las casas en una noche?», ha confesado. El gigante, que como tiene 876 años, ya ha sido vacunado, le ha invitado a ir a repartir mucho carbón para el virus y un poco para los gamberros.
Nico se había propuesto buscar la llave que abre todas las casas de la ciudad. Pero antes de encontrarla, un paje lo ha encontrado a él. «¿Sabes bailar?», le ha preguntado. Nico ha dicho que sí y así es como ha acabado participando en el espectáculo televisivo con danza, circo, música y mucha magia que este año de pandemia ha sustituido a la cabalgata. Lo que ha pasado desde que ha acabado el espectáculo hasta la medianoche es un secreto. Quizás algún día lo cuente alguna película. A las 00.04, Melchor, Gaspar y Baltasar entregarán los niños a sus padres. No podrán tener mejor regalo.