La semana pasada se celebró el Día Mundial de la Obesidad, una efeméride que la Gasol Foundation aprovechó para lanzar nuevos datos acerca de la relación directa que existe entre este fenómeno en la población infantil y el nivel socioeconómico de las familias, así como para celebrar una serie de actividades destinadas a concienciar acerca de este problema y promover hábitos de vida saludables.
– ¿Cuál es la magnitud del problema de la obesidad infantil en España?
– Estamos desarrollando un estudio para comparar los datos del 2000 con los del 2019 y conocer la evolución de la incidencia, pero sabemos que el sobrepeso y la obesidad infantil afectan a un 34,9% de la población de 8 a 16 años. Es la epidemia más extendida sobre la población infantil en España y, de hecho, en 2000, la Organización Mundial de la Salud la consideró como una pandemia global y, desde entonces, los indicadores han empeorado.
– Según el estudio PASOS 2019 de la Gasol Foundation, se vuelve a confirmar la asociación entre obesidad infantil y nivel socioeconómico
– En esta ocasión, hemos profundizado aún más en el análisis. Anteriormente, tuvimos en cuenta el porcentaje de pobreza en cada una de las comunidades que participaron en el estudio PASOS y ya vimos esa asociación entre obesidad infantil y nivel socioeconómico de las familias. Ahora, hemos tenido en cuenta tres variables del nivel socioeconómico: el nivel de estudios de los padres de los niños participantes, su ocupación la renta promedio por persona de las secciones censales en las que se ubican las escuelas que participaron en PASOS y que, por lo tanto, correspondería a la renta promedio de los niños que acuden a esas escuelas. A partir de ahí, hemos creado nueve grupos en función de cómo se combinan esas tres variables y hemos comparado el grupo más favorecido, es decir aquellos niños cuyos padres tienen estudios universitarios, trabajaban en el 2019 y que la renta promedio del lugar en el que residen se sitúa entre el 50% de rentas promedio más altas, con el más desfavorecido. que lo conforman los niños con padres sin estudios universitarios, que en el 2019 no trabajaban y que el lugar en el que residen se sitúa entre el 50% con una menor renta promedio por persona. La conclusión es que, cuando hemos cruzado esos datos con los de sobrepeso, obesidad y obesidad abdominal que tenemos en nuestra base de datos, hemos visto que hay una asociación muy clara entre ese nivel socioeconómico y la probabilidad de presentar sobrepeso, obesidad u obesidad abdominal. Concretamente, lo que hemos visto es que los niños más desfavorecidos tienen 2,3 veces más probabilidad de padecer obesidad abdominal. En términos absolutos, encontramos que la obesidad abdominal en ese grupo más desfavorecido es un problema que afecta a un 30%, mientras que entre la población más favorecida ese porcentaje es del 15,4%. Si lo que analizamos es el Índice de Masa Corporal (IMC), lo que vemos es que la probabilidad de presentar obesidad entre los más desfavorecidos es 2,5 veces mayor que entre los niños más favorecidos. En término absolutos, lo que vemos es que la prevalencia entre los más desfavorecidos es del 15,2%, mientras que en los más favorecidos afecta a un 7,8%. Es decir, podríamos decir que es un epidemia en cualquiera de los niveles socioeconómicos, pero afecta de forma mucho más frecuente a los niños, niñas y adolescentes más desfavorecidos. También hemos estudiado la obesidad severa, que es la condición más grave de la obesidad, y vemos que la probabilidad de presentarse entre los niños más desfavorecidos es seis veces mayor y afecta al 3,7%, mientras que entre la población más favorecida afecta al 0,6%.
– ¿Cómo se explica esa relación directa entre nivel socioeconómico y obesidad?
– Estamos investigando mucho sobre eso y algunos estudios que ya existen apuntan que en las zonas en las que residen los niños más desfavorecidos son zonas en las que, por un lado, tienen más accesibilidad a alimentos considerados comida basura y, por el otro, existen menos oportunidades para hacer actividad física al aire libre de forma segura. También hay estudios que apuntan que los niños de menor nivel socioeconómico dedican más tiempo al uso de pantallas, que se relaciona con una mayor exposición a anuncios de productos de alimentación no saludable. Además, está el factor económico, porque el tener menos ingresos dificulta el acceso a determinados alimentos y el apuntar a los niños a actividades físicas extraescolares.
– ¿Tienen datos acerca de cómo ha incidido la pandemia?
– Lo vamos a estudiar, pero el estado ponderal de los niños y adolescentes tarda un tiempo en modificarse. Primero, lo que se modifica es el estilo de vida y después eso se acaba traduciendo en un cambio en el estado ponderal. Estudios parciales indican que, tras el confinamiento, se produjo un deterioro muy relevante de la práctica de actividad física y un incremento también muy relevante en el uso de las pantallas. Y eso fue mayor a menor nivel socioeconómico. Eso nos hace pensar que ese cambio de estilo de vida evidenciado, más las alteraciones a nivel de sueño y el deterioro del bienestar emocional es posible que tras la pandemia se acentúe la epidemia de la obesidad infantil.
-¿Cómo se reducen las desigualdades sociales en salud?
– Las políticas de reducción de la pobreza infantil han de seguir apostando por la promoción de hábitos de vida saludables en los entornos más vulnerables como una herramienta básica para reducir las desigualdades sociales. Por otro lado, las políticas de promoción de hábitos de vida saludable han de incluir una mirada más sensible hacia los colectivos más vulnerables y priorizar estos entornos