Parlament
Pulso de JxCat a ERC para controlar el Parlament y la vicepresidencia
El independentismo encara el sprint final de las negociaciones sin un acuerdo cerrado y la posibilidad de fracaso antes del viernes ya sobrevuela. Esquerra, JxCat y la CUP se reunieron ayer a tres por primera vez
La votación en el Parlamento Europeo que levanta la inmunidad a Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comín, junto con la decisión de revocar el tercer grado a Oriol Junqueras, Jordi Sánchez, Josep Rull, Jordi Turull, Raúl Romeva, Joaquim Forn y Jordi Cuixart, que ingresaron ayer noche de nuevo en la prisión de Lledoners, han tenido fuerte impacto en las negociaciones para el futuro Govern. Las fuentes consultadas consideran que ambas decisiones tendrán una influencia positiva en las negociaciones «para aunar fuerzas» y «para salvar la investidura de Aragonés», que peligraba debido a que en Junts per Catalunya se coquetea con una posible repetición electoral. La situación es tal que la suspensión del tercer grado a los de Lledoners compensa el levantamiento de inmunidad de Puigdemont «porque eso les daba pilas», y los partidarios de la repetición electoral se podrían animar en exceso.
La negociación está siendo más difícil de lo esperado, aunque el independentismo en estos años ha conseguido una reconocida experiencia para alcanzar acuerdos a última hora. Por eso, no se esperan novedades ante la primera meta volante, la Mesa del Parlament, hasta «el mismo viernes por la mañana» –justo el mismo momento en que se constituye–. De hecho, un síntoma claro de las dificultades que están entrañando las negociaciones y de que los plazos se apurarán es que hasta ayer no se produjo una reunión a tres entre Esquerra, JxCat y la CUP y el encuentro se saldó, además, sin acuerdo.
La Mesa es un elemento importante en la negociación porque de ella depende forzar situaciones políticas. Junts per Catalunya la reclama para sí. Al menos un sector, quiere que la nueva presidenta sea Laura Borrás. Por dos motivos. El primero porque se da por descontada su condena en el caso de las Lletres Catalanes –está imputada por haber adjudicado presuntamente a dedo contratos a un amigo–, lo que haría posible elevar el tono victimista porque se consideraría «un nuevo ataque del Estado Español a la soberanía del Parlament», aunque ciertamente no tienen nada que ver. De hecho, tanto Esquerra como la CUP nunca han cerrado filas con Borràs en este asunto. Otro sector, quiere ir más allá y que Borrás sea vicepresidenta de Aragonés. Los neoconvergentes no exigen demasiadas competencias para esta vicepresidencia, antes al contrario. Solo la quieren utilizar como artefacto contra Aragonés. Una condenada en su propio gobierno, ¿qué hará entonces el president? Los partidarios de situar a Borràs en el Parlament, apuestan por la entrada de Elsa Artadi en el Govern. Mientras JxCat sigue anclado en el «procés» y en cómo darle continuidad, ERC y CUP diversifican los asuntos a abordar y negocian medidas sociales que puedan ser «asumibles». Entre las propuestas, los cuperos defienden una Renta Básica Universal, la regulación del precio del alquiler, potenciar el sector público o la trasición ecológica en la industria.
Como adelantaba LA RAZÓN el domingo, ERC no ha cerrado las puertas al diálogo con el PSC, que ha adoptado una posición de espectador porque todavía no es su momento. Los socialistas solo moverían pieza si el frente antiindependentista fracasa. «Entrar ahora en este juego es contraproducente. Salvador marca la oposición, como hizo el sábado en el Consell Nacional siendo muy duro con la ausencia del Govern en la visita del Rey y el presidente Sánchez a la SEAT porque nos jugamos un coche eléctrico y que la fábrica de baterías se instale en Cataluña. Fíjate que hay ya tres comunidades que quieren jugar el partido, y aquí el Govern no sabe si va a jugar a futbol o a basquet», dice un dirigente socialista. De hecho, Aragonés e Illa han tenido algún encuentro presencial, porque ERC es consciente de que el precio que pone Junts per Catalunya es muy alto. Los republicanos siguen apostando «por salvar la investidura», aunque reconocen que la situación no es fácil y que «vamos a la ruleta rusa». El secretismo en las negociaciones es mayúsculo. Solo unos pocos saben lo que está pasando porque todos saben que «negociar con luz y taquígrafos comporta problemas». En ERC solo Aragonés, Junqueras y los cuatro de la comisión negociadora Sergi Sabrià, Marta Vilalta, Josep Maria Jové y Laura Vilagrà –cuyo nombre suena con insistencia para ocupar un alto nivel de responsabilidad en el nuevo Govern– están al cabo de la calle.
En ERC, algunas voces consideran que si JxCAT pone condiciones inasumibles, ERC debe hacer lo que esté en su mano para evitar una repetición electoral «porque no nos lo podemos permitir». Y en su mano está, hablar con los socialistas planteando pactos concretos de país, definir tres o cuatro leyes, los fondos europeos y mirando la estabilidad del ejecutivo central. Eso sí, Illa debería votar a favor de Aragonés como presidente de la Generalitat. Sin embargo, este escenario tendría que llegar antes del viernes porque la composición de la Mesa será determinante para el pacto final. Eva Granados es la candidata socialista. Todo apunta que la distribución de la Mesa será dos puestos para ERC, dos para JxCAT, uno para la CUP, y dos para el PSC. Un pacto PSC-ERC daría la presidencia a Granados, muy cercana a Illa. Estuvo entre los elegidos que sabían que sería candidato. Solo cinco personas del PSC lo supieron antes del día 30. El PSC también apuesta por evitar que la CUP ocupe un cargo en la Mesa y defiende entregárselo a Comunes o Cs.
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