Restauración
El clásico bar Etoile renueva su oferta y estilo para convertirse en un referente de barrio
En la cocina la premisa es clara: «no tocar demasiado el producto, no modificarlo»
Alex Arenas y Manuel Vidal-Quadras son vecinos del bar Etoile, un clasico de la zona de Mandri que abrió sus puertas en 1979 y subsistía con más pena que gloria gracias, principalmente, a su terraza en pleno parque Ferran Casablancas.
La pandemia supuso un duro golpe para el negocio y sus propietarias decidieron traspasarlo solo con dos condiciones: que se mantuviera el nombre del local y el personal. Fue entonces cuando Alex y Manuel, junto con Oriol Fábregas, decidieron hacerse con el bar, que reformaron en cuanto a la estética y la oferta se refiere para dar lugar al Gran Bar Etoile. «Desde su inauguración, el bar no se actualizaba e iba en decadencia, nadie le ponía mimo», explica Fábregas, quien señala que, con el cambio de propiedad «la idea es renovar el concepto para hacer de Etoile un punto de referencia en el barrio».
Así pues, pese a que entre su oferta aún se mantienen los clásicos bocadillos para desayunar y los platos combinados del mediodía del bar original, el nuevo Gran Bar Étoile ha apostado por un concepto más elaborado, actualizado y de calidad. En esta línea, al clásico bocadillo de lomo de las mañanas se suman ahora propuestas de cuchara, como los callos, el fricandó o las albóndigas, mientras que para las comidas, los combinados como la butifarra con alubias, conviven con una «carta más comercial y mimada, con platos más actuales pero sin grandes pretensiones gastronómicas», aclara Fábregas, quien señala que la oferta nocturna se concreta exclusivamente en «esa carta nueva», la cual se caracteriza por sus raíces mediterráneas, pero con un toque internacional.
«Son las recetas de siempre, pero actualizadas», señala el propietario, quien a modo de ejemplo se refiere a las «vieiras, que hacemos a baja temperatura y luego marcamos a la plancha» o los platillos con un guiño a gastronomías de otros lugares como el «tataki de pez mantequilla». En cualquier caso, en la cocina de Gran Bar Etoile la premisa es «no tocar demasiado el producto, no modificarlo». «La idea es manosear poco el producto para que éste mantenga su sabor y sus propiedades y conseguir hacer con solo cuatro toques un plato diferente», comenta el propietario.
Además, la temporalidad del producto también tiene un papel destacado en la oferta de este restaurante, que busca jugar con lo que ofrece la tierra y el mar según la estación. Por ello, al margen de la carta, se ofrecen al cliente las sugerencias según temporada.
Cabe destacar, además, que durante el periodo en el que los restaurantes tuvieron que permanecer cerrados por las restricciones asociadas a la pandemia, Gran Bar Etoile adaptó su oferta a las circunstancias y apostó por las tortillas para el «take away» y delivery y tal fue el éxito que éstas se han ganado un papel destacado en la carta. «Las hemos mantenido en nuestra oferta porque la gente nos las sigue pidiendo», explica Fábregas, quien señala que hay de cinco tipos: patata y cebolla, trufa con jamón ibérico, morcilla y queso de cabra, sobrasada y brie y la de verduras.
Pero la oferta no es lo único que ha cambiado en el nuevo Etoile, sino que el espacio también ha sufrido una renovación. «Hemos abierto más el local a la calle y le hemo dado una aire de bar de toda la vida pero actualizado, con mesas de mármol, suelo de damero, producto a la vista...». En definitiva, tal y como señala Fábregas, «el barrio antes veía el Etoile como un bareto de bocatas y combinados y creemos que eso está cambiando».
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