Historia

¿Quién fue la Anna Frank catalana?

Desde hace un mes el Arxiu Nacional de Catalunya custodia los diarios de Conxita Simarro i Solsona

Conxita Simarro
Conxita SimarroANC

Pese a la mucha bibliografía que existe sobre la Guerra Civil siguen siendo fundamentales las páginas escritas por aquellos que la vivieron en primera persona. Mucho antes de que Anna Frank dejara en un cuaderno sus impresiones de la persecución nazi, hubo otra niña que reflejó los horrores de la guerra y del posterior exilio. Se llamaba Conxita Simarro i Solsona y desde el pasado mes de septiembre su diario se custodia en los fondos del Arxiu Nacional de Catalunya (ANC). Fueron sus hijas las encargadas de donar a la institución este fondo que se custodiaba en México y formado por siete libretas escritas entre los diez y los dieciséis años.

¿Quién era Conxita Simarro y que muchos denominan como la Anna Frank catalana? Había nacido en Terrassa en 1927, siendo hija de Francesc Simarro García, un agente de segunda clase del Cuerpo de Seguridad de Cataluña, que realizaba tareas de información. Cuando la guerra se recrudeció en Barcelona, hacia marzo de 1938, la familia Simarro Solsona se trasladó hasta Matadepera. Fue en ese momento cuando Conxita empezó a poner por escrito sus impresiones sobre lo que estaba pasando a su alrededor, convirtiéndose en un testimonio importantísimo de ese tiempo. Es allí donde declara: “Avui començo aquest diari disposada a posar-hi tot el que el cor em dicta. Ja feia molt de temps que el volia començar, però no em decidia”.

Los textos estaban redactados en un primer momento en catalán, hasta que el exilio de la familia los llevó a Perpiñán donde empezó a escribirlos en francés. Finalmente, con la amenaza de la llegada de las tropas nazis a suelo francés, los Simarro huyeron hasta México, Conxita concluyó sus diarios en castellano.

Según informa el ANC, en el diario Conxita refleja, con su personal voz, desde la ausencia puntual del padre pasando por las actividades y los juegos de los niños con quienes comparte calles y escuelas. A ellos se le suman los detalles del drama que vivió directamente, aunque desde los ojos de una niña que conoce lo que quiere decir la falta de alimentos, el no poder realizar sus estudios escolares con total normalidad, además de sus conversaciones con los adultos que la rodean. Todo ellos es contado desde dos niveles que se van encontrando a medida que el relato avanza: por un lado su propia vida cotidiana rodeada de la familia y los amigos y, por otra parte, los acontecimientos históricos que trastocan la normalidad.

Junto con los diarios, en el ANC también han ingresado otros documentos personales de Conxita Simarro. Sus hijas también han donado documentación académica y cuadernos escolares, muestras de su actividad asociativa, la correspondencia con su futuro marido, cartas con familiares y amigas de infancia en Cataluña y misivas intercambiadas con otros refugiados y las nuevas amistades en México.

Todo ello permite que, aunque sea de manera simbólica, regresa a Cataluña un testimonio que ha permanecido oculto durante demasiados años, pero que ahora sirve para arrojar luz sobre uno de los episodios más oscuros de nuestra historia.