Agresión sexual múltiple

Uno de los marroquíes acusados de la “segunda manada de Manresa”: “La chica menor me propuso una relación de amor”

La Fiscalía pide hasta 56 años para cada uno de los 4 presuntos agresores sexuales

Uno de los presuntos miembros de la «manada» de Manresa
Uno de los presuntos miembros de la «manada» de Manresalarazon

Uno de los cuatro acusados de haber violado por turnos a una menor en Manresa en julio de 2019 ha admitido que mantuvo relaciones sexuales con la víctima, pero ha asegurado que estas fueron “consentidas” y que la joven, que entonces tenía 17 años, le llegó a proponer “una relación de amor”.

Así lo ha sostenido durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Barcelona contra él y otros tres hombres, para quienes la Fiscalía pide 55 años de cárcel por cuatro delitos de agresión sexual-uno como autores y tres como cooperadores necesarios de las violaciones perpetradas por los demás-, uno de los cuales en grado de tentativa.

Según este acusado, la víctima le pidió que la acompañara a una habitación del piso en el que se encontraban para descansar porque “no podía quedarse sola” y, una vez en el cuarto, le propuso “una relación de amor”, pero como él se negó porque “tenía pareja”, la joven le dijo que mantuvieran “una relación normal, consentida, con sentimiento, con permiso”.

“Ella quería, yo también quería, ya está”, ha subrayado el procesado a través de una intérprete, quien ha explicado que ambos iban “borrachos” porque habían estado de fiesta en el apartamento, pero ha subrayado que la víctima no puso “ningún tipo de resistencia” durante la relación “en ningún momento”.

Los hechos se remontan al 13 de julio de 2019, cuando la víctima acudió a casa de los acusados, a quienes acababa de conocer, para cenar y “hacer tiempo” hasta acudir a una fiesta, momento que habían aprovecharon los procesados para violarla por turnos tras haberle ofrecido previamente bebidas alcohólicas y hachís, de acuerdo con la Fiscalía.

Los otros tres imputados, que también han declarado este lunes, han negado que mantuvieran relaciones sexuales con la joven y han asegurado que no hablaron con ella en toda la noche, a excepción de uno, que ha reconocido que la condujo hasta una habitación “para que durmiera” porque “iba muy borracha”.

En su declaración, la joven aseguró que “tuvo mucho miedo” de morir y que, desde entonces, sufre ataques de pánico, no puede ir sola por la calle ni tampoco ha podido retomar sus estudios: “Mi vida ha sido una puta basura”. Así lo explicó durante el juicio que arrancó en la Audiencia de Barcelona contra los cuatro acusados, en prisión provisional.

Durante esta primera sesión, la víctima ha asegurado que tuvo “mucho miedo por su vida” y que pensó que algo podría ocurrirle si no “obedecía” lo que le decían, pese a lo cual, ha subrayado, se resistió con “todos los recursos disponibles” a la violación.

“Les hice entender de todas las formas que pude que no quería. Les dije que pararan, me intenté levantar y chillar (...) pero ponían todo su cuerpo encima mío y no podía moverme apenas”, relató la joven, que ha insistido en que llegó a “forcejear” para “quitárselos de encima” después de que una de las defensas le cuestionara si “intentó cerrar las piernas”.

“Estaba en estado de shock pero daba chillidos de dolor y para que parasen. Lo único que quería era marcharme”, ha indicado. La víctima tiene “pensamientos suicidas y de hacerse daño constantemente”

“He engordado 40 kilos en año y medio por la ansiedad de estar en mi habitación sin poder salir. No tengo contacto con mis amistades por la depresión y el malestar. Tengo muchísimos ataques de pánico (...), tengo fobia a los hombres y no quiero que me toquen, incluso con mis familiares. Siento que no puedo ir sola por la calle, duermo en estado de alerta. He intentado seguir con las clases, pero no he podido”, ha explicado.

Tal como detalló, conoció a sus agresores -a quienes la Fiscalía aplica el agravante de actuación conjunta y pide también 40.600 euros por las lesiones sufridas y los perjuicios morales- en una plaza de Manresa y, tras charlar durante un rato, la invitaron a subir a su casa para cenar y esperar hasta acudir a una fiesta donde había quedado con su prima.

Ella accedió al considerarlos “muy simpáticos, agradables y amistosos” y, en el piso, en el que había unas seis personas, le ofrecieron chupitos de whisky y hachís, bailaron y conversaron.

Hasta entonces no hubo, ha remarcado, “ningún contacto físico, atracción o insinuación sexual”, pero en un momento dado le insistieron en que la veían “muy mal” y “necesitaba descansar”, por lo que la condujeron “forzosamente” a la habitación.

“Yo pensé que era por mi bien y porque de verdad necesitaba descansar, aunque no me veía mal del todo”, ha dicho antes de precisar que “iba bebida, pero no lo suficiente como para perder el conocimiento”: “Yo sabía en todo momento lo que estaba bien y lo que estaba mal”.

Una vez dentro de la habitación, ha aseverado, los acusados fueron entrando por turnos y abusaron sexualmente de ella, que expresó en todo momento “que no quería” y cuyos gritos no sirvieron para que ninguno de los presentes en el domicilio acudiera en su auxilio.

Cuando terminaron de violarla, la víctima aprovechó que se habían dejado un móvil en el cuarto para llamar al 112 pero acabó colgando cuando uno de los acusados entró en la habitación y, acto seguido, pidió que la dejaran marcharse.