Exposición

Giorgio Morandi, el pintor que hizo del objeto un arte

La Pedrera dedica una gran retrospectiva a uno de los grandes maestros italianos de la pintura del siglo XX

Una imagen de la muestra en la Pedrera
Una imagen de la muestra en la Pedrerazefeese

Hacía unas cuatro décadas que Barcelona no acogía una gran retrospectiva dedicada a uno de los nombres más importantes de la vanguardia italiana. Lo mejor de la pintura de Giorgio Morandi es la protagonista de una exposición que puede verse desde ayer la Fundació Catalunya La Pedrera en Barcelona. Pinturas, dibujos, acuarelas y grabados permiten conocer de primera mano a uno de los grandes pintores italianos de todos de los tiempos a partir de una serie de trabajos procedentes de varios museos europeos y colecciones privadas.

En total se recogen 103 piezas que nos permiten conocer las obsesiones de un hombre que vivió únicamente para su trabajo, alejándose de todo tipo de sociabilidad con sus compañeros de armas con alguna leve excepción. A Giorgio Morandi lo que le interesaba era la pintura de Giorgio Morandi y a ella se dedicó con todas sus fuerzas.

El recorrido se inicia precisamente por el sitio en el que fue creado toda esta producción, una reconstrucción de su estudio que es el punto de partida por un viaje apasionante. Todo se inició en la Academia de Bellas Artes de Bolonia que fue donde estudió nuestro protagonista entre 1907 y 1913. Esos estudios se complementaron con la propia investigación que realizó alrededor del impresionismo y el postimpresionismo. Cézanne se convirtió en uno de sus maestros indiscutibles, aunque parece inevitable pensar en el primer Picasso cubista e, incluso, en Braque cuando se contemplan algunas de las composiciones de ese tiempo, algunas hoy presentes en las salas de la Pedrera. Además de esa huella cezanniana, se presenta uno de los escasísimos autorretratos realizados a lo largo de su carrera. A diferencia de otros, Morandi no fue a París y buscó en su país lo que necesitaba. De esta manera, en 1910 observó los cuadros de Renoir y Cézanne en las bienales de Florencia y Venecia, y a Monet en la de Roma de 1911.

Tras la Primera Guerra Mundial, Morandi se acerca a los principios de la pintura metafísica. Fue durante un breve tiempo, pero importantísimo para limitar su investigación plástica hacia los objetos, pero yendo mucho más allá de la apariencia física. Los bodegones serán, desde eses momento, el centro de su universo. Todo esto coincide con el hecho de que en Italia se dé un grupo llamado Novecento y que apostó por el regreso a un clasicismo moderno. Morandi no fue menos y también se sintió influenciado por esta manera de entender el arte y que tiene a los objetos como protagonistas, haciendo de lo cotidiano el principal eje de su temática plástica.

La muestra también nos aproxima a la labor del pintor como paisajista, lo que veía desde la ventana de sus talleres en los alrededores de Grizzana, la aldea en los Apeninos donde residió desde el verano de 1913, además de su escondite en los años bélicos de 1940 a 1944. El patio que contempla desde la ventana de su estudio en Via Fondazza, en Bolonia, también se convirtió en otro de sus temas.

Fue en los años veinte cuando los objetos se adueñaron de sus temas y sus papeles, todo ello a partir de una cuidadosa destilación de la realidad hasta el punto de exponer sin tapujos la poética de las cosas sin dejar de lado la esencia de los elementos propios del lenguaje pictórico. Sus bodegones, sus naturalezas muertas se convirtieron en su seña de identidad, en la plasmación de alegorías donde tazas, jarras y platos no son una simple decoración o una manera de construir un ejercicio pictórico.

Una mención aparte en la exposición de la Pedrera son los cuadros en los que el color blanco se adueña de la composición. Con los años, Morandi se dirigió hacia lo que se puede llamar como una depuración técnica a la que contribuyeron las gradaciones tonales, además de usar una pincelada cada vez más suave y que se desmaterializó a partir de 1950.

La exposición pretende mostrar al artista «en su totalidad y complejidad», según comentaron ayer en rueda de prensa las comisarias, Daniela Ferrari y Beatrice Avanzi, ambas conservadoras del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto (Mart), en Italia. Toda una invitación a disfrutar de un verdadero maestro.