Legislatura

ERC rompe sus ataduras con la CUP un año después del pacto

La consejera de presidencia, Laura Vilagrà, cierra la puerta a la cuestión de confianza a Aragonès acordada. Los antisistema se oponen a casi todas las medidas del Govern

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, durante el acto de conmemoración del Día de la República celebrado en el Palau
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, durante el acto de conmemoración del Día de la República celebrado en el PalauAndreu DalmauAgencia EFE

ERC da por rotas sus ataduras con la CUP, el primer partido -antes incluso que Junts- con el que pactó la llegada de Pere Aragonès al frente de la Generalitat hace justo un año. Ahora, los republicanos cierran por completo la puerta a la cuestión de confianza que incluía el acuerdo y a la que el president debía someterse ante el Parlament en 2023, a mitad de legislatura. Un pacto inexistente tan sólo 12 meses después de haberlo rubricado y con los antisistema ejerciendo de dura oposición.

Ha sido un peso pesado del partido y del Ejecutivo quien lo ha verbalizado: la consejera de Presidencia, Laura Vilagrà, ha asegurado en una entrevista en el diario “Ara” que no habrá cuestión de confianza. El argumento que da Esquerra para desdecirse y librarse de las cadenas de la CUP es que los antisistema no han apoyado los presupuestos de este año, una de las condiciones que incluía el acuerdo.

De hecho, la crisis de los presupuestos terminó de facto con la ruptura del independentismo y el Govern de Pere Aragonès dio por empezada una nueva etapa junto a los comunes, el partido de Ada Colau que cobija a Podemos en Cataluña.

Cabe tener en cuenta además que la cuestión de confianza es una prerrogativa del president, que es quien debe convocarla en la cámara. No ocurre lo mismo con la moción de censura: cualquier grupo parlamentario la puede registrar. Por tanto, Aragonès se libra de poder ser derrocado por la CUP y el resto de partidos en el Parlament ya que ERC y Junts no llegan a la mayoría absoluta.

El acuerdo entre republicanos y antisistema rubricado a finales de marzo de 2021, antes de la investidura, incluía otros dos elementos destacados: suprimir el uso de proyectiles de foam por parte de los Mossos d’Esquadra mientras no se aborda en el Parlament un cambio en el modelo de seguridad; y “preparar” la celebración de un referéndum de autodeterminación. Es decir, otro 1-O al margen de la vía pactada. Y sobre este último aspecto, los partidos del Govern también ha dado un golpe sobre la mesa a lo largo de este año: el Parlament rechazó en octubre una propuesta de resolución de la CUP que así lo reclamaba con el “no” de Junts y la abstención de ERC. En este caso, los posconvergentes se posicionaron en contra por considerarlo un gesto “inútil” que podría conducir a una inhabilitación de la presidenta del Parlament, Laura Borràs (Junts) si es investigada por desobediencia.

Por tanto, ninguno de los tres ejes del pacto entre ERC y la CUP se va a materializar un año después de haberlo suscrito. De hecho, los antisistema están instalados en la oposición y cuestionan prácticamente todos los pasos que da el Govern de Aragonès, también al margen del “procés”. De hecho, esta semana la dirigente anticapitalista Laia Estrada cargó con dureza contra la política sanitaria de los republicanos y criticó que el Ejecutivo no invierta lo pactado -un 25% del presupuesto en Salud- en plena pospandemia: “Estamos en un 17%. Es uno de los muchos incumplimientos”, avisó.