Autodestrucción

La CUP se garantiza que Aragonès pueda caer en dos años

El republicano pacta con los antisistema someterse a una cuestión de confianza a media legislatura

El candidato a la presidencia de la Generalitat por ERC, Pere Aragonès, durante su intervención en el acto de celebración del 90 aniversario del partido
El candidato a la presidencia de la Generalitat por ERC, Pere Aragonès, durante su intervención en el acto de celebración del 90 aniversario del partidoAlberto Estévez

Cataluña sigue sumida en su particular culebrón político, una mezcla entre el bucle permanente del «procés» y el frenesí de las negociaciones al límite. El viernes se celebrará el pleno de investidura del president de la Generalitat y ERC acelera tras el preacuerdo con la CUP. El propio Pere Aragonès ha explicado hoy parte de la letra pequeña de la alianza con los antisistema: someterse a una cuestión de confianza a media legislatura a cambio de su apoyo para la Presidencia y los presupuestos. Es decir, la CUP se reserva poder derrocar al president en dos años, según cómo avance la legislatura y los compromisos logrados.

Así lo ha confirmado el republicano en un artículo en el diario “Ara”. En el texto publicado, el dirigente asegura que este compromiso garantiza su investidura como presidente de la Generalitat y la aprobación de los Presupuestos, “dotando al nuevo Govern de una estabilidad totalmente necesaria”. “Es bueno y sano que cuando sea presidente de la Generalitat me someta a una cuestión de confianza a mitad de legislatura para evaluarnos, para renovar el acuerdo y para reforzar la estabilidad del Govern”, defiende.

Un movimiento inaudito y arriesgado de ERC, que sólo dispone de sus 33 diputados mientras los antisistema debaten internamente el apoyo a su candidatura. El texto ya está en manos de las bases, que decidirán si apoyan a Aragonès, se abstienen o bien rechazan su candidatura. Los resultados no se conocerán hasta el jueves, a horas del debate de investidura.

El preacuerdo entre republicanos y antisistema incluye otros dos elementos destacados: suprimir el uso de proyectiles de foam por parte de los Mossos d’Esquadra mientras no se aborda en el Parlament un cambio en el modelo de seguridad; y «preparar» la celebración de un referéndum de autodeterminación.

En paralelo, las negociaciones con Junts, cuyos 32 diputados son imprescindibles en la ecuación independentista, siguen estancadas pese las reuniones de las últimas horas. Los postconvergentes, que dijeron desconocer el preacuerdo entre ERC y la CUP antes incluso de que Aragonès desvelara el compromiso de someterse a una cuestión de confianza, han evitado comprometerse a garantizar el apoyo al presidenciable de ERC el viernes –se emplazan a seguir con las conversaciones– y avisan de que priorizan un pacto global de legislatura aunque se alargue más allá del 26. «No queremos un Govern inestable, de peleas, un Vietnam», ha asegurado Elsa Artadi. Este martes, el partido de Puigdemont celebrará una conferencia en boca de Jordi Sànchez para fijar su estrategia.

Y es que Junts contemporiza, ralentiza los tiempos y marca perfil. «Hacer un acuerdo exclusivamente de investidura puede hacer que el día siguiente haya un Govern débil que tenga que negociar cada cosa», ha abundado Artadi tras evitar comprometerse a garantizar el apoyo a Pere Aragonès «a día de hoy» [por este lunes]: «No podemos definir nuestro voto».

Más explícita ha sido la aún portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó (Junts), quien ha llamado a seguir con las negociaciones y ha abogado por que los equipos de Junts y ERC se tomen «el tiempo que haga falta» para garantizar un «acuerdo sólido» que dé «estabilidad» al futuro gobierno catalán: «A veces las prisas son malas consejeras», ha avisado.

El poder de Puigdemont

Así, Junts reclama afrontar aspectos globales como la formación del Govern, la estrategia independentista con el Estado, una hipotética unidad de acción en el Congreso que los republicanos rechazan y el poder de Carles Puigdemont a través del Consell per la República.

De hecho, este último aspecto se ha convertido en uno de los escollos entre postconvergentes y republicanos: Junts quiere un papel predominante para el organismo de Puigdemont y exige que pilote la estrategia a seguir del «procés». En cambio, en Esquerra recelan, defienden que el mando lo tiene que llevar la Generalitat en su totalidad y apuestan por un foro entre partidos y entidades –con Òmnium y la ANC– como el de la anterior legislatura o bien «reformular» el ente de Puigdemont, que los republicanos tildan de «partidista». El Consell per la República «tiene que tener su papel», y también el expresident desempeñando «funciones internacionales», pero la Generalitat «no tiene que estar condicionada por este órgano», advirtió la «número dos» de Pere Aragonès, Laura Vilagrà reconociendo así la influencia de Puigdemont y su papel en las negociaciones. Y es que, con Aragonès al frente del Ejecutivo, Puigdemont busca mantener el foco.

En las próximas horas la CUP se reúne con el expresident en Waterloo -la semana pasada lo hizo con Oriol Junqueras- y Borràs inicia las conversaciones para proponer al candidato «con más apoyos» de cara al viernes.