Arte

Joan Miró, el pintor que sirve de inspiración a la literatura catalana

Una exposición establece un diálogo entre la obra del gran artista y una serie de poetas contemporáneos

Un visitante contempla las obras en la exposición de la Galeria Mayoral
Un visitante contempla las obras en la exposición de la Galeria MayoralMarçal Folchfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@546dec3d

Joan Miró siempre fue un gran lector de poesía. Su biblioteca, afortunadamente conservada en la fundación barcelonesa que lleva su nombre, da buena fe de lo muy variada que eran sus lecturas, desde los místicos españoles del Siglo de Oro hasta la poesía surrealista de las vanguardias que había en París a principios del siglo pasado. Toda esa lírica también se fue filtrando en la mismísima obra mironiana.

Por todo ello, no es raro que también la obra de Joan Miró sirviera y sirva todavía como motor lírico para poetas, especialmente los que son del propio terreno del artista. Una interesante exposición en la Galeria Mayoral de Barcelona aborda los vínculos entre el arte mironiano y la poesía catalana contemporánea, un diálogo propio de museo y que invita a la lectura tras contemplar pintura y escultura del gran maestro. Bajo el comisariado de los poetas Vicenç Altaió y Blanca Llum Vidal, se reúnen originales mironianos junto a versos de Pere Gimferrer, Joan Navarro, Biel Mesquida, Enric Casasses, Dolors Miquel, Maria Callís, Marçal Font, Maria Sevilla, Mireia Calafell y Pol Guasch.

Como comentan los comisarios de la exposición, Miró «escribía visualmente, escuchando la música del ojo y la música de la salpicadura, lo lleno y lo vacío, es decir, lo que forma parte de la poesía contemporánea». Todo ello se ejemplifica con un conjunto de trabajos, en su mayoría de los años setenta donde Miró va realmente a la esencia, no necesitando mucho para poder decir todo lo que le interesa transmitir al espectador. Son obras maestras del mejor Joan Miró que aborda la tela con los pigmentos básicos de su paleta: rojo, azul, blanco, negro, verde y amarillo. Todos ellos sin mezclas, en estado puro, como si se tratara de un artista primitivo, porque con lo básico, con lo puro se comunica con nosotros.

Esta magia es la que también podemos encontrarnos en una composición como «También destacamos Femme aux trois cheveux, constellations» (1976) o «Peinture» (1966-73), que es definida por el propio Altaió como un suerte de fragmento del universo pintado con la rugosidad de un panel de madera. En este sentido, Miró pinta lo concreto de cada planeta empleando para ese cometido un color diferente. Todo ello lo lleva a cabo con la diversidad fonética de las vocales, dando a cada vocal un color. «Esto viene de Rimbaud, que otorga a cada color un grupo de correspondencias significantes. Aquí tenemos el azul, el amarillo, el rojo, el verde, el negro… son los elementos de la naturaleza, los humores del cuerpo humano, las mínimas divisiones de las cosas de la naturaleza. Es así que Miró crea un paisaje del universo como quien escribe un poema, como quién lo canta, como quien descubre», subraya Altaió.

Complementan la muestra una selección de documentos, entre los cuales se encuentra el libro catálogo editado para la exposición «Miró Barcelona 1964», realizado en tres galerías de Barcelona, que presentaron simultáneamente obra de Miró, gráfica sobre todo, en que colaboraron poetas del momento y del entorno de Miró, como J. V. Foix, Joan Brossa, Joan Perucho, Tejedor, Juan Eduardo Cirlot, Alexandre Cirici o Rafael Santos Torroella. Todo ello son herramientas que avalan que la vigencia mironiana es tan vigente ahora como lo fue para los poetas de antaño.