Sin Puigdemont
Laura Borràs se resiste a la unidad en la pugna por el control y el poder en Junts
El plazo termina la semana que viene y más de 200 altos cargos reclaman una bicefalia de la dirigente con Jordi Turull, un tándem apoyado por los pesos pesados del partido. El entorno de la presidenta del Parlament, ausente
Junts ha descorchado la pugna por el liderazgo del partido después de que Carles Puigdemont oficializara la renuncia a renovar su presidencia en el congreso del mes que viene. Un paso atrás para despojarse de las estructuras políticas tradicionales con el fin de emprender su propia cruzada contra el Estado. Y en clave interna, su maniobra precipitará la renovación de un partido imberbe, que apenas suma dos años de vida, metido en mil y una batallas, sin homogeneizar y con una pugna por el liderazgo entre dos familias: la de Laura Borràs y la de Jordi Turull.
En principio, la negativa de Puigdemont a seguir al frente debe favorecer un reparto de sillas entre ambos dirigentes. Por ahora, todo apunta a que podría haber un pacto de conveniencia para que Borràs ocupara la presidencia –un cargo más institucional–, Turull la secretaría general y la ejecutiva se la repartieran ambos círculos, aunque ninguno de los candidatos se ha posicionado públicamente, algo que deberán hacer sí o sí en una semana.
Esta opción, una vía de consenso para tratar de minimizar daños en un partido diametralmente fracturado, es la preferida por más de 200 altos cargos de la cúpula posconvergente, que presionan a ambos sectores mediante un manifiesto titulado «¡Juntos, unidos y determinados!». Al texto se han adherido ya el presidente del grupo de JxCat en el Parlament, Albert Batet, la diputada y alcaldesa de Vic (Barcelona), Anna Erra, el presidente del Puerto de Barcelona, Damià Calvet, el diputado Joan Canadell, el exconseller Josep Rull, la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, y los exconsellers Meritxell Budó y Lluís Puig.
En la lista de firmantes también figuran los consellers Jaume Giró, Josep Maria Argimon, Lourdes Ciuró, Victòria Alsina y Violant Cervera y los exconsellers Joaquim Forn, Miquel Buch, Marina Geli y Neus Munté, entre otros cuadros dirigentes de JxCat. Y algunos de ellos, como Rull o Budó por ejemplo, son dirigentes de la máxima confianza de Jordi Turull, sobre el que se posan todas las miradas para ocupar la secretaria general, el principal puesto de mando del partido.
En cambio, destaca la ausencia del entorno de Borràs: no están ni Francesc de Dalmases ni Aurora Madaula, sus dos principales apoyos políticos, ni otros dirigentes también cercanos como Elsa Artadi, la líder posconvergente en el Ayuntamiento de Barcelona. Tampoco está el círculo de Puigdemont conformado por Josep Rius (portavoz del partido), Jordi Puigneró (vicepresidente del Govern de Aragonès) o Gemma Geis (titular de la cartera de Universidades).
Borràs cuenta con la baza de gozar de gran popularidad entre la militancia, un aviso ante las demás facciones por el control de la formación y el reparto de poderes, con la presidenta del Parlament lejos de querer quedar en un papel secundario e institucional como el que se asocia al cargo de la presidencia, menos ejecutivo que la secretaría general (Jordi Turull).
El tiempo apremia y el calendario obliga a los dirigentes a presentar su candidatura una semana después de haberse formalizado la convocatoria del congreso. Es decir, deberán tomar partido el martes de la semana que viene.
Con este primer paso, los posconvergentes también se juegan definir su hoja de ruta y su posicionamiento político de puertas hacia fuera. Qué papel juegan ante la vía pactista de ERC –si más cercano al activismo o escorado a la gestión– y resolver su hoja de ruta ante las elecciones municipales de 2023, dos asignaturas pendientes que dependerán y pueden cambiar mucho en función de quien asuma el mando.
El turbulento horizonte de Borràs
En clave independentista, Laura Borràs arrastra la gestión del caso Juvillà, de difícil digestión para gran parte de Junts por haber acatado a la primera ante la Junta Electoral y haber retirado el acta al diputado de la CUP condenado por desobediencia.
También su propio periplo judicial, procesada por cuatro delitos de corrupción y pendiente del delito de acusación de la Fiscalía con el que el TSJC podría abrir juicio oral.
En ese supuesto, la presidenta del Parlament podría ser suspendida, una maniobra que dependerá de ERC y la CUP. Y entremedias está el congreso de Junts, el 4 de junio.
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