Historia
¿ Dónde está la primera e imborrable huella de los romanos en España?
La Imperial Tarraco fue el primer enclaveimportante del imperio en la península ibérica
La Imperial Tarraco, más conocida ahora por el nombre de Tarragona, es sin duda la más importante presencia romana en Cataluña y el primer enclave del imperio en España. Los restos que aún se pueden ver son deslumbrantes.
En el año 2000 Tarragona fue declarada Patrimonio de la Humanidad, siendo el asentamiento romano más antiguo de España, y en la ciudad hay varias joyas de esa época por ver y disfrutar.
Por ejemplo, el Museo de Historia de Tarragona. Entre muchas otras cosas, el edificio alberga una maqueta de la ciudad de Tarraco, reconstruida en el siglo II a. C, el momento de su máxima gloria. Es una perfecta manera de iniciar la ruta romana, puesto que evidentemente todo está explicado y situado en este espacio.
La ruta es fácil, a pocos metros están las murallas de Imperial Tarraco, en el paseo Arqueológico. Fueron construidas en el siglo III A. C. para proteger a la ciudad de posibles atracos. En la actualidad se conservan 1.100 metros de murallas que rodean todo el casco antiguo de la ciudad, y no tienen nada que envidiar de cualquier resto parecido en otra ciudad. Está en muy buen estado de conservación. Se pueden observar diversas puertas de acceso y hasta una escultura de César Augusto.
En las murallas todavía es posible visitar tres de sus torres: Cabiscol, Minerva y Arzobispo. En la segunda está la inscripción romana más antigua de España. También es muy recomendable para completar este recorrido ir al Museo Arqueológico de Tarragona.
Por su parte, el Foro Provincial, la muralla, el circo, el teatro, el anfiteatro y la necrópolis constituyen una parte del Conjunto Arqueológico de Imperial Tarraco que también es esencial para cualquier visitante interesado. Este conjunto fue decisivo de cara a la decisión de la Unesco de catalogar Tarragona como de Patrimonio de la Humanidad.
Tres visitas imprescindibles son sin duda el teatro, anfiteatro y circo de Tarragona. Son huellas imborrables e imperecederas del pasado romano de la ciudad. De las tres, la más emblemática es el anfiteatro de Tarragona, que data del siglo II a. C. . Tenía cabida para 14000 espectadores y acogía todo tipo de espectáculos: desde la lucha de gladiadores y fieras, hasta ejecuciones públicas.
La Necrópolis es uno de los conjuntos funerarios más importantes del mundo de la época romana tardía. En su interior se contabilizan más de 2000 tumbas de todos los tipos: desde ánforas hasta grandes mausoleos.
Por supuesto, otro lugar indispensable es otro de los más famosos, el acueducto, que está en las afueras de la ciudad. No es tan espectacular como el de Segovia, pero es una construcción importante para volver a comprobar la gran presencia de vestigios romanos en la zona. El tramo que se conserva, de unos 200 metros de largo, formaba parte del canal que cogía agua del río Francolí. En la misma época se construyó otro acueducto que llevaba agua desde el río Gaià, pero no se conserva nada.
En las afueras, a unos seis kilómetros de la ciudad, está también la Torre de los Escipiones, una de las construcciones romanas más importantes de toda la península. Se trata de un monumento turriforme, con tres plantas superpuestas en forma decreciente. Está construida con sillares rectangulares.
Se puede continuar con el fascinante recorrido con una visita al Foro Provincial, construido hacia el año 73 D.C, en época del emperador Vespasiano. Se trata de uno de los foros más grandes del Imperio Romano
Muy cerca está otra plaza imprescindible, el circo romano de Tarraco. Este espacio tenía un aforo de 25000 personas, y era utilizado para albergar carreras de cuadrigas(carros tirados por 4 caballos) y bigas(carros tirados por dos caballos), ludi circenses(juegos de circo) y juegos teatrales. El circo se mantuvo en uso hasta mediados del siglo V, momento en que la arena y las bóvedas perimetrales fueron trasformadas en nuevos espacios residenciales.
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