Enigma

El Oscar español que se quedó un proxeneta

Néstor Alemendros logró un premio de la Academia en 1978 por su trabajo en la fotografía de «Días del cielo»

Una imagen de Néstor Almendros trabajando junto a Martin Scorsese
Una imagen de Néstor Almendros trabajando junto a Martin ScorseseArchivo

Hubo una época en la que, cuando se hablaba de españoles en Hollywood, prácticamente todo se limitaba a un único nombre, el de un director de fotografía que trabajó con los más grandes nombres de la gran pantalla, pero no solamente en Estados Unidos sino también en Europa. Este año se cumplieron treinta de su fallecimiento y parece como si su nombre hubiera quedado olvidado, solamente recordado por unos pocos. Se llamaba Néstor Almendros y está considerado como uno de los grandes directores de fotografía de todos los tiempos, alguien que trabajó con realizadores de la talla de François Truffaut, Éric Rohmer, Alan J. Pakula, Robert Benton o Terrence Malick. Gracias su colaboración con este último en la película «Días del cielo» obtuvo un Oscar en 1978, todo un hito para este barcelonés. Almendros falleció en su domicilio neoyorquino demasiado pronto, en 1992, a los 61 años. El sida acabó con él dejando una impresionante filmografía como legado, un libro de memorias que merecería ser reeditado y un premio de la Academia. Por cierto ¿dónde se encuentra?

Nos encontramos ante una de esas historias del viejo Hollywood que el tiempo se ha encargado de ocultar. Podría parecer que lo más sensato es que el codiciado galardón hubiera acabado entre algunos de los documentos personales del cineasta que se conservan en la actualidad en la University of Miami. Allí se guarda un material importantísimo de Almendros y Jorge Ulla, varias cajas con imágenes en 35 milímetros y carretes de audio de la película «Nobody Listened/Nadie Escuchaba», un documental sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba, isla en la que vivió nuestro protagonista cuando huyeron de España tras la victoria de Franco. También contiene transcripciones de entrevistas con presos políticos cubanos, una documentación valiosísima para conocer de primera mano la represión llevada a cabo por Fidel Castro en la isla. No hay nada más.

Desde hace años, el pequeño pueblo barcelonés de Calders reivindica la vida y la obra de Néstor Almendros. A él le han dedicado una calle y un centro cultural. El artista sentía una gran estima por esta localidad hasta el punto de que sus restos descansan en la actualidad en su cementerio. Pero, por desgracia, del Oscar que ganó en 1978 no hay ni rastro en Calders.

Tal vez es que estemos buscando mal y nos tengamos que replantear nuestra investigación. Posiblemente es porque tenemos que mirar hacia otro lado y este se relaciona con la vida privada de Almendros. El cineasta nunca habló públicamente sobre sus relaciones, aunque era conocido por ser homosexual. Terenci Moix, en sus memorias cuenta cómo se enamoró de Almendros, aunque nunca fue correspondido.

En 1975, Néstor Almendros conoció a un personaje curioso llamado Scotty Bowers. Dos años más tarde, y durante un mes, Almendros se instaló en la casa de invitados que Bowers tenía en Los Ángeles. Original de Illinois, Scotty llegó a la meca del cine tras haber pasado por los marines durante la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando empezó a ganarse la vida en una gasolinera. Pero el este establecimiento tenía otro cometido: en él los grandes nombres de Hollywood podían contratar servicios sexuales. Bowers se encargaba de todo, ya fuera contratando prostitutos o prostitutas, o actuando él mismo para nombres como Katherine Hepburn, Spencer Tracy, Cary Grant, Rock Hudson o los duques de Windsor. Muchos años después, cuando todos los protagonistas de estas historias ya estaban muertos, el chico de la gasolinera decidió soltarse la lengua y contarlo todo en un jugoso libro de cotilleos titulado «Servicio completo».

Es precisamente allí donde encontramos unas páginas dedicadas a Almendros. Fue Scotty quien lo convenció para que fuera a la ceremonia de los Oscars a la que Almendros se negaba a acudir porque creía que no tenía posibilidad alguna de ganar. Afortunadamente, se equivocó.

Cuando Almendros murió, poco después de la noticia, Bowers recibió un paquete de un abogado neoyorquino. «La carta explicaba que en su testamento Néstor me había dejado su Oscar de la Academia y el paquete contenía la estatuilla cuidadosamente envuelta. Es mi tesoro, pero confieso que me considero simplemente su custodio», escribía Bowers en sus memorias. El proxeneta de Hollywood murió en 2019. Desde entonces no se sabe dónde está el Oscar de Néstor Almendros.