Salud

“Peso 180 kilos y no quiero estar así, me ahogo, pero no sé cómo hacerlo”

La Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad de Vall d’Hebron ayuda a miles de personas al año a abordar sus problemas de obesidad desde una vertiente multidisciplinar, en la que los problemas de salud mental asociados a esta enfermedad son una prioridad

Sandra se ha puesto en manos de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital Vall d'Hebron para hacer frente su obesidad
Sandra se ha puesto en manos de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital Vall d'Hebron para hacer frente su obesidadEnric FontcubertaAgencia EFE

La obesidad es un problema de salud pública, puesto que ya afecta al 25-30% de la población y sigue además una tendencia al alza, especialmente entre la población infantil. En este sentido, cabe señalar que el 70% de los niños obsesos seguirán siéndolo en la edad adulta, de manera que, muchas veces, la obesidad es una enfermedad crónica y todo ello pone de manifiesto que son necesarias nuevas estrategias para abordarla.

En este sentido, es importante señalar que se trata de una enfermedad muy compleja, con muchas y variadas causas y con vinculación con la salud mental, de manera que su tratamiento y abordaje debe llevarse a cabo teniendo en cuenta todos estos factores que, de alguna manera, están implicados o asociados a la obesidad.

Cualquier intervención dirigida a lograr que el paciente consiga reducir peso no va a ser exitosa si antes no se han tratado aquellos aspectos relativos a la salud mental que están detrás de esa obesidad, por ejemplo. Pero además, hay que tener en cuenta que está enfermedad es la madre de otras patologías o trastornos de la salud que también hay que tratar y gestionar, como la diabetes o el hígado graso.

Con el objetivo de adaptarse a esta realidad, la Unidad de Tratamiento Integral de la Vall d’Hebron, que nació en 2008 como un servicio dedicado casi exclusivamente a la cirugía bariátrica, se ha transformado para poder ofrecer una mejor y más eficaz atención a sus pacientes, personas adultas que tienen una obesidad grave, es decir con un índice de masa corporal superior a 35kg/m2, o con complicaciones añadidas como hipertensión o problemas cardíacos.

“La unidad se creo hace años con la idea de ser una unidad centrada en las intervenciones de reducción de estómago, pero se ha reinventado porque con el anterior modelo solo ofrecía atención al 10% de las personas con obesidad, que son las que tienen indicación quirúrgica”, explica la doctora Andrea Ciudin, jefa de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad

En este sentido, ésta cuenta con un equipo multidisciplinar, integrado por endocrinos, nutricionistas, psicólogos y psiquiatras, cirujanos especialistas en reducción de estómago, pediatras y enfermeros y todos ellos trabajan de forma conjunta, coordinada y colaborativa para poder ofrecer al paciente el mejor tratamiento posible. Así pues, integran un comité de expertos que analiza cada caso y decide el mejor abordaje, en el que también participan los médicos de la Atención Primaria, puesto que ésta es principalmente la puerta de entrada de los pacientes. Al respecto, la doctora Ciudin señala que “es clave ir de la mano de la Atención Primara porque es el filtro, ya que frecuentemente los pacientes vienen derivados de los CAP y, por lo tanto, estos profesionales son quienes mejor los conocen”.

“Se trata de una comunicación continua y bidireccional, que nos ayuda a personalizar el tratamiento de los pacientes y nos permite ir todos a una con el mismo protocolo”, añade Ciudin, quien comenta que “esto es algo que nos diferencia de otros centros”, que no cuentan con la participación directa de los médicos de la Atención Primaria en el comité.

Otro de los valores añadidos de esta unidad, que hace actualmente un millar de primeras visitas al año y otras 3 mil de seguimiento, es que, dado que la obesidad es una enfermedad crónica, que muchas veces se remonta a la edad infantil, ha establecido puentes con el Servicio de Pediatría para trabajar de forma coordinada en el tratamiento de los niños a partir de 8 años y, además, se ha creado el Programa de Transición de la Adolescencia a la Edad Adulta ‘Som-hi’, cuyo objetivo es facilitar el paso de los mayores de 12 años de Pediatría a la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad de adultos.

El trabajo de esta unidad arranca con una primera visita del paciente con el endocrinólogo, que en el marco del equipo multidisciplinar ejerce una función integradora y coordinadora. Éste es el profesional encargado de la valoración médica del enfermo, de derivarle a los profesionales de otras especialidades que considere necesario, como hepatólogos, cardiólogos, nutricionistas o psicólogos, y quien va a presentarle la información relativa a las diferentes opciones de tratamiento de las que dispone para que, a la postre, sea el propio paciente quien tome las dediciones acerca de su salud y su tratamiento. Y es que desde la unidad se promueve su empoderamiento para que sean ellos quienes asuman el papel protagonista en la toma de decisiones.

La salud mental como prioridad

Las dos principales vías de tratamiento son la intervención quirúrgica para reducir el estómago, que se lleva a cabo por laparoscopia, o bien una intervención más conservadora, con una terapia conductual, pudiendo incluso valorarse la idoneidad de recurrir a la farmacología. En cualquier caso, con casi toda probabilidad, el paciente pasará por la consulta de los especialistas en psicológica, quienes adquieren un papel destacado en lo que se refiere al tratamiento de la obesidad.

Y es que como señala Sonsoles Cepeda, del Servicio de Psiquiatría de Vall d’Hebron y miembro de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad, “sabemos de la vinculación entre la salud mental y la obesidad y, probablemente, ésta sea además bidireccional”. De hecho, “las personas con problemas de salud mental doblan las posibilidades de tener problemas de obesidad y del total de pacientes con obesidad, entre un 40% y un 60& presentan problemas de salud mental”.

En este sentido, en muchas ocasiones es clave acompañar el tratamiento con sesiones de psicología o psiquiatría, puesto que, como indica Cepeda, “aunque detrás de la obesidad hay muchas causas y factores, si hay un lastre relacionado con la salud mental, un problema activo que no permite avanzar, o se trata o ese paciente no va a ir bien”. Así pues, el trabajo de psicólogos y psiquiatras en el marco de la unidad se concreta en, por un lado, valorar la capacidad de comprensión de la situación por parte de los pacientes, sus necesidades y expectativas de tratamiento, así como su compromiso con el proceso y voluntad de actuar para cambiar la situación, siempre de una forma realista. Esa información la comparten, posteriormente, con el comité a la hora de valorar el tratamiento más adecuado y si el paciente está o no preparado para ello.

En ocasiones, existe algún problema de salud mental lo suficientemente importante como para que éste sea una contraindicación de cara a proceder a una intervención quirúrgica o al inicio de un tratamiento, ya que, como apunta Cepeda, “aquellas personas con trastornos mentales, adicciones, una personalidad inestable, quienes esperan resolver el problema de obesidad con una simple intervención...no van a evolucionar bien, de manera que en estos casos es importante priorizar la salud mental, resolver el problema antes de iniciar el abordaje específico de la obesidad”.

Sandra, al límite con 180 kg.

Este es el caso, por ejemplo, de Sandra, de 47 años, quien a principios de agosto acudió a su médico del CAP en busca de ayuda tras haber alcanzado su máximo peso, concretamente 180 kilos. “En 2011 ya acudí a la unidad y conseguí adelgazar 27 kilos en un año, pero, luego lo dejé y me volví a descontrolar. Ahora, la situación es realmente complicada. Desde hace 8 o 9 meses, no puedo ir a la puerta de casa o al baño sin ahogarme y yo no quiero estar así, sin embargo me veo incapaz de hacerlo yo sola”.

Desde la Atención Primaria derivaron a Sandra a la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad, donde ya le han hablado acerca de la más que probable posibilidad de tener que pasar por quirófano, pero antes debe abordar sus problemas de salud mental para afrontar la intervención en las condiciones óptimas de cara a lograr el éxito. “Tengo incontrolados ataques de comer, atracones, todo apunta a que son por ansiedad, y parece que también estoy con una depresión de caballo, de manera que primero hay que tratar eso para luego valorar si operar o no”, explica esta paciente, quien admite que si bien ella pone “el 150%” de sí misma para salir de esta situación, “necesita ayuda”.

“El comité se ha de reunir para estudiar cuál es la mejor opción para mí, pero parece que ésta pasa, en primera instancia, por ingresar para abordar mi problema de salud mental, ya que al vivir sola es complicado controlarme”, explica Sandra, quien recuerda que “en la mesita de noche guardaba bollería chucherías... para tener reservas por si me ponía nerviosa, pegarme el atracón”. “Yo lo llamaba mi búnker y era mi vía de escape, mi forma de calmar los nervios y el simple hecho de tener todo eso ahí me daba tranquilidad. Ahora he decidido ponerme a dieta y así se lo he hecho saber a los especialistas de la unidad, que en todo momento me han hecho participes de la toma de decisiones”.

Así pues, Sandra acaba de empezar con el proceso de abordaje de sus problemas de obesidad, pero ya tiene claro que en cualquier caso ya puede asegurar que “la unidad es muy importante, porque la obesidad no solo depende de la voluntad de uno mismo, hay muchas más cosas”. “Yo no sé como controlar mis atracones y muchas veces me he preguntado: ¿Qué he de hacer para poder dejar de comer compulsivamente? ¿Cómo lo hago para controlar mis atracones?”.