Así serán las Ramblas de Barcelona del siglo XXI

Las ramblas son probablemente la calle más famosa de Barcelona y uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, al menos, en cuanto a turismo. Su origen se remonta a la riera que discurría por su trazado para desembocar en el mar. De ahí sus características curvas. Por aquel entonces, siglo XIII, delimitaba la propia ciudad y las antiguas murallas se erigían en uno de sus costados. Con el paso del tiempo, y el crecimiento de la capital catalana, la riera fue desviada y la superficie resultante pasó a formar parte de la ciudad convirtiéndose en una suerte de primitiva avenida. El resto, como suele decirse, es historia. Las ramblas, por lo tanto, han sido un testimonio de excepción de los cambios experimentados por la ciudad y ha adaptado sus usos a las necesidades del momento. Por ello, con Barcelona convertida en una potencia turística, tocaba acomodarse a la constante afluencia de visitantes. Y el lunes comenzaron las obras en su extremo marítimo.

El Ayuntamiento prevé que los trabajos se alarguen hasta 2030 y se distribuyan en cinco fases, aunque la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, se ha comprometido a acortar los plazos para intentar terminar los trabajos antes, tal y como reclaman vecinos y oposición. La inversión para toda la reforma es de 44,5 millones. Del tramo afectado, de unos diez millones. Así, este primer intervalo, de 117 metros, se ubica entre el monumento a Colón y la calle Portal de Santa Madrona. El objetivo es abrir la Rambla al mar con una zona de descanso. Se plantará nuevo arbolado, se renovará el alumbrado y se modificará el trazado de la avenida de Drassanes, que pasará más cerca del Museo Marítimo. Durante esta fase, que se alargará año y medio, se trasladarán de lugar una decena de estatuas humanas y se reubicará un quiosco de prensa.

Las obras de este primer tramo se han diseñado por etapas para no afectar de golpe a todo el ancho de la Rambla. De esta forma, se garantiza en todo momento el paso de peatones. Además, se dejará abierto un carril de circulación por sentido para acceder a aparcamientos y para que circulen bicicletas, vehículos de servicios y emergencias, además del transporte público, que no se verá afectado en ningún momento. Y se dejará para el final renovar el pavimento de la rotonda de Colón.

Otra de las principales novedades de la reforma será el pavimento. No habrá asfalto y tanto las aceras como la calzada estarán cubiertas por piezas de distintos formatos de piedra natural de color marrón. Por tanto, desaparecerán las baldosas onduladas características de la Rambla.

Janet Sanz dio el pistoletazo de salida afirmando que «por fin», han empezado unas obras que «no sólo significarán una transformación urbanística, sino también cultural y dará lugar a una Rambla más habitable», lo que denominó la «Rambla del siglo XXI». En este sentido, Sanz insistió en que la remodelación permitirá abrir el paseo «de fachada en fachada» y que además permitirá «dejar de ver Colón como una rotonda para los coches». De hecho, para el gobierno municipal el objetivo es simple, «queremos que Barcelona vuelva a ramblear», aunque la misma Sanz admitió que «la reurbanización no resolverá todos los problemas de la Rambla».

La reforma de la Rambla es una reivindicación de vecinos y entidades, como Amics de la Rambla, que viene de lejos. De hecho, las obras acumulan años de retraso. El Plan de reordenación de esta vía se aprobó definitivamente en plenario el 27 de mayo de 2016, con los votos favorables, en ese momento, de CiU, Cs y ERC. En cambio, los grupos municipales del PP y CUP se pronunciaron en contra, al considerar que no resolvía los problemas de la Rambla. El proyecto de obras se hizo público el 2 de noviembre de 2018, pero la previsión de inicio de los trabajos se alargó hasta finales de 2019 y principios de 2020. Sin embargo, el proyecto quedó atascado por falta de consenso en finales del mandato anterior y la reforma quedó sin calendario. Hasta que por fin han empezado este año.