23J

Anatomía del fiasco independentista: entre la desafección y el voto útil

PSC y Sumar doblaron en papeletas al secesionismo el 23J. ERC abre un debate interno y la CUP se enfrenta a su refundación

Aragonès y Rufián la noche de las elecciones generales
Aragonès y Rufián la noche de las elecciones generalesAgencia EFE

El independentismo protagonizó un importante desplome en las elecciones generales del pasado domingo, una debacle únicamente enmascarada por el papel clave de sus escaños para la gobernabilidad. Al margen de la investidura, lo cierto es que ERC, Junts y la CUP cosecharon su peor resultado de siempre desde el inicio del «procés» en Cataluña –14 escaños, 7 republicanos y 7 posconvergentes– mientras que el bloque de PSC y Sumar les dobló en votos. Un cambio de rumbo a un año y medio de las autonómicas con Pere Aragonès al frente de la Generalitat con tan solo 33 escaños.

Empezando por las consecuencias, son dos los partidos que ya han decidido mover ficha ante el temor de una rebelión de sus bases. ERC ha abierto un proceso de diálogo interno, encargado por la cúpula tras los malos resultados de las generales y también de las municipales. «Se trata de un proceso de diálogo que debe desgranar las claves para la recuperación de la confianza mayoritaria de la ciudadanía», señalan los republicanos. El debate se alargará hasta finales de año para plantear las conclusiones a principios de 2024.

Además, la dirección republicana también ha anunciado que después del verano convocará asambleas territoriales informativas para analizar conjuntamente con la militancia la situación política general y del partido.

Por su parte, la CUP se enfrenta a una refundación después de desaparecer en el Congreso al pasar de 2 a 0 escaños. La militancia antisistema será la que pilote el proceso de refundación del partido, que culminará en una asamblea el año que viene, en 2024, para «renovar la propuesta estratégica y organizativa».

En términos de papeletas, el partido que más votos perdió fue ERC, que reculó en 411.000 en las generales. De hecho, los republicanos no lograron ganar en ninguna circunscripción pese a presentarse con el cartel de partido de gobierno de la Generalitat. La formación de Puigdemont bajó en 137.000 y la CUP en 148.000. La caída republicana es más abrupta si cabe ya que en los comicios locales retrocedió 300.000 votos solo en Cataluña, cuando el PSOE perdió 400.000 contando todas las comunidades autónomas.

Sobre las causas, son dos los motivos que se deducen del mapa del 23J: el voto útil y la desafección política en Cataluña imperante en los últimos años del «procés». Los electores han apoyado masivamente el bloque formado por socialistas y Sumar, que ha conseguido mejorar en 300.000 votos el resultado de 2019 y doblar al independentismo. Aquí, sobre todo, destaca la holgada victoria socialista con 19 escaños y 1,2 millones de papeletas, mientras que el partido de Yolanda Díaz perdió solo 50.000 respecto a hace cuatro años y mantuvo los 7 escaños que tenía.

Por tanto y viendo el resto de correlación de fuerzas, parte del electorado soberanista se decantó por la papeleta morada o por la lista de Meritxell Batet en estas generales ante la derecha.

De hecho, el resultado ya lo pronosticaba el último CEO de la Generalitat publicado: los socialistas son los que logran retener más papeletas y son los máximos beneficiaros del voto dual. En concreto, un 80% de los que apostaron por la candidatura de Meritxell Batet en 2019 decían que lo volverían a hacer ahora, por tan solo el 56% del electorado de ERC y Junts dispuesto a repetir partido. Una tendencia que se ha acabado de confirmar en las urnas.

En este sentido, cabe destacar que el principal problema que tiene Cataluña está relacionado con la «insatisfacción con la política» (13%), según el mismo sondeo de la Generalitat hecho público en plena campaña. Un factor que se traduce en una mayor abstención –alrededor de 6 puntos más– en feudos tradicionalmente independentistas como Girona.