
Archivo histórico
El archivo del alcalde más importante de Madrid está en Barcelona
El consistorio de la capital catalana publica en un libro los papeles de Enrique Tierno Galván

Fue una decisión muy pensada, pero que causó en su momento una gran polémica. El archivo de Enrique Tierno Galván, el que fuera alcalde de Madrid, fue donado en marzo de 2012 por el hijo del edil a la ciudad de Barcelona, concretamente a la Gran Logia Simbólica Española. Eran tanto los papeles personales como los relacionados con su actividad política, con la voluntad de que pudieran ser accesibles tanto para los investigadores como el gran público. El fondo fue depositado en la Biblioteca Pública Arús, encargándose el Arxiu Històric de la Ciutat y la Fundació Catalunya Europa de la clasificación y valoración primera de ese conjunto que ha traído consigo la publicación de un libro interesantísimo para conocer tanto al llamado viejo profesor como lo que fue la aventura de los primeros ayuntamientos en tiempos de la transición, sobre todo en lo relacionado con la cacareada rivalidad entre Madrid y Barcelona. El periodista Àlex Masllorens es el autor de "Los papeles de Tierno Galván", una importante obra para adentrarse en la vida y el tiempo de Tierno Galván. Masllorens no se limita al archivo sino que construye su obra también buceando en hemerotecas y hablando con algunos de los testigos de aquella época. Por ello tenemos aquí las luces y las sombras del viejo alcalde.
El recuerdo que ha quedado de Enrique Tierno Galván es el de un hombre afable, que quiso construir puentes de entendimiento entre Madrid y Barcelona. Sin embargo, la labor investigadora de Àlex Masllorens permite fijar otra imagen, la de alguien que no fue siempre de trato fácil y que en realidad se vio inmerso en una competencia entre las dos grandes ciudades, con Narcís Serra y Pasqual Maragall como responsables de Barcelona en el tiempo en el que Enrique Tierno lo fue de Madrid. A este respecto, Maragall afirmaba que "Tierno, me parece a mí, no entendió nunca del todo Cataluña. Los condicionamientos históricos pesaron bastante en ese punto. Lo digo con la franqueza que a él siempre le ha gustado y, por supuesto, sin su enorme cortesía y habilidad".
Gracias al libro podemos saber de cómo arrancaron esos primeros ayuntamientos y que sus arcas estaban literalmente vacías. El propio Narcís Serra reconoció a Masllorens que cuando tomó posesión del cargo de alcalde, en abril de 1979 que "en aquel primer momento, por cada peseta que entraba [en el Ayuntamiento de Barcelona] se gastaban dos. El déficit era igual a los ingresos. Era el único caso en toda España de una situación tan dramática como aquella. Tuvimos que confiar en los créditos del Banco de Crédito Local. De 1976 a 1979 (antes de que entráramos), el pago de la deuda ya se llevaba la mitad de los ingresos del Ayuntamiento".
En esos primeros tiempos las relaciones entre Barcelona y Madrid fueron cordiales. Serra acudió a las fiestas de San Isidro y Tierno hacía lo mismo en las de la Mercè. Sin embargo, poco a poco, las dos ciudades se fueron distanciando y la actitud entre alcaldes se vuelve, por decirlo de alguna manera, protocolaria. Por ejemplo, el 27 de junio de 1985, Maragall escribió a Tierno para felicitarlo por la concesión de la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Unos días más tarde, el 12 de julio, el madrileño le responde asegurando que "ya sabe, por otra parte, que estas cosas me dejan absolutamente frío, ya que hay otros galardones, como el de la amistad continuada, que son para mí mucho más valiosos, lo que aplico rigurosamente a su caso. Le repito las gracias; que no pase mucho calor y que triunfe plenamente en el asunto de las Olimpiadas y en cualquier otro de los muchos que tiene Vd. entre manos".
Fue en este tiempo cuando surgieron episodios en los que quedó patente la apuesta del Estado por Madrid mientras que Barcelona quedaba en un segundo plano, como quedó patente en los temas relacionados con el transporte municipal. Otras guerras, como subraya Masllorens, fueron subterráneas, como la lucha por la hegemonía en la organización de ferias y congresos. Maragall, a este respecto, recordaría después que "Barcelona (y, con más dificultades aún, Sevilla) pagó caro su reto de 1992 frente a Madrid. La capital central tuvo celos del formidable impulso que se había producido en Barcelona. A continuación, puso la directa de sus proyectos y no hubo nada que pudiera detenerla. Ahora vuelve a mirarnos desde una cierta distancia".
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