Historia

Cien años de la primera red de buses urbana de España: 10 millones de pesetas y garaje en la calle Nápoles

El primer experimento fue una línea en Barcelona que quebró en 1909 por el boicot del gremio de los tranvías

Foto de los primeros conductores de la CGA
Foto de los primeros conductores de la CGAArchivo TMB

Parece mentira, pero hubo un tiempo, no tan lejano, en el que el tranvía era el rey absoluto del transporte público, ni el autobús ni el metro. Al fin y al cabo, la electricidad era más común que la gasolina. Con el fin de la primera guerra mundial, sin embargo, las migraciones del campo a la ciudad y el desarrollo industrial obligó a implementar nuevas formas de transporte.

Así, en 1921, el Ayuntamiento de Barcelona, la ciudad más poblada de España por aquel entonces, otorgó a un industrial llamado Antonio Antich la concesión de una red de autobuses urbanos con carácter de “monopolio”. Detrás del concesionario Antich estaban Alfredo Arruga Liró y el abogado Luis Puig de la Bellacasa, los que, con la colaboración de importantes hombres de negocios barceloneses, constituían, el 22 de marzo de 1922, la Compañía General de Autobuses (CGA), con un capital de diez millones de pesetas, un primer domicilio en la Plaza de Catalunya 9 y garaje en la calle Nápoles.

La plaza Catalunya de Barcelona a comienzos del siglo XX, dominada por los tranvías
La plaza Catalunya de Barcelona a comienzos del siglo XX, dominada por los tranvíasLa Razón

No obstante, ya había un precedente. El 12 de agosto de 1906 empezaba a circular por Barcelona la primera línea regular de autobuses urbanos de la empresa La Catalana, entre la plaza de Catalunya y la plaza de Trilla, en Gràcia. En esa época, el tranvía era el transporte de masas y los autobuses todavía eran vistos con escepticismo. Este hecho, sumado a las altas presiones que ejercieron las compañías tranviarias sobre las autoridades municipales, llevaron a la suspensión de este nuevo servicio y a la quiebra de la empresa en 1909. Pese a la competencia con el tranvía, en los años veinte, los autobuses fueron bien recibidos por parte de los usuarios, pues eran más rápidos y permitían trayectos que los tranvías no hacían si no era pagando doble billete y cambiando de línea.

A finales de 1925 se disponían de 71 coches y 7 líneas

  • A: Av Alfonso XIII-Estación M.Z.A
  • Trayectos de 15, 20 y 25 céntimos
  • B: Sants-Plaza Catalunya-Sant Martí
  • Trayectos de 10,15,20 y 30 cts.
  • C: Drassanes-Rondas-Sant Andreu
  • Trayectos de 15, 20, 25, 30, 35 y 40 cts.
  • D: Gràcia-Barceloneta
  • Trayectos de 15, 20 y 25 cts.
  • BS: Plaza Universidad-Badalona
  • Trayectos de 20, 25, 30, 35, 40, 45, 50 y 55 cts.
  • SA: Plaza Universidad-Sant Adrià
  • Trayectos de 25,30,35 y 40 cts.
  • SC: Plaza Universidad- Santa Coloma de Gramanet
  • Trayectos de 120, 15, 25, 30, 35, 40, 45, 50 y 55 cts.

La Exposición Internacional de 1929, que tuvo lugar en Montjuïc, brindó a la CGA la oportunidad de modernizarse y ofrecer nuevos servicios. Fabricaron sus propios autobuses, se introdujo el motor de gasoil y se implementaron varias líneas temporales para acceder a la Exposición. De hecho, pusieron en marcha las primeras dos líneas de autobuses turísticos, que circunvalaban la ciudad. En 1930 la empresa nacionalizada Tranvías de Barcelona (TB) se convertiría en el accionista mayoritaria de la CGA, acabando con la competencia y comportando una mejor coordinación entre ambos servicios.

Tras la proclamación de la II República, la CNT se hizo con el control sindical del sector de los transportes. Con el estallido de la guerra, los sindicalistas se apoderaron de la CGA y la colectivizaron.

Pasada la guerra, llegó el trolebús, que funcionaba con electricidad. La gente bautizó a los buses como las “Gildas”, por el movimiento de caderas que provocaban. Los años 50 fueron clave para la municipalización de los transportes públicos, con la mayoría de líneas cubiertas por el ACLO 410, de dos pisos. De ahí se pasó a la época de Josep Porcioles a la alcaldía, cuando se cambió el rojo corporativo de los vehículos por un verde que bautizaron como verde Porcioles. Y así hasta nuestros días.