Memoria histórica
La Capitulación de Pedralbes, la primera amnistía que vivió Cataluña
Juan II de Aragón puso en marcha un tratado de paz generoso hacia los vencidos en la guerra
¿Existe en la historia de Cataluña un precedente a la controvertida amnistía que en estos días tanto se discute? Desde luego la situación política que se padece en hoy no se ha vivido con anterioridad por lo que trazar paralelismos resulta atrevido. Sin embargo, puede que nos ayude a comprender la actualidad lo vivido en suelo catalán en 1472, concretamente al 24 de octubre, fecha en la que se firmaron la llamada Capitulación de Pedralbes llamada así por haberse rubricado en el monasterio barcelonés que tiene ese nombre.
En 1472 llegaba a su fin una larga y sangrienta guerra civil que había dejado tras de sí numerosas pérdidas civiles y militares. El territorio estaba destrozado desde que diez años antes Cataluña se hubiera rebelado contra su monarca, es decir, contra Juan II de Aragón. Las tropas del monarca sometieron Barcelona a un duro sitio que acabó con la derrota de aquellos que luchaban contra Juan II y que apoyaban a su hijo y rival Carlos, príncipe de Viana.
El rey quiso hacer borrón y cuenta nueva respecto a la década de muerte que había padecido los catalanes. Eso se tradujo en un documento que puede interpretarse como una generosísima ley de amnistía. Es la llamada Capitulación o Paz de Pedralbes, una iniciativa del propio Juan II, así como de su confesor Gaspar Ferreres, además de los consejeros Lluís Sentaní y Joan Mateu. El documento era un tratado de paz total al conceder un perdón general a los derrotados, además de autorizar al lugarteniente Joan de Calàbria y sus hombres a poder salir de Barcelona. No había ni vencedores ni vencidos en esta propuesta. Es más, el propio rey llegaba a afirmar que quienes habían sido sus adversarios durante el conflicto civil habían obrado “por su amor y fidelidad”.
En el tratado también se fijaba que se restituían los bienes confiscados a unos y a otros, aunque no se ocultaba cierto trato de favor a aquellos que habían estado del lado del monarca, algo que acabó trayendo algunas discusiones. Igualmente existía el compromiso a restituir las baronías de Barcelona.
La Capitulación de Pedralbes también declaró caducada todo lo relacionado con la gestión policiaca y criminal que pudiera realizarse en virtud de los hechos pasados, incluso tratándose de crímenes de lesa majestad. De esta manera, los que habían perdido la guerra no acabaron sufriendo ningún tipo de represión. Se volvía a la casilla de inicio, a la situación que se vivía en Cataluña antes del estallido del conflicto bélico.
Dejemos que tenga la última palabra en este asunto una de las grandes voces de la historiografía catalana como fue Jaume Vicens Vives quien en escribiría sobre el tema que “no menoscabemos en un ápice la grandeza de Juan II en este momento, atribuyéndola más a fríos cálculos de Estado que a consideraciones humanitarias; tanto más cuanto muchos en su caso habrían decidido saborear el placer de la venganza”.
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