Edificio histórico

¿Cuál es el castillo medieval que quiso comprar Dalí?

A mediados de los setenta, el pintor ampurdanés buscaba una propiedad para su esposa Gala

Una imagen del castillo de Requesens
Una imagen del castillo de RequesensWikipedia

No es un secreto que Salvador Dalí y su esposa Gala mantenían una relación abierta. Cada uno hacía la guerra por su lado. Sin embargo, hubo un momento en el que ella quiso una intimidad que no encontraba en Port Lligat, el hogar de la pareja en Cadaqués y que también servía como estudio para el artista, además de punto de encuentro para todo tipo de visitas. Así que la solución fue buscar una habitación propia, aunque en forma de castillo.

Como es sabido, el espacio elegido fue una fortificación en el pueblo de La Pera y hoy denominada Púbol. Sin embargo, antes de llegar allí, Dalí tuvo otro objetivo: el castillo de Requesens.

Construido en el siglo XI, el castillo se encuentra no muy lejos de la frontera con Francia, en el pueblo de La Jonquera, siendo a lo largo de su historia objeto de las más diversas disputas, a veces por culpa de las más diversas peleas, otras por herencia. Todo eso acabó desembocando en su total abandono en el siglo XVI. Mucho tiempo después, en el XIX, su propietario, el conde de Peralada, Tomàs de Rocabertí, decidió poner en marcha un ambicioso programa de reconstrucción, con el objetivo de hacer de la fortaleza su residencia veraniega. El maestro de obras Alexandre Romalat fue el encargado de reconvertir el edificio, tratando de reconstruir los espacios medievales que habían sobrevivido, incluso con el uso de la misma piedra de granito procedente de la montaña. Todo ese proceso está documentado gracias a las excepcionales imágenes captadas por la cámara de Rocabertí. Romalat se inspiró, por otro lado, en las restauraciones que se estaban llevando a cabo en Francia el polémico Eugène Viollet le Duc, como fue el caso del castillo de Carcasonne.

El conde de Peralada no pudo ver concluidas las reformas en la fortaleza, algo que pasó a su hermana y heredera Joana Adelaida, que siguió impulsando las obras. Finalmente estas acabaron y Joana Adelaida inauguró el nuevo y flamante castillo con una espectacular fiesta. Era el 24 de junio de 1899. Muy poco después, la señora del castillo fue encontrada muerta sin que nunca se hayan aclarado las circunstancias de su fallecimiento. No dejó herederos, por lo que todos sus bienes y títulos formaron parte de un pleito que acabó con la entrega del castillo a sus sobrinos carnales.

En 1923, Requesens tuvo nuevos propietarios después de que fuera comprado por los hermanos Rosellón, unos industriales mallorquines. No estuvieron allí por mucho tiempo: en 1927, Joaquín de Arteaga, duque del Infantado, se hizo con la propiedad donde llegó a vivir, aunque no dejando muy buen recuerdo por haber despedido a los habitantes de la finca.

Con la Guerra Civil, el castillo conoció todo tipo de saqueos y pillajes por parte de activistas de la CNT-AIT. Una vez concluida la contienda, por allí también se instaló un destacamento militar que se encargaba de luchar contra los maquis. Eso hizo que se modificaran algunos de los espacios del edificio al instalar en él un hospital militar.

Harto de todo los líos del castillo y tras los saqueos padecidos, el duque del Infantado se desprendió de él para pasar, en 1955, a manos de unos industriales que son sus actuales propietarios. En la actualidad puede visitarse el espacio.

A principios de los setenta, Dalí intentó hacerse con la finca, pero no tuvo suerte pese a su empeño. Su disposición y las leyendas que perseguían al castillo, como la que aseguraba que en él había vivido la esposa y las hijas de un gigante, atraían la imaginación del artista que, finalmente, tuvo que conformarse con comprar Púbol.