Aniversario literario

Entre Gil de Biedma y Laforet: la universidad que inspira a las letras

Un libro recoge textos literarios de escritores sobre la institución que cumple 150 años

La fachada del histórico edificio de la Universitat de Barcelona
La fachada del histórico edificio de la Universitat de BarcelonaUB

En este año el edificio histórico de la Universitat de Barcelona está conmemorando sus 150 años de historia con numerosas actividades, algunas de ellas relacionadas con las letras. Y es que esa casa ha sido hogar o lugar de paso de no pocos escritores. Algunos de ellos han dejado anotado en novelas, poemas o diarios ese hecho. Eso es lo que podemos encontrar en un volumen que acaba de ver la luz bajo el título de «Mons secrets», una antología preparada por Noemí Montetes-Mairal y Joan Santanach y publicada por Edicions de la Universitat de Barcelona.

Se trata de un recorrido que nos lleva de Joan Maragall a Anna Crusafont, en un viaje literario en el que nos encontramos con nombres como Josep Pla, Jaime Gil de Biedma, Carmen Laforet, Pere Gimferrer o Montserrat Roig, entre muchos otros. Como apuntan los responsables de la edición, a lo largo de este siglo y medio, el edificio ha sido objeto de recuerdos más o menos elegíacos, así como escenario de no pocas narraciones, aparte de ser citado en textos memoralísticos por parte de quienes lo han frecuentado o siguen frecuentándolo. Eso hace que fuera necesaria una antología de estas características, incluso añadiendo aquellas páginas redactadas cuando el llamado Edificio Histórico todavía no había echado sus raíces en la capital catalana.

Entre los primeros en verter tinta sobre el tema que nos ocupa destacan Joan Maragall, Carles Soldevila o Marià Aguiló, quien fuera responsable de la biblioteca de la docta casa. Respecto a Maragall, en sus «Notes autobiogràfiques» hacía memoria de un capítulo de su juventud, el momento en el que tuvo que escoger carrera porque no servía para industrial. Parecía que la abogacía podía ser la mejor solución, aunque el autor de «El Comte Arnau» no sabía en esos momentos la que se le venía encima. Maragall afirmaba en esas notas que ese etapa universitaria fue «lo temps ditxós de ma joventut». Ya se ha citado por aquí a Marià Aguiló, quien fue el encargado del traslado al edificio de la plaza Universitat de los volúmenes que se guardaban en la Universidad de Cervera. En la antología podemos leer una carta en la que Aguiló la llegada de los libros de Ramon Llull al centro. Entre los primeros poetas que dedican sus versos a ese «templo de la sabiduría», como lo llamaba Maragall, destacan Joaquim Folguera y Josep Carner quien afirmaba que «quan vagis a l’aula/ veurà la Vritat/ –que és el que ens ensenya/ la Universitat–».

La Universitat de Barcelona ha sido testigo de los muchos acontecimientos que le tocó vivir, como es el caso de la Guerra Civil, y que encontramos en los dietarios de Ferran Soldevila donde refleja perfectamente el caos provocado por los bombardeos de la aviación sublevada. Soldevila, el 3 de enero de 1939, se preparaba para el exilio mientras desayunaba en el edificio histórico bebiendo un cacao elaborado en el laboratorio de química. En el patio de Derecho, escribe Ferran Soldevila, «la bomba ha destrossat unes quantes llambordes i ha fet un sot no gaire gran ni gaire profund».

Si hay una novela que marca un antes y un después en el panorama literario español de la posguerra esa es «Nada» con la que una por entonces desconocida joven llamada Carmen Laforet se alzó con el Premio Nadal. Parte del relato tiene como fondo la casa de la calle Aribau en la que nació la narradora, así como el edificio que celebra ahora sus 150 años. Esto podemos leer en un pasaje de «Nada» donde la protagonista habla de como «el coche dio la vuelta a la plaza de la Universidad y recuerdo que el bello edificio me conmovió como un grave saludo de bienvenida».

Habitual de estas aulas fue Jaime Gil de Biedma quien también habla de su pasado universitario en su «Retrato del artista en 1956» donde refleja ese ambiente crispado de la posguerra: «Me acuerdo que en mi primer curso de universidad hubo dos días de pelea con los falangistas en el patio de Derecho y luego fuimos un grupo a ver al barón de Viver, jefe de los juanistas de Barcelona, en su despacho del Banco Central».

Una mención aparte la merece uno de los inicios más brillantes de la historia de la literatura catalana, el de «El quadern gris» de Pla que empieza con el cierre de la universidad por la gripe.