Entrevista

James Rhodes: «Bach y Rosalía están perfectamente conectados»

El conocido músico llega mañana al Festival Íntims de Barcelona con un repertorio basado en su propia biografía

James Rhodes pianista.
Una imagen del pianista James RhodesMatthew Knight

Mañana, dentro de la programación del Festival Íntims de Casino de Barcelona, es el momento de Bach, Chopin o Rajmáninov. Todo ello es gracias a un gran músico como es James Rhodes quien, durante la siguiente entrevista con este diario, utiliza todo tipo de expresiones españolas, algo que el autor de estas líneas prefiere conservar para ser lo más fiel posible a la palabra de un intérprete que, desde hace poco, tiene nuevo disco en el mercado titulado «Vitamin C».

¿Qué se encontrará quién se acerque a su concierto en el Festival Íntims?

Un piano de puta madre, enorme. He tocado mucha veces en Barcelona en el Palau de la Música, en el Liceu, pero esto es más íntimo. Me da la impresión que será como tocar para amigos. He decidido tocar como una «playlist» de once o doce piezas cortitas. Se trata de contar una historia, la mía, que va desde el infierno a la esperanza, empezando con una pieza que escuché cuando estaba en el hospital psiquiátrico para pasar a otra pieza que retrata el ego británico hasta llegar a España. Este concierto es un viaje. Desde Bach, Rachffmaninoff, Schumann, Chopin... Es una hora y media. Estamos en una época con mucha publicidad, mucho ruido y una sala de conciertos puede ser el último lugar en el poder escapar.

Actúa en un festival en el que es más frecuente la música pop que la clásica.

He tocado, por ejemplo, en festivales de rock, así que no entiendo esa obsesión por señalar lo que es «high art» y lo que no lo es. Decir que la música es solo para unos es de gilipollas. No hay diferencia entre actuar para 200 personas y hacerlo para el Liceu. El problema de este país es que no hay educación musical. Cualquier cosa que se haga para tocar en sitios distintos a las grandes salas, yo lo haré. Con la música clásica tienes la impresión que vas a misa. No es así. Solo necesitas dos orejas. El esnobismo es algo que me vuelve loco.

¿Por qué, como decía, nos falta educación musical?

Hace 35 años había la posibilidad de aprender un instrumento en los colegios. Ahora es un lujo, no un derecho humano. Siempre pregunto cuántos Albéniz, Granados, Alicia de Larrocha, Serrat, Sabina o Leiva hay con ocho años y no lo saben. Es muy triste. He trabajado con políticos para proteger a los niños, pero para ellos son invisibles porque no votan. No voy a esperar a que Moncloa haga algo. Todos los músicos tienen obligación de compartir, por ejemplo, en algo tan sencillo como las redes sociales. Por eso quiero trasladar música a la gente que quiero. No sé la solución pero hay que hacer algo.

Usted siempre ha dicho que la música, con diferencia del estilo está conectada. ¿Cree que, por ejemplo, hay una unión entre Bach y Rosalía?

Por supuesto. Hay una línea directa entre Bach y Rosalía que los une. Todo encaja perfectamente. Mire, he tocado para peques y para la gente típica del Liceu. Los peques tienen una mente más abierta y quieren escuchar algo que genere emociones. En cambio, son los adultos los que dirán que Bach es mejor que Serrat.

¿Le resulta todavía un reto subirse al escenario?

Si le soy sincero odio que la gente me mire cuando toco. Solo quiero escuchar, mientras todo el piano, lo que compuso Tchaikovski cuando estaba muy enamorado y pensaba en suicidarse. Si Bach viviera me gustaría que dijera que no está mal algo, quiero pensar que diría eso.

Nunca ha ocultado su amor hacia la cultura española. ¿No le tienta incluir en su repertorio a compositores como Albéniz, Granados o Falla?

Me da miedo. Para mí eso es como tocar a Beethoven en Alemania. No me siento listo. Lo que quiero es grabar música. Nombres como los de Bach y Albéniz son muy inspiradores. Ahora tenemos un nuevo público y me gusta tocar en televisión en «prime time» en los programas de Andreu Buenafuente o Risto Mejide. Tenemos que cambiar mucho para acercar la música.