
Icono de la fotografía
Lee Miller, la fotógrafa que usó su cámara como arma
Una exposición recupera las imágenes que captó como corresponsal acreditada del ejército estadounidense en 1944

Antony Penrose, el hijo de la fotógrafa Lee Miller y del crítico de arte Roland Penrose, señala las imágenes que su madre captó con su cámara durante la Segunda Guerra Mundial y que ahora protagonizan una gran exposición en el espacio Foto Nostrum, en Barcelona. Siguen impactando por su crudeza, por reflejar todo el horror de la contienda que rasgó Europa. Penrose reflexiona, en conversación con este diario, apuntando que «estas son las consecuencias cuando ignoras la historia, cuando te olvidas del pasado. Acuérdese de lo que dijo aquel sabio llamado Santayana: “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”».
La muestra recoge 124 imágenes que es una aproximación a una de las más grandes fotógrafas de todos los tiempos y que llega a Barcelona antes de la gran retrospectiva que, en otoño, abrirá sus puertas en la Tate Britain de Londres. Todo ello también coincide con el estreno, el próximo 3 de marzo en nuestro país, de la película «Lee Miller», un biopic protagonizado por Kate Winslet en el papel de la fotógrafa que se movió entre el movimiento surrealista y el periodismo. Penrose no disimula precisamente su entusiasmo ante el trabajo de Winslet y subraya que «es una película de mujeres y hecho por mujeres. Es un retrato fantástico y para mi ha sido una sensación extraña porque estaba viendo a mi madre en la pantalla».
La exposición se abre con las fotografías de moda captadas por Lee Miller en los años cuarenta para la revista «Vogue», un hecho que recuerda a su primera faceta como modelo de alta costura en el Nueva York de los años veinte. Pero ella, como le gustaba decir, «preferiría tomar una fotografía que ser una». Así que dio el salto hasta Europa donde empezó tras la cámara junto a uno de los referentes de ese arte como fue Man Ray.
Pero en Foto Nostrum nos adentramos en la tragedia de la trinchera, de lo vivido en primera persona en el frente. «Ella usó su cámara como si fuera un arma», reconoce Antony Penrose para añadir que con cámara Rolleiflex pedía libertad, paz y justicia.
En 1944, Lee se convirtió en corresponsal acreditada del ejército estadounidense. A esto se sumó su colaboración junto con su amigo, David E. Scherman, fotógrafo de la revista «Life». De esta manera pudo acompañar a las tropas estadounidenses en el viejo continente tras el desembarco de Normandía, siendo una de las primeras fotoperiodistas de su tiempo.
Gracias a su labor podemos contemplar en Barcelona desde la evacuación de los hospitales de Normandía mientras las bombas lo destruyen todo, a diferentes poblaciones francesas convertidas en ruinas tras la rendición de las tropas nazis. Impresionantes son también son los retratos de los detenidos, de soldados nazis, alguno de ellos plantando cara a Lee Miller y levantando el brazo para mostrar su fidelidad con un Hitler que acobardado estaba a punto de volarse la cabeza en su búnquer berlinés.
Probablemente, a este respecto, la fotografía más famosa de Lee Miller, presente en la muestra, es aquella capturada por Scherman en la que ella aparece lavándose en la bañera personal de Hitler en su apartamento en Múnich. «Cuando ella y Scherman llegaron, el de Hitler era el único apartamento que quedó en pie. Para ella meterse en esa bañera fue una liberación», dice Antony Penrose señalando que la imagen está llena de símbolos. «A un lado se puso la imagen de Hitler, una de las que había en la casa, como si fuera una profanación, a la manera de un insulto. Para ella fue una forma de decir que tenía el control. Igualmente, están sus botas, las mismas que habían pisado los campos de concentración de Buchenwald y Dachau. Es la víctima de la guerra que ahora está en la casa del responsable de todo aquel horror», aclara emocionado Penrose.
¿Y es una carga llevar a cuesta este legado? El hijo de Lee Miller sonríe al escuchar la pregunta: «No, no lo es. Es un regalo. Es un viaje increíble».
Uno de los nombres propios de la exposición es Pablo Picasso. Es célebre la imagen en la que Miller, tras la liberación de París, es probablemente la primera reportera que acude al estudio de Picasso en la Rue des Grands-Augustins donde se pintó «Guernica». «Mi madre y Picasso se gustaban el uno al otro. En 1937 vivieron un verano en Mouguins con mi padre, Man Ray, Dora Maar, Paul y Nush Éluard que fue inolvidable. Probablemente fueron amantes en ese verano, pero sí fueron amigos que tuvieron una amistad gloriosa en la que compartían juegos y bromas. Tenían un sentido del humor parecido», recuerda Antony Penrose quien de niño, jugando con el pintor a ser torero, acabó mordiendo a Picasso. «Él decía que yo fui el primer inglés que lo mordió».
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