Documento excepcional

Max Ernst a Gala: «Sí, pequeña mía, te quiero muchísimo»

Aparece en venta una de las pocas cartas conservadas de cuantas escribió el artista alemán a la mujer más importante del movimiento del movimiento surrealista

Max Ernst, Gala y Paul Éluard durante unas vacaciones
Max Ernst, Gala y Paul Éluard durante unas vacacionesLa Razón

Antes de conocer a Salvador Dalí, Elena Ivánovna Diákonova, más conocida como Gala, fue compañera e inspiración de otros artistas surrealistas. La que fuera esposa de Paul Éluard vivió una relación íntima y apasionada con uno de los grandes nombres de ese movimiento artístico, como fue Max Ernst. De lo que fue esa historia existen muy pocos documentos, además de las obras que Max Ernst realizó con Gala como protagonista. Por eso es un acontecimiento que en una librería francesa haya aparecido, casi por arte de magia, una larga misiva que el creador surrealista envió a Gala.

Son varias páginas escritas en algún momento entre el 10 y el 24 de marzo de 1926, cuando Ernst presentó su obra en la Galerie Van Leer de París. Era una exposición importante como lo demuestra el hecho de que el catálogo editado para la ocasión incluyera textos de Paul Éluard, Benjamin Péret o Robert Desnos.

Cuando Max Ernst se pone ante el papel para escribir a su amante, Gala vivía varias aventuras, pese a que seguía casada con Paul Éluard. Es precisamente el poeta quien la anima a que tenga más relaciones. Como explica su biógrafa Dominique Bonna, Gala acaba recorriendo «tristes balnearios, refugios para amores clandestinos». En las cartas del momento se constata que aparentemente Paul Éluard no sentía celos y alentaba que su amada, como se puede constatar en el epistolario del poeta con Gala, tuviera relaciones, por ejemplo, con un tal B.

Los Éluard y Max Ernst se conocieron hacia el otoño de 1921 después de que el alemán hubiera presentado algunas de sus composiciones en dos exposiciones de diferente corte en la capital francesa. El 4 de noviembre de 1921, Gala llamaba a la puerta del taller de Ernst en Colonia. Con el tiempo, el propio Paul Éluard confesaría que «quiero a Max Ernst mucho más que a Gala».

Cuando el artista escribe la carta que ahora se ha puesto en venta por 3.500 euros en Autographes des Siècles, una importante casa de Lyon dedicada a la venta de manuscritos, la relación entre la pareja está consolidada. Viven un encendido romance y Max ve en Gala a una amiga y una confidente a la que confiar impresiones de todo tipo, incluso aquellas que tienen que ver con su creatividad. El artista inicia su carta dirigida a su «hija mía» preguntándose «¿debo entristecerte con las historias de nuevas excursiones y del hermoso clima, ya que no hemos pasado un solo día juntos? Anteayer, por ejemplo, estaba en Mont-Joue [sic] (hacia las 2.000 horas) y vi un cielo azul tan negro que podíamos distinguir –a plena luz del día– algunas estrellas. Entonces tuve una visión aterradora. Aparecen caballos y una nariz enorme, todo rodeado por una gran cinta roja de fuego. Era el animal “del verano” que había venido allí para vengarse de mí. Hui, desesperadamente. También tuve que regresar al Col d’Arbois donde –naturalmente– según su noble costumbre, estaban los amigos».

A continuación, Max Ernst también cita ene este mismo documento manuscrito a Paul Éluard cuando le asegura a su amante que «sí, los “compañeros” se han ido; Paul debe haber visto al Barón en Cyrano. Sí, las mesas todavía “funcionan”». En referencia a su producción artística más reciente, el alemán le asegura que «destruí tres de los que conoces y tengo doce muy buenos. Los temas son siempre muy simples y muy precisos. “Dos jóvenes en bellas poses y un joven doble”, “un hombre caminando sobre el agua, sosteniendo a una joven en la mano y empujando a otra”, “la sombra sorprendente”, “regreso alegre de la pesca”, “qué está pasando a la orilla del mar”, “la boda”, “visión que tuve en la cima del Mont-Joly”, etc. etc .».

En la carta también apunta Ernst que «esta tarde empezaré a escribir mis visiones medio dormida. También me gustaría que reprodujéramos en este monstruoso número de RS [La Révolution Surréaliste] “el casto José”, ya sabes, este collage del que informé recientemente . Debe estar sobre la mesa de mi taller. Finalmente, volveré la semana que viene. Estoy esperando dinero de Van Leer [se refiere a quien era propietario de la galería Leonard Van Leer] para poder pagar e irme (ya que parece que no quieres volver aquí)».

La nota acaba con una cariñosa despedida: «Sí, pequeña mía, te quiero mucho y anoche me alegré muchísimo de encontrar tu carta».

Gala conservó esta carta junto con las numerosísimas que recibió de Paul Éluard. Tras su muerte toda esta documentación no quedó en manos de su viudo, es decir, de Salvador Dalí. El Estado, ante el miedo de que Cécile Éluard, la hija de Paul y Gala, impugnara el testamento de su difunta madre, decidió llegar un trato con ella y le otorgó una serie de obras y documentos, entre ellos la colección de epistolarios. Todo acabó siendo vendido.