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Historia

Pensamiento y acción política del padre del catalanismo político: no es lo que te han contado

A pesar de los intentos del independentismo por remontar sus orígenes al siglo XIX, la realidad es que el padre del catalanismo pensaba muy diferente

Valentí Almirall, padre del catalanismo político Sàpiens

Valentí Almirall i Llozer (Barcelona, 1841 - 1904) fue una de las figuras clave en la conformación del catalanismo político moderno. Abogado, periodista y pensador, su legado sigue vigente por haber sentado las bases del llamado "catalanismo progresista y republicano", defendiendo una visión descentralizadora del Estado y una afirmación cultural y lingüística de Cataluña dentro de España, pero nunca la independencia de Cataluña.

Almirall nació en una familia burguesa de Barcelona y estudió Derecho en la Universidad de Barcelona. Desde joven, se interesó por la política y el periodismo, participando en la vida intelectual de la ciudad. Durante el Sexenio Democrático (1868-1874), se acercó al republicanismo federal de Pi i Margall, con quien compartía la visión de un Estado descentralizado basado en el pacto entre regiones.

Actividad política y periodística

Almirall fue un firme defensor del federalismo y un promotor activo del catalanismo. Fundó y dirigió varios periódicos, entre ellos El Estado Catalán (1873), donde defendía la idea de una Cataluña autónoma dentro de una república federal española.

A través de la prensa, Almirall criticó la centralización política de Madrid y abogó por un modelo descentralizado que permitiera a Cataluña gestionar sus propios asuntos. Su pensamiento se alejó del federalismo piimaragalliano cuando consideró que la visión de Pi i Margall no garantizaba suficiente especificidad para la identidad catalana.

Congreso Catalanista y Memorial de Greuges

Tras separarse de Margall, uno de los momentos más importantes en su trayectoria fue la organización del Primer Congreso Catalanista en 1880, donde se consolidó un movimiento político en defensa de los intereses de Cataluña. De este congreso surgió el Centre Català, una entidad que buscaba articular políticamente el catalanismo y que Almirall presidió.

En 1885, lideró la redacción del Memorial de Greuges, el primer documento político del catalanismo moderno, que se presentó al rey Alfonso XII. Este texto, lejos de pedir la independencia para Cataluña, pedía más autogobierno y pedía aranceles para los productos británicos. En otras palabras, sus reivindicaciones eran más cercanas a un estatuto de autonomía contemporáneo que a cualquier reivindicación independentista o soberanista.

"Lo Catalanisme" y su legado ideológico

En 1886, publicó Lo Catalanisme, una obra fundamental en la historia del pensamiento catalanista. En este libro, Almirall analizó la situación de Cataluña y defendía la necesidad de estructurar el Estado de forma descentralizada. A diferencia de otros sectores del catalanismo más conservadores y tradicionalistas, cercanos al clero y a pensadores conservadores, él vinculó el catalanismo con el progresismo y el republicanismo.

El siguiente párrafo, que es el inicio de su obra, resume bien su pensamiento autonomista:

"La unidad nacional (...) debe convertirse en Confederación, que es la unidad verdadera que parece fundada en la armonía. La dirección de un rey que sólo ha producido tiranos, imbéciles o guerreros criminales, debe ceder el lugar al poder de muchos, en la República. El gobierno de determinadas clases, privilegiadas no por los suyos méritos, debemos sustituirlo por el gobierno de todos, del pueblo español. Sólo podemos regenerarnos si establecemos la Confederación republicana y si resolvemos todas las cuestiones por el criterio de la libertad".

Valentí Almirall, padre del catalanismo político, en su obra "Lo catalanisme"

Además, también se ve que él no pretendía romper la unidad española cuando en su obra enumeró las atribuciones principales que debía tener el poder federal, y que con eso era suficiente para que "la Constitución fuese un conjunto harmónico y se conserve la unidad nacional, que será más fuerte porque estará fundada en la imitación de la naturaleza".

Sin embargo, sus ideas no fueron adoptadas por el catalanismo político posterior, que acabó decantándose por el catalanismo conservador impulsado por Prat de la Riba y la Lliga Regionalista. Almirall rechazó el carlismo y defendiendo un catalanismo que buscara la colaboración con otras regiones españolas en un proyecto común.

En sus últimos años, Almirall quedó apartado de la política activa y sufrió problemas de salud mental. Falleció en 1904, dejando un legado que sería retomado, aunque con matices diferentes, por las generaciones posteriores del catalanismo.