Política

Salvador Illa, el presidente «catch all» que guiña a izquierdas, a derechas y a nacionalistas catalanes

El líder socialista se alinea con la derecha en materia de seguridad y de "humanismo cristiano", asume el discurso soberanista en materia de competencias, y defiende la necesidad de "intervenir el mercado del alquiler"

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, llega a una conferencia económica en el Círculo de Bellas Artes, a 20 de marzo de 2025, en Madrid (España). Illa ha viajado a Madrid para presentar su plan para que Cataluña recupere el liderazgo económico de España mediante la movilización de 18.500 millones de euros hasta el año 2030. El encuentro se desarrolla bajo el título: 'Catalunya lidera. Un modelo económico de prosperidad compartida'. 20 MARZO 2025;SALVADOR ILLA;CATALUÑA;E...
Salvador IllaAlejandro Martínez VélezEuropa Press

Tres días de luto oficial por la muerte del Papa Francisco. Ese fue el anuncio que Salvador Illa, presidente de la Generalitat de Cataluña, hizo a raíz de la muerte del Santo Padre. La medida, simbólica pero llamativa, se enmarca en una estrategia que el presidente ha desplegado desde su primer día: serlo todo para todos, en este caso, para los católicos. Un intento deliberado de ocupar el centro del tablero y erigirse en un presidente «catch all», capaz de atraer a la izquierda, la derecha, los catalanistas moderados e incluso a parte del independentismo.

Lejos de asumir un rumbo ideológico definido, Illa ha apostado por una política de gestos constantes, una especie de equilibrista institucional que tan pronto celebra acuerdos con ERC y los Comunes sobre la regulación de los alquileres, como vota con Junts, el PP, Vox y Aliança Catalanauna moción para desalojar okupas en 24 horas. Pero esa transversalidad forzada tiene un precio: la difuminación de un proyecto claro para Cataluña.

"Quien la hace, la paga"

En materia de seguridad, Illa no ha dudado en asumir los postulados más duros y en alinearse con la derecha. Desde que llegó al Govern no ha dejado de repetir que en Cataluña «quien la hace la paga», y ha lanzado planes específicos contra la multirreincidencia. Su Govern ha impulsado juntas de seguridad y se ha alineado con la derecha más dura en el Parlamento catalán para exigir medidas contra la okupación.

Además, ha sabido atraer a otro sector definido de la derecha: a los católicos. Él siempre se ha declarado católico practicante y, desde que llegó al Govern, no ha parado de hablar de la necesaria reivindicación de las raíces cristianas de Cataluña, además de haber asistido a varias misas institucionales y de haber decretado el luto por la muerte del Papa.

"Intervenir el mercado"

Mientras tanto, Illa mantiene una narrativa abiertamente izquierdista en cuestiones como la vivienda. No solo ha impulsado un régimen sancionador para propietarios que incumplen la ley, sino que ha defendido sin ambages que «es necesario intervenir el mercado».

Su Govern trabaja ya en una ley para regular los alquileres de temporada, un guiño evidente a Comuns y ERC, partidos más intervencionistas en la regulación del mercado.

El Illa más catalanista

Este doble juego no se limita al eje ideológico, sino también al nacional. El presidente socialista habla de Cataluña como un país, exige una financiación singular para la región y defiende el traspaso total de Rodalies. Además, su Govern no solo ha integrado a perfiles como Ramon Espadaler o Miquel Sàmper, ambos con pasado convergente e incluso independentista; y otros muchos fichajes de la órbita nacionalista, sino que ha asumido como propia buena parte de la narrativa del soberanismo.

Una centralidad táctica

Lo que para algunos es una muestra de pragmatismo, para otros empieza a ser sinónimo de ambigüedad. El PSC se sitúa así en el centro-izquierda y en el catalanismo moderado según el CEO, pero su ideología se vuelve cada vez más difusa. Aglutina desde socialdemócratas clásicos a exdirigentes democristianos, mantiene lazos estrechos con la patronal y al mismo tiempo con los sindicatos, y ejerce el poder en Generalitat, Estado y Ayuntamiento de Barcelona como si tuviera mayoría absoluta, cuando solo cuenta con 42 diputados en el Parlament. Ese gobierno en minoría podría ser la causa de su intento por alinearse con todo el mundo y conseguir apoyos de debajo de las piedras de diferentes sectores.

El contexto, sin embargo, juega a su favor. Con Puigdemont centrado más en Madrid que en Cataluña, Junqueras fuera del Parlament e inhabilitado, y la CUP relegada al papel de testimonial, Illa no tiene una oposición fuerte que fiscalice sus movimientos, sino que tiene margen para seguir tanteando a los catalanes y para seguir tejiendo una red de simpatías de diferentes sensibilidades ideológicas y políticas.