Estío gubernamental

Polémica
Una votación en el Parlament de Cataluña ha desatado un agrio enfrentamiento entre Vox y el Partido Popular, escenificado en redes sociales con un cruce de mensajes subidos de tono entre Júlia Calvet, diputada de Vox, y Alejandro Fernández, líder del PP catalán. El motivo: una moción presentada por Vox que pedía prohibir el velo islámico, y otras “vestimentas islámicas”, en espacios públicos.
La iniciativa fue rechazada por la mayoría del Parlament, y tan solo Vox votó a favor. PSC, Junts, ERC, Comuns y la CUP votaron en contra, mientras que el PP y Aliança Catalana optaron por abstenerse. Poco después, la cuenta oficial de Vox en Cataluña publicó un vídeo en X (antes Twitter) destacando que “solo Vox vota a favor de PROHIBIR el VELO ISLÁMICO en el Parlamento de Cataluña”, y acusando implícitamente al resto de partidos de connivencia.
La publicación no sentó bien a Alejandro Fernández, que decidió responder públicamente en un mensaje cargado de reproches. “La moción [...] no exigía prohibir el burka o el velo islámico (la hubiéramos apoyado sin dudarlo), sino que se refería TEXTUALMENTE a prohibir ‘cualquier vestimenta islámica’. ¿Y eso qué significa? ¿Que las babuchas, las túnicas y las chilabas se prohíben también?”, escribió, acusando a Vox de redactar la propuesta de forma deliberadamente ambigua para forzar al PP a no apoyarla.
Fernández defendió su trayectoria de oposición a los cordones sanitarios contra Vox y Aliança, pero reivindicó su autonomía de criterio: “No me dais ningún miedo. Voto en conciencia LO QUE ME DA LA GANA y no me vais a dar ni una sola lección de amor a España, a la Libertad y a los valores del humanismo cristiano”. El mensaje terminó con un sonoro y polémico “Y si no os gusta... a cascarla”.
La joven diputada de Vox, Júlia Calvet, fue quien defendió la moción en el pleno. No tardó en responder al líder popular: “La moción sobre el velo islámico que he defendido hoy en el pleno trataba exclusivamente sobre la prohibición de velo islámico en espacios públicos, con otros atuendos nos referimos evidentemente al burka o al hiyab, como he explicado en mi intervención”.
Calvet negó que Vox se niegue sistemáticamente a negociar con el PP. “Es falso que nunca hayamos aceptado vuestras enmiendas. De hecho, en el pleno pasado negociamos 3 enmiendas, aceptamos 2 vuestras y rechazamos una”.
Lejos de calmar los ánimos, Alejandro Fernández volvió a la carga: “¿Y por qué la moción dice ‘vestimenta islámica’ y jamás aceptáis nuestras enmiendas? Julia, desde el afecto y el respeto: no manipuléis. Vuestra estrategia pasa por intentar desprestigiar al PP. Allá vosotros”.
Calvet trató de cerrar el desencuentro de forma más conciliadora pero sin ceder: “Repito: es falso que jamás aceptemos vuestras enmiendas [...] Si hubieras querido plantear enmienda, la habríamos estudiado”. Y remató con un dardo: “No creo que mandarnos ‘a cascarla’, como has hecho, sea el mejor camino para construir una alternativa distinta para Cataluña. Honestamente no lo creo. Saludos y buen verano, Alejandro”.
Este enfrentamiento público evidencia diferencias entre Vox y el PP en Cataluña, donde ambos partidos compiten por el espacio electoral de la derecha no nacionalista. Pese a compartir discursos críticos con el islamismo y el multiculturalismo, sus formas y estrategias divergen con frecuencia.
Sin embargo, los partidos no woke están ganando mucho terreno en Cataluña. Tanto Vox como Aliança Catalana crecen en las encuestas, y la derecha más céntrica, como Junts y el PP, están comprando muchas de sus tesis contra la inmigración ilegal, la islamización y están reclamando medidas más duras contra la inseguridad y la delincuencia.
Estío gubernamental