
Opinión
El verano es también para leer
"Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria"

Refiere Heródoto en su curiosísima Historia (Libro V) que los trausos, uno de los pueblos que habitaban en la Tracia, "...con ocasión del nacimiento y de la muerte de uno de los suyos, obran como sigue: en el primer caso, los parientes del recién nacido toman asiento a su alrededor y se lamentan ante la serie de males que, por el hecho de haber nacido, deberá sufrir la criatura, enumerando todas las desventuras propias de la vida humana; en cambio, al que fallece le dan sepultura entre bromas y manifestaciones de alegría, alegando que, libre ya de tan gran número de males, goza de una completa felicidad".
Thomas de Quincey, en su célebre Del asesinato considerado como una de las bellas artes (1827), habla de una sociedad londinense para proteger el crimen, y menciona otra, en Brighton, destinada a la supresión de la virtud.
A propósito del nombre de la rosa, cuenta Álvaro Cunqueiro que, según una antigua tradición, recogida en el comentario al Talmud de Babilonia (siglos III-V), los ángeles se encargaban de ponerles nombres a las cosas nuevas que Dios iba creando. Ya estaba hecha la primera flor, de color blanco, pero un día Dios se entretuvo en formar otra con hilos de seda, y un ángel, cuando la vio acabada, la llamó rosa. Entonces la flor recién nacida, al oírlo, tomó ese nombre por tan gran cumplido y alabanza que se ruborizó, y por eso se sabe que las primeras rosas fueron rojas.
También de Álvaro Cunqueiro, maestro de la fantasía, es este fragmento, extraído de su libro Los otros rostros: "Un tal Aristóteles de Bolonia, en Italia, trasladaba una iglesia entera desde su emplazamiento a otro situado unos 50 metros más allá, y en lo alto de la iglesia, en el campanario, iba su hijo pequeño haciendo repicar la campana. ¡Quién fuera él! Creo que cosa más bella y graciosa no le ha vuelto a suceder a niño alguno en el mundo".
Y dos citas, bellísimas y dignas de ser recordadas, para terminar. La primera, de la escritora norteamericana Louise Glück, premio Nobel en 2020 y fallecida en octubre de 2023: “Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria”.
La segunda, de Immanuel Kant, el gran filósofo de la Ilustración, del que se ha hablado mucho este año por haberse conmemorado el tercer centenario de su nacimiento en la ciudad prusiana de Königsberg (hoy Kaliningrado): “Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto a medida que pienso y profundizo en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí”.
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