Hispanofobia

Voces independentistas en el periodismo cargan contra España: “Un Estado podrido, corrupto y sin futuro”

Los comunicadores soberanistas han coincidido en un discurso cargado de desprecio hacia las instituciones españolas y su modelo de Estado, al que califican de “decadente, represor y moralmente agotado”

Imagen de una de las manifestaciones de la última Diada
Imagen de una de las manifestaciones de la última DiadaEuropa Press

En los últimos días, diferentes periodistas independentistas han elevado el tono de sus críticas hacia España, generando una intensa polémica en el panorama mediático y político. Desde columnas de opinión hasta intervenciones en radio y televisión, los comunicadores soberanistas han coincidido en un discurso cargado de desprecio hacia las instituciones españolas y su modelo de Estado, al que califican de “decadente, represor y moralmente agotado”.

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La periodista Mireia Soler, en su último artículo, describió a España como “un Estado enfermo, sostenido por el miedo y por una élite política incapaz de regenerarse”. Según Soler, “el proyecto español está agotado. Es una máquina oxidada que solo funciona para enriquecerse a costa de quienes no se sienten parte de él”. Sus palabras, compartidas masivamente en redes sociales, provocaron aplausos entre sectores soberanistas y duras críticas entre constitucionalistas.

Antoni Vives, cronista veterano, intervino en una tertulia radiofónica donde afirmó que “España no es una patria, es una cárcel de naciones”. En su alegato añadió que “la bandera rojigualda no representa libertad ni democracia, sino siglos de imposición, violencia y humillación”. Vives acusó al Estado de vivir de la confrontación: “España necesita crear enemigos para sobrevivir, y Cataluña es el chivo expiatorio perfecto. Madrid no construye nada, solo extrae recursos de quienes producen. Ser gobernado por España es como vivir en un país en blanco y negro mientras Europa avanza en color”.

Laura Prats, periodista y articulista digital, fue incluso más tajante en una columna titulada La España de cartón piedra. Allí escribió que “España es un Estado corrupto hasta la médula, incapaz de ofrecer justicia ni progreso. Su justicia es venganza, su democracia es fachada, su cultura política es nepotismo”. Entre sus frases más comentadas, destacaron: “España es un pozo de corrupción que vive de tapar sus miserias con una retórica vacía de grandeza”, “No hay proyecto de futuro en España, solo nostalgia imperial y miedo a perder privilegios”, y “Los que defienden España no defienden un país, defienden un botín”.

El analista Pau Castelló, en un programa televisivo, reforzó esta visión al afirmar que “España es un régimen disfrazado de democracia: todo gira en torno a preservar el poder de unas élites centralistas”. Según Castelló, “no hay regeneración posible porque el sistema está diseñado para perpetuarse y aplastar cualquier voz disidente”. En otro de sus comentarios más polémicos aseguró que “España es un imperio fracasado, que perdió su dignidad hace siglos y hoy se aferra a Cataluña para justificar su existencia”.

Las reacciones no se hicieron esperar. Desde partidos constitucionalistas, estas declaraciones fueron tachadas de “panfletos incendiarios” y “mensajes de odio”, mientras que las formaciones soberanistas celebraron la contundencia de los periodistas, calificándola como “una denuncia necesaria”. Los propios comunicadores han defendido sus afirmaciones, asegurando que “nombrar la decadencia de España es un deber democrático” y que “su misión no es suavizar la realidad, sino desenmascarar la farsa de un Estado que no merece credibilidad ni respeto”.