Ciencia
Un trap (geológico) nos cuenta la mayor extinción de la historia
Un meteorito, océanos de ácido y la Tierra hecha lava pudieron haber unido fuerzas para llevar a cabo la mayor extinción de la historia, muy superior a la de los dinosaurios.
Siberia es una región salvaje y enormemente vasta. Son nada más y nada menos que trece millones de kilómetros cuadrados, tres más que Europa. En un lugar con semejante tamaño es de esperar que hayan ocurrido cosas igualmente grandes, y así es, porque de todos esos millones de kilómetros cuadrados, dos están salpicados por unas extrañas elevaciones de muros casi verticales. Son el recuerdo de lo más parecido que ha habido a un infierno en la Tierra: Dos millones de años durante los que Siberia “sangró” basalto fundido casi sin interrupción, lava que se extendió a lo largo y ancho de siete millones de kilómetros cuadrados.
Ese mar de roca fundida fue lo que dio origen a las extrañas elevaciones llamadas “traps” o “escaleras”. Y puede que no sean el “trap” que esperabas, pero nos cuentan la historia de cómo, en un abrir y cerrar de ojos geológico, desapareció el 97% de las especies marinas, el 70% de todos los vertebrados terrestres y la mitad de las plantas. Un meteorito, océanos de ácido y la Tierra hecha lava, una combinación digna de Hollywood.
Basalto fundido
Todo empezó hace 251 millones de años, durante un evento que se ha ganado el nombre de “la Gran Mortandad”. Ocurrió mucho antes de que los dinosaurios se extinguieran, antes incluso de que caminaran sobre el planeta. Nuestros antepasados sinápsidos, ya a medio camino entre los reptiles y los mamíferos, dominaron el final del periodo pérmico, pero aquello estaba a punto de cambiar. Hay un acontecimiento que separa al pérmico del triásico, la era paleozoica de la mesozoica, el tiempo de los sinápsidos del de los dinosaurios, y ese acontecimiento fue una extinción en masa tan desproporcionada que estuvo cerca de extinguir toda la vida en la Tierra.
Todavía queda mucho por investigar, pero hay algunas cosas que los expertos tienen claras. La primera es que, excavando, los sedimentos correspondientes a hace 251 millones de años (aproximadamente) muestran un pico de carbono 13, un tipo de carbono que apenas está presente en el entorno de forma normal, pero que se encuentra con más frecuencia en los seres vivos. Una cantidad tan elevada de carbono 13 hace sospechar que muchos organismos murieron por aquel entonces, depositando atropelladamente su carbono en los sedimentos.
Por otro lado, en los estratos inmediatamente superiores encontramos un descenso drástico de la cantidad de fósiles, apoyando a la idea de que muchos seres debieron morir justo antes, reduciendo sus poblaciones y por lo tanto disminuyendo la cantidad de cadáveres que podían llegaran a fosilizarse. La segunda cosa que tienen clara los expertos, es que la época en que ocurrió todo esto fue, aproximadamente, la misma en que se formaron los trap basálticos de Siberia. ¿Pudo esta erupción estar a punto de exterminar la vida en la Tierra?
Prefacio catastrófico
En realidad, esto tiene truco. Aunque hasta hace poco se creía que la única culpable era la súper erupción de la que hemos hablado, ahora se cree que pudo ocurrir una versión más comedida 9 millones de años antes, la cual habría ido preparando el terreno para el golpe de gracia de Siberia. Las sospechas están puestas al suroeste de China, en sus formaciones de basalto de Emeishan, las cuales ocupan unos 250.000 kilómetros cuadrados. De hecho, este evento vuelve a coincidir con un pico de carbono 13, aunque menor que el de hace 251 millones de años.
Estas erupciones en China habrían empezado a liberar grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, aumentando el efecto invernadero y subiendo la temperatura del planeta. Este ambiente caldeado, a su vez, produce que se disuelva menos oxígeno en el agua, pero más dióxido de carbono, el cual la vuelve ácida, tanto en la lluvia como en los océanos. Cuando llegó la erupción de Siberia el ambiente ya era bastante “caluroso”, pero se encargó de ponerlo al rojo vivo. Se estima que las temperaturas subieron 8 grados centígrados y que el dióxido de carbono aumentó hasta alcanzar las 2000 partes por millón. Hablamos de 5 veces más dióxido de carbono que en la actualidad, los cuales ya son anormalmente altos desde que abrimos las puertas a la revolución industrial.
En estas condiciones, los océanos se volvieron tan ácidos que empezaron a destruir las corazas de algunos animales marinos. Como un huevo macerado en vinagre, el calcio de los caparazones se fue disolviendo en el agua exponiendo sus partes más vulnerables. Supuestamente, a esto se debe la extraña extinción de la mayoría de los animales acorazados, como los escorpiones marinos (euriptéridos) y los trilobites.
Sumado esto a la liberación de altas concentraciones de mercurio obtenemos una pesadilla realmente sobrecogedora, pero recordemos que la extinción acabó con casi toda la vida marina y la gran mayoría de la terrestre. Los expertos no terminan de estar de acuerdo, pero muchos sospechan que hizo falta algo más para poner tan en jaque a la biosfera.
Una supernova, solo para mejorar la historia
Una de las hipótesis más extrañas y populares es la de que una gran estrella relativamente cercana a la Tierra entró en supernova. El estallido habría liberado una gran cantidad de radiación gamma, un tipo especialmente energético. Las ondas habrían cruzado el espacio llegando a nuestro planeta justo hace 251 millones de años y bañándolo todo a su paso. Tanta radiación ionizante debió de afectar a la vida en la Tierra, produciendo malformaciones, esterilidad y según los más entusiastas, incluso lesiones directas. Pero ¿existen pruebas?
Lo cierto es que no, y no solo faltan pruebas, sino que los propios defensores de la hipótesis no tienen del todo claro si podrían existir o si estos eventos no dejan rastro alguno. No obstante, blanden como argumento que, durante los estratos de esta época, se han encontrado numerosas esporas con aspecto extraño, como si tuvieran malformaciones. En cualquier caso, establecer una unión entre las esporas y una supernova cercana es puramente especulativo. Es más, existen alternativas para explicarlo sin la necesidad de un fenómeno astrofísico, como que la bajada de oxígeno en el agua pudo estimular el crecimiento de bacterias anaerobias que liberaran sulfuro de hidrógeno a la atmósfera, el cual reaccionaría con el ozono desprotegiéndonos ante la radiación. Cuando hablamos de otros causantes de la Gran mortandad, nos referimos a algo más sólido, concretamente a la hipótesis del asesinato en el Orient Express.
Asesinato en el Orient Express
¿Por qué entraron China y Siberia en erupción? No hay una respuesta clara, pero es posible que se debiera al impacto de un meteorito. La colisión habría agitado la tierra transmitiéndose el temblor de lado a lado del planeta y viajando por el manto, bajo la corteza. El temblor pudo ser justo lo que necesitaban las calderas de Asia para desatarse, y si esto es cierto, estaríamos ante una unión de dos desastres, repartiendo entre ellos la culpa de la Gran Mortandad. El meteorito no solo habría causado destrucción con su choque, sino que habría levantado una nube de polvo que ocluiría al Sol durante mucho tiempo, suficiente como para afectar a las plantas, que necesitan su luz para nutrirse. Sin plantas los herbívoros fallecen y sin ellos los carnívoros no tardan en seguir sus pasos.
La hipótesis del meteorito es relativamente probable. Los geólogos han encontrado el depósito de grandes cantidades de iridio en muchas zonas del estrato correspondiente a hace 251 millones de años, cantidades que no suelen estar presentes en la Tierra y que nos hablan de una colisión cósmica. Sin embargo, la cantidad de iridio no parece tan elevada como la del límite Cretácico-Paleógeno, del impacto que puso punto final a la era de los dinosaurios. A decir verdad, ni siquiera se ha encontrado el cráter dejado por el meteorito. Tal vez el candidato más probable sea el crater de Araguainha, en Brasil, y se estima que se formó por la misma época que los traps de Siberia, millón de años arriba millón de años abajo.
Pero la serie de catastróficas desdichas no termina aquí, porque si hablamos de causas y consecuencias, es posible que las erupciones complicaran todo mucho más de el que pensábamos. Al elevar la temperatura del globo, el hielo comenzaría a fundirse, y a nosotros nos interesa un hielo especial: los clatratos de metano. Cuando el hielo se cristaliza formando redes que atrapan a otras moléculas decimos que se ha formado un clatrato, en este caso hablamos de hielo que encierra metano, un potente gas de efecto invernadero. Al fundirse este se liberarían enormes cantidades de metano a la atmósfera que retroalimentaría todavía más el calentamiento global. El infierno estaba servido: meteorito, erupciones monstruosas y finalmente el llamado “fusil de clatratos”. Esa sucesión de acontecimientos apocalípticos es precisamente lo que hay tras la hipótesis del Asesinato en el Orient Express.
El efecto dominó
Dicen los libros de historia de la ciencia que, el naturalista Alexander von Humboldt fue el primero en estudiar la Tierra como un todo, entendiendo que el clima, la geología y la biología influyen las unas en las otras. En ocasiones funciona para bien y unos procesos ayudan a regular a otros, manteniendo un equilibrio biológico. Sin embargo, cuando algo se altera demasiado comienzan a aparecer efectos dominó como los que acabamos de ver, donde una catástrofe desencadena otras hasta afectar a todo el planeta. Las consecuencias del impacto de un meteorito no terminan con el choque, la lava emergida a la superficie hace mucho más que quemar y la fusión de los hielos no afecta solo al nivel del mar o a los animales nivales.
Vivimos en un mundo complejo en un equilibrio más delicado de lo que parece, las especies pueden desaparecer de un plumazo como si nunca hubieran existido, sin miramiento alguno. A fin de cuentas, la Tierra va a seguir ahí, ella es quien lleva las de ganar, no importa los baches que tenga que pasar, somos nosotros quienes podemos esfumarnos en cualquier momento.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La extinción de los dinosaurios no fue la única ni la más grave de todas. Ha habido al menos cinco grandes extinciones y es cuestión de tiempo que vuelva a pasar.
- La hipótesis de la extinción masiva por supernova no cuenta con pruebas sólidas, es pura especulación.
- Aunque la hipótesis del Asesinato en el Orient Espress es la más consolidada, todavía existe debate sobre la verdadera naturaleza de esta extinción.
REFERENCIAS (MLA):
- Andrew H. Knoll, Richard K.Bambach, Jonathan L.Payne, Sara Pruss, Woodward W.Fischer. “Paleophysiology and end-Permian mass extinction” Frontiers, 256, 295-313, 2007.
- Y. G. Jin. “Pattern of Marine Mass Extinction Near the Permian-Triassic Boundary in South China” Science, 289, 432-436, 2000.
- Feifei Zhang et al. “Multiple episodes of extensive marine anoxia linked to global warming and continental weathering following the latest Permian mass extinction” Science Advances, 4-4, 2018.
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