Ecología

La “homeopatía” para los incendios forestales que sí funciona

Paradójicamente, una de las estrategias más eficaces para prevenir los incendios forestales es el propio fuego. Las quemas controladas regeneran el terreno, equilibran el ecosistema y crean cortafuegos para evitar que se propaguen los incendios. Pero la falta de aceptación social pone trabas a su uso.

Un bosque en llamas con dos ciervos en primer plano
Un incendio forestal no controladoJohn McColganDominio público

En España ardieron 75 548 hectáreas en 2021, en 7 244 incendios forestales. Solo en enero de 2022 ya han ardido 4 040 hectáreas y, aunque este dato no tiene por qué ser indicativo de lo que suceda el resto del año, tampoco es precisamente halagador. Los incendios forestales liberan grandes cantidades de CO2 a la atmósfera, contribuyendo al efecto invernadero y aumentando así la temperatura del planeta. Erosionan el suelo y destruyen ecosistemas. Aún más preocupantemente, las tareas de extinción a veces se cobran vidas humanas.

Pero, ¿cómo prevenir los incendios forestales? Paradójicamente, una de las acciones más eficaces es la quema prescrita: incendios para prevenir incendios. El supuesto principio de que “lo similar se cura con lo similar” es un pilar de la homeopatía que no está avalado por la evidencia científica. Pero en el caso de los incendios forestales, el propio fuego sí puede ayudar a prevenirlos.

Fuego amigo

De hecho, el fuego es una perturbación natural de los ecosistemas. Cuando se acumulan restos de plantas en la tierra, se forma una capa que impide que los organismos del suelo accedan a los nutrientes que necesitan, o que los animales terrestres accedan al suelo. Este manto puede ahogar el crecimiento de nuevas plantas, impidiendo el paso de la luz solar. Si la capa de restos vegetales se quema de manera controlada, se permite que sobrevivan las demás partes del ecosistema.

Además, la quema provoca que los restos orgánicos liberen nutrientes más rápidamente que si decaen con el tiempo, aumentando la fertilidad del suelo. Durante siglos, la agricultura se ha aprovechado de este aspecto del fuego. Muchas especies de pino incluso requieren calor elevado para que las piñas se abran y dispersen las semillas.

Sobre todo, quemar árboles de manera prescrita elimina combustible que pueda arder en un incendio descontrolado. Es una manera más barata que el desbroce mecánico de crear cortafuegos y así evitar que los incendios crezcan, provocando daños mucho mayores.

Eso sí, para que surta el efecto deseado, la intensidad del fuego y la vegetación a quemar deben estar fijadas de antemano. Puesto que las plantas arderán de manera diferente si están en fase de brotación, floración, cuajado del fruto, etc., será necesario planificar la quema para el momento más apropiado. La distribución de estas fases en el año se denomina “calendario fenológico” ya que dependen del tiempo meteorológico. Pero además, el tiempo afectará al comportamiento del propio fuego, por eso se debe controlar al detalle.

Sin embargo, posiblemente la mayor dificultad a la hora de gestionar las quemas prescritas es garantizar la seguridad de las personas. En entornos forestales rodeados de viviendas u otras infraestructuras, es tan crucial como complicado asegurar que el fuego no llegue a ellas. Por supuesto, es esencial aplicar zonas de seguridad y apoyarse de medios de extinción terrestres. Pero también hay que tener en cuenta los efectos del fuego que más lejos llegan: el humo y la calidad del aire.

La enemiga del fuego

Todos estos condicionantes hacen que las quemas prescritas no se planteen como solución generalizada. Pero, en el momento y lugar adecuados, esta estrategia puede ser de gran ayuda para prevenir los incendios forestales. Ahora bien, incluso cuando se cumplen los requisitos técnicos, existe un obstáculo mucho más complejo de cara a utilizar las quemas prescritas: la aceptación social.

Algunos estudios recientes denuncian que las quemas controladas no se utilizan tanto como se podría, especialmente en el sur de Europa. Atribuyen la falta de uso a la poca aceptación social que tiene esta práctica, aunque otros trabajos observan que la resistencia se puede deber al desconocimiento: las campañas de información sobre las quemas prescritas fomentan la confianza de la sociedad en las instituciones que las promueven, aumentando su aceptación de estas prácticas.

De hecho, mantener una opinión pública favorable es fundamental no solo para gestionar el impacto de las quemas sobre la población cercana, sino sobre todo para facilitar el apoyo administrativo necesario para realizarlas. Las administraciones son las responsables de autorizar las quemas solo cuando se cumplan los requisitos técnicos necesarios para que sean eficaces y seguras, y la resistencia de la población puede influir en la flexibilidad del reglamento al respecto.

Investigación sesgada

La insuficiente aceptación social llega a afectar a la propia investigación acerca del fuego. Mientras que los efectos negativos a corto y medio plazo están muy bien estudiados, una revisión científica reciente concluye que se investiga menos acerca de los efectos del fuego sobre los beneficios que obtiene el ser humano de la naturaleza. El equipo, en parte español, echa en falta más estudios que analicen los posibles efectos positivos que tiene el fuego a largo plazo.

Con todo, las quemas prescritas van en aumento. Forman parte de la estrategia de los Equipos de Prevención Integral de Incendios Forestales (EPRIF), dependientes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y se utilizan sobre todo en zonas del norte y noroeste de la Península. Puesto que en muchas zonas rurales de España ya se empleaban quemas controladas de manera tradicional, los EPRIF aprovechan este marco para sensibilizar a la población sobre los beneficios del fuego y también para informarse sobre las particularidades de cada territorio donde actúan.

Eliminar completamente el fuego de nuestros bosques es tarea imposible. Pero además, las quemas pueden ser muy beneficiosas si son controladas. Por eso, como versa el eslogan del Servicio Forestal del Departamento de Agricultura estadounidense, el objetivo es tener “el fuego adecuado en el lugar adecuado en el momento adecuado”.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Aunque está más que aceptado científicamente que la homeopatía no es eficaz para combatir ninguna enfermedad, un nuevo estudio sugiere que su escaso impacto está incluso sobreestimado. El estudio, publicado en BMJ Evidence Based Medicine, analiza las evidencias científicas acerca de la homeopatía y concluye que hay “una falta preocupante de estándares científicos y éticos en el campo de la homeopatía”. Desde 2002, el 38% de los ensayos clínicos registrados nunca se publicaron, mientras que el 53% de los ensayos clínicos aleatorizados publicados no están registrados. Estos datos indican “un riesgo alto de sesgo de publicación”, es decir, la tendencia de publicar (y de registrar, en el caso de ensayos clínicos) solo los ensayos con resultados positivos, ocultando los resultados negativos.

REFERENCIAS (MLA):