Naturaleza
Los científicos censan 37 millones de árboles para descubrir que faltan 9.000 especies
Se trata del estudio de su clase más grande de la historia y nos ayudará a entender qué espacios naturales es especialmente importante que conservemos.
Hay cosas que sabemos, como el número de dedos que hay en nuestras manos. Otras cosas sabemos que las desconocemos, como el aspecto exacto que tuvo el primer ser vivo de nuestro planeta. Sin embargo, hay un tercer grupo mucho más escurridizo: el de aquello que no solo desconocemos, sino que incluso desconocemos que no conocemos. Se trata de respuestas a preguntas que ni siquiera nos hemos planteado. Esta clasificación tiene sus problemas y tiene más sentido como juego de salón que como una verdadera clasificación del conocimiento, pero nos hace reflexionar. ¿Cómo podemos conocer lo que desconocemos que no conocemos? La respuesta es complicada porque este desconocimiento se presenta de muchas formas, pero existe una solución sorprendentemente elegante, una que ha permitido descubrir de cuántas cosas desconocemos su existencia.
Si te pregunto cuántas veces has reconocido a un amigo por la calle y, si tuvieras una memoria infalible, podrías darme una respuesta. Pero ni siquiera el mayor de los memoriones podría decirme cuántas veces no ha reconocido a un amigo, porque ya estamos diciendo que no lo identificamos, no podemos saber si fallamos a no ser que luego el amigo nos lo eche en cara. Es uno de esos problemas que remedan lo que desconocemos conocer. Pues bien, en ese mismo contexto, valiéndose de la paciencia y las matemáticas, un grupo de investigadores ha podido responder a cuántas especies de árboles todavía no hemos identificado, y la respuesta es sorprendente. Nos quedan unas 9200, y los árboles no son precisamente seres que pasen desapercibidos entre la hojarasca, como puede pasar con los invertebrados. Esto expone un preocupante desconocimiento por nuestra parte y, sobre todo, propone una forma de atajarlo.
Contando lo invisible
Hay algo que está claro y es que para determinar algo tan complejo como el número de especies de árboles que desconocemos hace falta un despliegue de medios importante. Porque dar una respuesta no es complicado, pero dar una respuesta correcta significa, en este caso, llevara cabo un censo descomunal. Es sencillo entender que no podemos pretender contar cada árbol de la Tierra y, por lo tanto, no podemos dar con la totalidad de esas especies desconocidas usando al fuerza bruta. La clave está en estudiar a fondo varias regiones y, entonces, valerse de las poderosísimas herramientas estadísticas que hemos desarrollado durante los últimos años.
Para ponerlo en números, el primer paso implicó a unos 150 científicos de todo el mundo. Su cometido fue registrar con sumo detalle cada uno de los árboles que había en determinadas superficies naturales. En total, estamos hablando de la friolera de 37 millones de ejemplares. Y, por supuesto, contarlos no significa tan solo ponerles un número, sino identificar la especie a la que pertenecen (si es que la conocemos). Ahora que ha terminado el trabajo físico, comienza el trabajo digital, que es igual de duro. Porque esas bases de datos tan extensas son difíciles de combinar, hay datos repetidos, especies que aparecen aquí y allí, puede que discrepancias en la clasificación e incluso casos donde la taxonomía de una especie ha cambiado entre un censo y otro. Los propios investigadores lo comparan con las piezas de un puzle realmente enrevesado, y hay que conseguir que encajen. La buena noticia es que, una vez resueltas, tendremos cartografiada con absoluta precisión un porcentaje de la superficie del planeta y sabremos a ciencia cierta cuántas especies hay ahí. Ahora bien, la mala noticia es que, no importa cuánto nos esforcemos, esa superficie será ridículamente pequeña comparado con lo que nos falta por registrar.
La regla prohibida
Puede que una voz desde nuestro interior nos diga que la solución es hacer una regla de tres para saber el total de especies (conocidas y sin conocer) del resto del planeta, pero sabemos que no todas los ecosistemas tienen la misma densidad de vegetación ni la misma variedad de especies. Hay muchos factores complejos y, para extrapolar nuestro conocimiento, tenemos que dar cuenta de ellos. Por eso, el equipo de investigación empleó sofisticadas herramientas de análisis de datos, técnicas estadísticas que les permitieron llegar a la conclusión de que, en el planeta, deben existir unas 73.000 especies diferentes de árboles.
El siguiente paso era el más sencillo, había que restarle el número de especies conocidas, que asciende a unas 64.000 (también contabilizadas entre los 40 millones iniciales). La diferencia es, por lo tanto, de unas 9000 especies, 9200 si no redondeamos. Así es como el equipo ha podido responder a lo desconocido que ni siquiera conocemos. Y, con suerte, este estudio permitirá extremar el cuidado en las zonas donde existen más especies desconocidas, un tercio de las cuales se estima que están compuestas por muy pocos individuos, haciéndolas muy vulnerables a nuestras acciones.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque todo esto responde a una pregunta fundamental, también puede ser aplicado en nuestro día a día para mejorar la situación de la humanidad. A fin de cuentas, la biodiversidad es clave para el correcto funcionamiento de los ecosistemas y la vegetación proporciona una serie de “servicios ecosistémicos” que nos conviene mantener (madera, oxígeno, filtración del agua, evitan la erosión, captan dióxido de carbono, etc.). Conocerlos en profundidad será clave para poder preservar todo ello.
REFERENCIAS (MLA):
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