DART

James Webb y Hubble captan el resultado de nuestra primera colisión contra un asteroide

O, al menos, de la primera colisión con intención de cambiar la trayectoria del asteroide en cuestión

Todo indica que acabamos de ser testigos de un hito en la historia de la humanidad. Este martes, a la 1 y cuarto de la madrugada, la misión DART colisionó contra un asteroide, y fue totalmente te voluntario. Lo que la NASA llevaba años planeando era desviar el asteroide como si fuera una bola de petanca. El nombre del asteroide es Dimorphos y apenas mide unos 170 metros de diámetro. Sin embargo, Dimorphos orbita en torno a otro asteroide mucho mayor. Didymos, que así se llama, mide 390 metros de lado a lado, unos 90 metros más que la Torre Eiffel. Y, aunque ninguno de los dos se dirigía hacia la Tierra, la NASA ha encontrado en ellos un fantástico muñeco de pruebas, como los que se usan para estudiar la seguridad de los vehículos, solo que ahora, para demostrar la fiabilidad de nuestro primer sistema de defensa planetaria.

La colisión con el pequeño Dimorphos tendría que haber cambiado ligeramente su velocidad. Y es que, aunque DART viajaba a más de 27.760 kilómetros por hora, se trataba de una sonda de 19 metros y algo menos de 600 kilos. Algo serio si lo comparamos con un humano, pero muy poca cosa frente a una roca espacial de 170 metros. No obstante, esto no era un problema, con desviarlo un poquito gracias a toda esa energía cinética del impacto, Dimorphos tendría que cambiar su órbita en torno a Didymos, aproximándose un poco. Y, como si fuera una reacción en cadena, una serie de causas y consecuencias encadenadas, Didymos variaría también su velocidad y, con ello, su trayectoria. Esa era la idea, un juego de carambolas cósmicas para cambiar lo justo la trayectoria de un asteroide. Pues bien, parece que funcionó, y tenemos imágenes.

James Webb y Hubble unidos

Durante unos cuantos meses, a finales del año pasado, la prensa insistió en referirse al nuevo telescopio espacial James Webb, como el sucesor del famoso Hubble. Se insinuaba que había sido diseñado para sustituirlo, que era el fin de los tiempos para el telescopio espacial más icónico de la historia. Y aunque los expertos insistieron en que no había incompatibilidad alguna y que ambos podrían (y debían) trabajar juntos, el concepto caló en la población. Casi un año después, el Hubble no solo sigue funcionando, sino que acaba de realizar la primera observación conjunta con el telescopio James Webb. La primera vez que estos dos prodigios tecnológicos ponen la vista en el mismo punto del firmamento simultáneamente. Y ese punto tan afortunado ha resultado ser el sistema de Didymos. Los resultados, por supuesto, son sobrecogedores.

El telescopio Hubble ha captado la luz visible que emanaba del sistema en varios momentos posteriores al impacto, mientras que el James Webb recogió imágenes de antes, durante y después de la colisión en luz infrarroja, invisible para nuestros ojos, pero de la cual podemos extraer información muy interesante. No obstante, es importante entender que el James Webb está hecho para observar objetos mucho más lejanos que Didymos, que se encuentra solo a unos 11 millones de kilómetros de aquí, poca cosa comparado con CEERS-93316, una galaxia observada por el James Webb que se encuentra a 35 millones de años luz. En kilómetros eso sería un 33 seguido de 19 ceros, para que nos hagamos una idea. Sin embargo, ha sido interesante sumar la observación con luz visible a la infrarroja, porque eso ha permitido estudiar la proporción de diferentes tamaños proyectadas tras el choque.

Solo el principio

Las imágenes son icónicas y la del Hubble resulta especialmente estética, pero no es el final del camino. Hay mucha información que extraer de ellas, información que nos hablará sobre el sistema de Didymos, sobre el resultado de la colisión e incluso sobre la naturaleza del universo. En cualquier caso, si nos centramos en el principal objetivo de esta misión, tendremos que esperar unos meses hasta sentirnos totalmente satisfechos. Para medir con precisión cuánto ha cambiado la trayectoria de Didymos tendremos que esperar a que siga avanzando y, por lo tanto, continuar con las fotografías. De hecho, a medio plazo, también podemos extraer datos de gran interés cuando las partículas del impacto se disipen y dejen percibir con más claridad su superficie desnuda.

Y, si es la estética lo que nos preocupa (cosa perfectamente lícita) hemos de saber que hay fotos mejores esperando, enviándose poco a poco desde las cámaras que DART dejó a unos kilómetros del impacto, a salvo. Su nombre es LICIACube y en unos meses recibiremos sus imágenes del choque. Mientras tanto, podemos seguir deleitándonos con el contraste de rojos y azules que nos brindan los dos telescopios espaciales más potentes de la historia.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La ciencia no es cuestión de fe, por lo que los efectos de DART en la órbita de Dimorphos deberán ser medidos en detalle y, para eso, la ESA desplegará la misión Hera, que se acercará al asteroide para hacer un seguimiento de su nueva órbita en torno al año 2027. Solo entonces podremos estar seguro de los pormenores de esta misión y, por lo tanto, de su éxito.

REFERENCIAS (MLA):